Las cabezas de Ife
El alemán Leo Frobenius sostuvo que los bustos yoruba de la Nigeria medieval fueron obra de los griegos de la Antigüedad
En 1910, el alemán Frobenius halló en Nigeria una cabeza de bronce que lo llevó a desarrollar la teoría de que la Atlántida estuvo en África.
EnEn la primera mitad del siglo XX se organizaron catorce «expediciones alemanas de investigación en el interior de África». Las doce primeras fueron lideradas por el mismo hombre: un etnólogo y arqueólogo autodidacta llamado Leo Frobenius.
Frobenius (1873-1938) pasó su infancia y juventud leyendo las crónicas de los exploradores decimonónicos, que despertaron en él una poderosa atracción por el continente africano. Sus esfuerzos por labrarse un camino en el mundo de la etnología lo llevaron a trabajar en diversos museos. También intentó entrar en el mundo universitario, pero fue rechazado por las instancias académicas. Este duro golpe hizo que Frobenius se distanciara de la 1898 vida universitaria y eligiera seguir el camino de los exploradores. Decidió visitar África, que hasta entonces sólo conocía a través de sus lecturas.
Ife, ciudad sagrada
En 1904 hizo su primera expedición al Congo belga, de donde volvió dos años después con una colección de 8.000 objetos. Pero la expedición más importante, la que marcó un antes y un después en su vida, fue la cuarta, que tuvo lugar entre 1910 y 1912 y 1904 que le llevó a recorrer gran parte de los actuales Estados de Nigeria y Camerún.
Durante esa expedición, Frobenius realizó el hallazgo de su vida en tierras de los yoruba. Éstos constituyen el grupo étnico mayoritario del suroeste de Nigeria, y son conocidos por su mitología y religión, que constituye la base de cultos como la santería cubana. Uno de los destinos de Frobenius fue la ciudad de Ife, donde pasó tres semanas, aunque sin ser consciente de que se hallaba en una antigua ciudad-estado que fue uno de los centros políticos, comerciales y culturales más importantes de la Edad Media africana. El etnólogo alemán había oído hablar de una escultura dedicada al dios Olokun, la deidad del mar en el panteón yoruba. Cuando llegó 1910-1912 a Ife, preguntó por ella y lo condujeron a un bosque sagrado dedicado a esa divinidad. Allí, el sacerdote que custodiaba el bosque desenterró algo extraordinario, pero no fue una estatua, sino una cabeza de bronce, o más exactamente de una aleación de cobre.
La Cabeza de Olokun
El etnólogo quedó maravillado por la belleza de aquel objeto, conocido como la Cabeza de Olokun, y por la destreza artística de sus artífices. Pero el sacerdote volvió a enterrar la escultura, devolviéndola a su lugar de descanso. A partir de ese momento, Frobenius no dejó de insistir para comprar la pieza, hasta que finalmente –al menos según su versión– llegó a un acuerdo con el sacerdote para adquirirla. 1911-1928
De este modo, con la Cabeza de Olokun y otros muchos objetos artísticos en su poder, esculturas o figuras de terracota y bronce conseguidas mediante métodos poco claros, Frobenius y su caravana de más de cien personas se dispuso a dejar la ciudad. No obstante, cuando se difundió la noticia de que Frobenius se llevaba la cabeza hubo un gran revuelo entre los ancianos yoruba. El malestar culminó en una audiencia ante el rey tradicional de la ciudad, el Ooni de Ife. Frobenius intentó convencerlos de que podía hacerse una copia de la cabeza, pero las quejas persistieron y llegaron hasta las altas esferas de la administración colonial.
Así, cuando Frobenius ya estaba camino de la costa, las autoridades británicas lo interceptaron y le obligaron a devolver la Cabeza de Olokun y otros objetos adquiridos en Ife. De hecho, hecho, su guía e intérprete principal, Bida, fue encarcelado varios días y golpeado para que incriminara a Frobenius como ladrón de arte. Al final, el explorador prusiano volvió a Alemania sin su preciada cabeza, de la que guardó fotografías y dibujos. Aun así, recogió más de 5.000 objetos que distribuyó entre los museos de Leipzig, Berlín y Hamburgo que habían financiado su expedición.