LA FUENTE Q, EL QUINTO EVANGELIO
Se llama «Fuente de los dichos de Jesús» o «Fuente Q» (de Quelle, «fuente» en alemán) a la reconstrucción teórica de un supuesto manuscrito en el que se basan los pasajes que coinciden en los evangelios de Mateo y Lucas, y que no aparecen en el evangelio de Marcos. No hay copias de tal manuscrito, pero parece que se debe suponer su existencia porque es casi imposible que Mateo y Lucas coincidan en 200 lugares sin tener delante un texto escrito, ya que la tradición oral es muy variable. Por otra parte, la Fuente Q no es primitiva, aramea, ya que tuvo que estar compuesta en griego. Esto es así porque Mateo y Lucas la copian coincidiendo casi al pie de la letra, y, como los dos compusieron sus evangelios en griego, el documento del que copiaron debía de estar en esa lengua.
EL SERMÓN DE LA MONTAÑA. PINTURA ANÓNIMA DEL SIGLO XV. MUSEO DE BELLAS ARTES, TOURNAI.
Marcos no se limitó a recoger las tradiciones que halló. Las puso bajo una luz nueva: la de la teología de Pablo, un seguidor de Jesús que no había conocido al Maestro.
La sombra de Pablo
La idea central del evangelio de Marcos es una interpretación de Pablo: Jesús es el salvador de toda la humanidad por su sacrificio en la cruz, noción que recogieron los evangelistas posteriores.
Los evangelios, en efecto, se escribieron tras la muerte de Pablo y fuera de Palestina, en las áreas donde aquél predicó a los gentiles (los no judíos). Sabemos que los evangelios están influidos por la teología de Pablo porque participan de sus mismas ideas, distintas de las de otros seguidores de
Jesús. Estos últimos eran los judeocristianos de Jerusalén y Galilea que veían a Jesús como el profeta –humano, no divino– que, según las Escrituras, vendría como el Mesías que liberaría a Israel de sus enemigos sin excluir la guerra, pero ayudado por los ángeles; el que cumpliría las promesas de que Israel, como pueblo elegido, dominaría sobre el mundo; el que traería el reino de Dios primero en Israel y luego en el paraíso...
Por su parte, Pablo atribuía a Jesús una dignidad casi divina, superior a la de un profeta o mesías terreno; e interpretaba su muerte y resurrección como actos redentores que cambiaban la historia no sólo de Israel, sino de toda la humanidad. Esa muerte era un sacrificio voluntario a Dios, decidido por la divinidad: la ofrenda de la vida del Mesías en la cruz redimía los pecados de los seres humanos. Así, Marcos escribe: «El Hijo del hombre no vino a que le sirviesen, sino a servir, y a dar su vida por la redención de muchos» (10, 45). Éste es el sentido de las palabras que Marcos pone en boca de Jesús durante la Última Cena: «Ésta es mi sangre de la alianza, que es derramada por muchos» (14, 24).
El evangelio de Marcos tuvo mucho éxito y se expandió pronto entre comunidades de Asia Menor, Siria y Egipto.
Mateo, el segundo evangelio
No habían pasado diez años cuando, en la década de los años 80, nació el segundo evangelio, el de Mateo. Su autor, desconocido, sintió que había muchas cosas de Marcos que debía corregir o añadir, ya que poseía fuentes que éste no conocía.
A pesar de ello, reprodujo con ciertas variaciones casi el 80 por ciento del texto de su antecesor, añadiéndole la colección de dichos de Jesús (la Fuente Q), e incorporando material propio y tradiciones conservadas en su grupo, que probablemente estaba radicado en Antioquía de Siria. Su autor no es uno de los doce apóstoles. Si lo fuera, su lengua materna sería el arameo, pero cita la Biblia en su versión griega, no hebrea, y sus dos fuentes
principales, Marcos y la Fuente Q, estaban en griego. Por tanto, parece claro que Mateo no fue uno de los apóstoles, sino un «escriba» judeocristiano de lengua griega, en la que compuso su evangelio.
En el evangelio de Mateo, Jesús aparece como el nuevo Moisés que explica –sobre todo en cinco grandes sermones– cómo se debe entender la ley divina; algo que podía hacer como Mesías que era.
Lucas, el tercer evangelio
Mateo se había atrevido a hacer una edición corregida y aumentada de un evangelio ya famoso. Muy pronto su ejemplo fue imitado por un individuo cuya identidad desconocemos y al que tradicionalmente llamamos Lucas. Probablemente vivía en Éfeso, donde había varios grupos de seguidores de Jesús, tanto judíos como gentiles. Su obra fue el tercer evangelio, compuesto hacia el año 90. La mayoría de los estudiosos cree que Lucas, tras conocer el evangelio de Mateo, decidió no tomarlo como base, sino volver a emplear dos fuentes de su antecesor: el evangelio de Marcos y la Fuente Q.