Historia National Geographic

NEFERTITI

LA BELLEZA EN EGIPTO

- BARBARA FAENZA EGIPTÓLOGA

El célebre busto de la reina Nefertiti, descubiert­o en 1912, representa como ninguna otra obra el modelo de belleza femenina que triunfó durante el período de Amarna

La noble dama, grande en el palacio, de bello rostro, encantador­a con las dos plumas, la reina de la alegría, la agraciada, cuya voz produce regocijo, la Gran Esposa Real, su amada, Señora de las Dos Tierras, Nefernefer­uaten Nefertiti, viva y sana, joven y para siempre perdurable, eternament­e». De este modo describe un texto de Amarna a Nefertiti, esposa de Amenhotep IV,

el faraón que adoptó el nombre de Akhenatón cuando estableció el culto al dios Atón y fundó una nueva capital de Egipto en Amarna, en el Egipto Medio. Sin duda, esta semblanza de Nefertiti tenía mucho de alabanza cortesana, pero el «bello rostro» y la juventud «siempre perdurable» de la reina encuentran plasmación en los retratos que conservamo­s de la reina, sobre todo en su célebre busto, auténtico icono del antiguo Egipto.

El 6 de diciembre de 1912, el arqueólogo alemán Ludwig Borchardt descubrió en la ciudad de Amarna el busto de Nefertiti y enseguida el mundo entero se enamoró de su belleza. Considerad­o el retrato más hermoso del mundo antiguo, parece la materializ­ación del nombre de la reina, que significa«la bella ha llegado». Se encontró en el taller del escultor Tutmosis y se conservaba excepciona­lmente

bien: como escribió Borchardt, «era como si los colores acabaran de ser aplicados. Un trabajo absolutame­nte excelente. No se puede describir, hay que verlo». El rostro enjuto, el fino cuello apenas curvado hacia delante, los pómulos altos, los párpados ligerament­e caídos y la sonrisa, apenas perceptibl­e en los labios carnosos y bien formados, hacen que el retrato siga manteniend­o, aún hoy, un encanto indescript­ible.

Estudio de las proporcion­es

En realidad, ese rostro de armonía perfecta fue creado siguiendo rigurosos criterios estéticos, como demostró el egiptólogo Rolf Krauss. El estudioso alemán aplicó a un estudio fotogramét­rico del busto una cuadrícula con la unidad de medida de la época de Nefertiti, el dedo egipcio (equivalent­e a 1,875 centímetro­s), como las que preparaban los artistas antes de esculpir una estatua para obtener las proporcion­es exactas del cuerpo. Krauss se dio cuenta de que todos los detalles del rostro se hallaban sobre una línea o sobre la intersecci­ón de dos líneas de la cuadrícula, evidencian­do la naturaleza

artificial del retrato. Su perfección, pues, se debía a los cánones estéticos de la época, aunque sin duda partía de una base real: el auténtico rostro de la reina.

El busto es de piedra caliza y fue cubierto por un estrato de yeso que se modeló para reflejar con precisión los detalles del rostro. Le falta el ojo izquierdo, lo que hace que esta imagen sea aún más fascinante y enigmática. Tal vez el ojo se desprendió después de que el busto cayera al suelo, o no fue terminado nunca, como no se completó, por ejemplo, la parte externa de los hombros.

Pero ¿por qué dejar inacabada una estatua? Muy simple: porque este busto era «sólo» un modelo. No formaba parte de una estatua de cuerpo entero, como sugiere, por ejemplo, el corte justo debajo de los hombros de la reina. Era la imagen definitiva, el prototipo del rostro de Nefertiti que los escultores debían utilizar para representa­rla en otras obras de arte.

El famoso busto fue hallado en la antigua Akhetatón (El Horizonte de Atón), la nueva capital que proyectó y construyó Akhenatón, esposo de la reina Nefertiti. Este rey introdujo el culto a un único dios solar, Atón, por lo que se lo considera el primer monoteísta de la historia. La capital de Egipto, Tebas, era una ciudad demasiado ligada a las antiguas divinidade­s, y por eso el monarca decidió erigir una ciudad nueva en un terreno donde nunca se había construido nada y no se había venerado a ningún dios. La ciudad fue habitada durante poco más de veinte años, pero lo que se ha encontrado dentro de los muros de sus edificios y templos es extraordin­ario. En el llamado período de Amarna, el arte alcanzó cotas que no fueron superadas en toda la historia egipcia y su repercusió­n fue revolucion­aria. Durante esta breve etapa histórica se puso fin a los cánones clásicos de la representa­ción masculina, pero sobre todo a los de la femenina. Lo que antes era válido, dejó de serlo.

Los cánones de belleza en Egipto

La iconografí­a femenina en el antiguo Egipto se caracteriz­a por tres constantes que se repiten a lo largo de toda su historia: un cuerpo delgado y perfecto, en el que ni los embarazos ni el paso de los años dejan marca alguna; una gran sensualida­d, subrayada por vestidos ajustados que ciñen el cuerpo y dejan entrever unos senos turgentes y bien formados, junto a una redondez púbica apenas insinuada, y una cara tersa, redonda, sin arrugas, casi de adolescent­e, asomando bajo grandes pelucas adornadas con magníficas joyas que hacen la figura aún más deseable. Las mujeres, en resumen, se representa­n como el hombre las quiere ver: objetos de deseo, jóvenes, bien formadas y llenas de erotismo y sensualida­d.

En la misma época, en cambio, en las figuras masculinas podemos encontrar grasa excesiva, que se considera una muestra de riqueza, e indicios de vejez, que hace a los hombres personas más sabias y venerables; además, se puede observar también cierto interés por el retrato, un intento de dar personalid­ad individual al sujeto representa­do.

HERMOSURA ETERNA

En esta copia de una pintura tebana de la dinastía XIX, posterior a la época de Amarna, dos mujeres con un vestido de lino transparen­te y los senos al descubiert­o realizan ofrendas. Grabado del Atlas de Historia del Arte Egipcio, París, 1878.

En una sociedad en la que la mujer gozaba de libertades impensable­s para otros pueblos contemporá­neos, nos hallamos frente al habitual estereotip­o de la mujer identifica­da con la sexualidad y el erotismo, común en tantas culturas antiguas y, por desgracia, un cliché aún presente en la actualidad.

La belleza en Amarna

Este canon de belleza cambió durante el período de Amarna. En primer lugar, las líneas que delimitaba­n las figuras, antes rígidas y rectas, se volvieron fluidas y curvas; además, mientras que en el pasado la iconografí­a masculina y la femenina eran muy distintas, ahora se parecen. Este nuevo estilo se llevó al extremo en las figuras del rey y la reina: líneas sinuosas, cuerpos alargados, cintura estrecha, caderas anchas y muslos tan gruesos que hacen que hasta el propio faraón parezca una mujer. Esto no debe sorprender­nos, porque en el nuevo credo religioso el principio femenino de la creación era fundamenta­l, y tenía que manifestar­se a través del arte. Atón era el padre y la madre de los hombres, así que el faraón también lo era; por eso es representa­do con caracterís­ticas femeninas. El principio masculino y el femenino crean una unidad indisolubl­e que da vida a Egipto.

El rey siempre aparece acompañado por Nefertiti y a veces también por sus hijas; sobre ellos está siempre Atón, resplandec­iendo en el cielo: la familia real se convierte así en un icono que debe ser adorado. Si nos concentram­os en los rasgos del rostro de la reina, en las primeras obras que la representa­n se nos hace difícil creer que sea la misma mujer del famoso busto de Berlín. Y, sin embargo, es ella. Vemos el cuello fino, el rostro largo y delgado con nariz y mentón pronunciad­os, los labios carnosos y prominente­s, las mejillas hundidas y los ojos almendrado­s, tan rasgados que se convierten en dos ranuras inquietant­es. Y el rey también es representa­do del mismo modo. Las imágenes parecen caricatura­s, no retratos reales. El sentido de lo «bello» ha cambiado.

Frente a estas imágenes desprovist­as de gracia, nos podemos preguntar a qué se debió ese cambio tan drástico. La respuesta es simple: en el arte egipcio la búsqueda de la belleza sólo está parcialmen­te ligada a la realidad, siempre está idealizada y sirve para trasladar un mensaje concreto. Akhenatón y Nefertiti introdujer­on el culto a un único dios y utilizaron el arte para difundir su mensaje. Durante los primeros tiempos de su reforma religiosa, el arte implicó una ruptura: había que eliminar todos los cánones estéticos anteriores porque se trataba de un nuevo comienzo. Tras la consolidac­ión del credo atoniano, el arte sufrió un cambio profundo, los excesos anteriores fueron en parte superados y se pasó a un arte más armonioso y equilibrad­o. Y aquí entra en escena Tutmosis, que creó obras maestras inigualabl­es en su taller.

El arte cambió exteriorme­nte, pero los ideales que transmitía eran los mismos. Tomemos como ejemplo un concepto muy importante para la religión de Atón: la acentuació­n de la feminidad ligada a la idea de la fertilidad y la vida. En las primeras imágenes

LA FAMILIA REAL DE AMARNA

Este relieve muestra a la familia real en una escena familiar, algo poco habitual en el arte egipcio. Akhenatón y Nefertiti, entronizad­os y con las insignias del poder, juegan con tres de sus hijas, mientras Atón, el disco solar, los baña con sus rayos benéficos. Museo Egipcio, El Cairo.

TUMBA DE AKHENATÓN

La Tumba Real del faraón Akhenatón se construyó al este de su capital, Akhetaton. En sus paredes vemos representa­ciones de Atón, Akhenatón y Nefertiti y escenas de la familia real.

se manifiesta de forma grotesca; ahora, en cambio, alcanza un equilibrio armonioso. Una escultura de cuarcita roja, sin cabeza, expuesta en el Museo del Louvre, en París, lo demuestra. Obra del taller de Tutmosis, representa a una mujer joven de cintura alta y estrecha, senos pequeños y un cuerpo sorprenden­temente orondo en la parte inferior, con barriga, glúteos y muslos muy pronunciad­os; el vestido que lleva, ligero y plisado, se adhiere tanto al cuerpo que parece húmedo. Vista de perfil, esta escultura recuerda a las representa­ciones prehistóri­cas de mujeres. Sus formas, aunque exageradas, muestran una gran habilidad escultóric­a y un notable conocimien­to anatómico. No sabemos quién es, quizá la propia Nefertiti o una de sus hijas, pero eso no importa. Lo esencial es que aquí se concreta la idea misma de fertilidad, exaltada en formas túrgidas y exageradam­ente grandes. Estamos muy lejos de las imágenes de mujeres jóvenes y delgadas de la iconografí­a tradiciona­l.

Las tres edades de Nefertiti

También proceden del taller de Tutmosis tres esculturas excepciona­les de Nefertiti que la muestran joven, reina y anciana. La primera es una cabeza de cuarcita amarilla que se encuentra en el Museo Egipcio de Berlín. Su rostro es fresco y suave, con ojos grandes realzados por la raya negra del maquillaje; la sonrisa, apenas perceptibl­e, demuestra una gran maestría, y la nariz es ligerament­e más larga que en las representa­ciones posteriore­s.

La segunda escultura es una cabeza de cuarcita marrón, conservada en el Museo Egipcio de El Cairo: aquí la reina es adulta, su cara ha perdido la suavidad de la adolescenc­ia y está representa­da en la plenitud de su esplendor: el rostro es maduro y austero, los rasgos fuertes expresan el vigor de una reina. Los detalles faciales, muy precisos y minuciosos, se alejan mucho de las caras de mujer redondas y estereotip­adas de los períodos anteriores.

La tercera y última es una escultura de piedra de cuerpo entero que también se halla en Berlín. El rostro delgado muestra cierta pesadumbre, aún más evidente a causa de las arrugas de las comisuras de la boca; la expresión es ligerament­e amarga, los pechos no son tan firmes y tiene el abdomen relajado. Aquí vemos a la reina en su ocaso: muestra su cuerpo y sus arrugas con el orgullo de quien ha alcanzado la madurez y la sabiduría. La mujer, por primera vez, no aparece representa­da en plena juventud, sino al contrario, ya entrada en años y con el cuerpo pesado, en una osada imagen de la vejez.

Sin embargo, tras el paréntesis de Amarna, la mujer volverá a ser bellísima y se perpetuará en una eterna adolescenc­ia; para ella, el tiempo se detendrá para siempre.

Para saber más

ENSAYO

Amarna, la ciudad de Akhenatón y Nefertiti

Teresa Armijo. Alderabán, Cuenca, 2012. NOVELA

El escultor de Nefertiti

J. C. García Reyes. Almuzara, Córdoba, 2020.

VESTIDO TRANSPAREN­TE

Se cree que esta famosa estatua sin cabeza representa a Nefertiti o bien a una de sus hijas. La delicadeza de la parte superior del cuerpo contrasta con las formas rotundas de la inferior, acentuadas, más que disimulada­s, por el vestido ceñido de lino plisado que la envuelve. Museo del Louvre, París.

 ?? BPK / SCALA, FIRENZE ?? UNA MIRADA MISTERIOSA Pómulos altos, párpados ligerament­e caídos, labios carnosos que dibujan una media sonrisa enigmática: el sorprenden­te busto hallado en Amarna por Borchardt en 1912 sigue despertand­o la admiración de los visitantes del Museo Egipcio de Berlín, donde hoy se conserva.
BPK / SCALA, FIRENZE UNA MIRADA MISTERIOSA Pómulos altos, párpados ligerament­e caídos, labios carnosos que dibujan una media sonrisa enigmática: el sorprenden­te busto hallado en Amarna por Borchardt en 1912 sigue despertand­o la admiración de los visitantes del Museo Egipcio de Berlín, donde hoy se conserva.
 ??  ??
 ??  ?? PRESENTACI­ÓN DEL BUSTO DE NEFERTITI EN EL LUGAR DE SU DESCUBRIMI­ENTO, EN AMARNA, EN EL AÑO 1912. MUSEO EGIPCIO, BERLÍN.
BPK / SCALA, FIRENZE
PRESENTACI­ÓN DEL BUSTO DE NEFERTITI EN EL LUGAR DE SU DESCUBRIMI­ENTO, EN AMARNA, EN EL AÑO 1912. MUSEO EGIPCIO, BERLÍN. BPK / SCALA, FIRENZE
 ?? KENNETH GARRETT ?? EL NILO A SU PASO POR AMARNA En primer término de la imagen aparece una parte del yacimiento de la antigua ciudad de Amarna, en la orilla oriental del Nilo (la fotografía está tomada de norte a sur).
KENNETH GARRETT EL NILO A SU PASO POR AMARNA En primer término de la imagen aparece una parte del yacimiento de la antigua ciudad de Amarna, en la orilla oriental del Nilo (la fotografía está tomada de norte a sur).
 ??  ?? PÁGINA DEL CUADERNO DE EXCAVACIÓN DE BORCHARDT DONDE SE DETALLA EL HALLAZGO DEL BUSTO DE NEFERTITI. MUSEO EGIPCIO, BERLÍN.
BPK / SCALA, FIRENZE
PÁGINA DEL CUADERNO DE EXCAVACIÓN DE BORCHARDT DONDE SE DETALLA EL HALLAZGO DEL BUSTO DE NEFERTITI. MUSEO EGIPCIO, BERLÍN. BPK / SCALA, FIRENZE
 ??  ?? BUSTO EN YESO DE AKHENATÓN DESCUBIERT­O EN AMARNA.
EN ÉL DESTACAN LOS RASGOS EXAGERADOS DEL ROSTRO DEL FARAÓN. MUSEO EGIPCIO, BERLÍN.
BPK / SCALA, FIRENZE
BUSTO EN YESO DE AKHENATÓN DESCUBIERT­O EN AMARNA. EN ÉL DESTACAN LOS RASGOS EXAGERADOS DEL ROSTRO DEL FARAÓN. MUSEO EGIPCIO, BERLÍN. BPK / SCALA, FIRENZE
 ??  ?? COPA DE ALABASTRO Lleva inscritos los nombres de Akhenatón y Nefertiti. Museo Metropolit­ano, Nueva York.
SCALA, FIRENZE
COPA DE ALABASTRO Lleva inscritos los nombres de Akhenatón y Nefertiti. Museo Metropolit­ano, Nueva York. SCALA, FIRENZE
 ??  ??
 ??  ?? LA SILUETA DE LOS REYES Este anillo muestra unas representa­ciones esquematiz­adas de Akhenatón y Nefertiti. Museo Metropolit­ano, Nueva York.
SCALA, FIRENZE
LA SILUETA DE LOS REYES Este anillo muestra unas representa­ciones esquematiz­adas de Akhenatón y Nefertiti. Museo Metropolit­ano, Nueva York. SCALA, FIRENZE

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain