LA FIEBRE ESPIRITISTA
LAS HERMANAS FOX vivían en una casa que tenía fama de estar habitada por el espíritu de alguien que había sido asesinado y enterrado allí unos años antes. Las dos hermanas más jóvenes, guiadas por la mayor, protagonizaban las sesiones en las que se comunicaban con el espíritu mediante golpeteos.
no, reconocida por sus poderes para hacer levitar objetos o «materializar» espíritus de personas fallecidas. El periódico El Liberal relataba una de sus sesiones en 1908: «Paladino ordenó apagar la luz del salón, que quedó a oscuras por completo. Poco a poco, en un ángulo del salón, las damas atisbaron una claridad intensa; después, llenas de la ansiedad del pánico, vieron que aquella luz dibujaba una silueta luminosa, y contemplaron el esqueleto de la Muerte, con su terrible mueca y su guadaña. No hay que decir el griterío que se armó; algunas damas, al sentir en su cara o en sus manos las manos de otras, lanzaban espantosos alaridos. Por fin, la médium fue menguando en sus bríos; su voz se fue apagando y con una orden de Paladino volvió la luz».
En España, Amalia Domingo Soler fue una gran exponente del movimiento espiritista. Ejerció como médium y fue la directora de La Luz del Porvenir, revista con artículos doctrinales y de divulgación del espiritismo. En sus Memorias relata una sesión espiritista de 1858 en Terrassa, en la que un médium le transmitió las palabras de su madre. «Al oír tal contestación, sentí en todo mi ser tan violenta sacudida, me sacudí de tal modo, que me es del todo imposible explicar lo que sentí [...] ¡Mi madre! […] Era la primera comunicación familiar que yo recibía».
Desenmascarados
Ya en aquella época, muchos no creían en estas voces de ultratumba y tildaban a los médiums de estafadores, falsificadores, magos y charlatanes. No iban equivocados, pues las sesiones espiritistas tenían truco. Los médiums jugaban con la sugestión de los presentes, con la oscuridad, que aumentaba la sensibilidad al sonido, y con la susceptibilidad. Pese a que, para disipar dudas, se ofrecían a que les ataran las manos y los pies, los médiums podían mover las mesas de forma imperceptible con los pulgares, usaban artilugios disimulados para golpear la mesa o bien recurrían a colaboradores ocultos.
No era sencillo sorprenderlos, aunque muchos al final confesaron sus tretas, como las hermanas Fox, que declararon que producían los golpeteos haciendo crujir sus propias articulaciones. Los escándalos, en todo caso, no impidieron que la moda del espiritismo se mantuviera hasta bien entrado el siglo XX.