LA MUJER EN LA VENTANA
En este relato, Betsabé es un personaje plano que no interviene y del que apenas sabemos nada. En cambio, en el segundo episodio se muestra mucho más activa como madre de Salomón. David había tenido varios hijos con distintas mujeres. Dos de ellos, Amón y Absalón, habían muerto, pero aún quedaba Adonías, hijo de Jaguit, que como primogénito tenía prioridad en la línea sucesoria, pese a que David había prometido a Betsabé que el hijo de ambos, Salomón, sería el futuro rey. Cuando David agonizaba en
El tema de esta placa de marfil del palacio asirio de Nimrud se ha hallado también en un marfil de Samaria y se ha relacionado con Jezabel. Museo Británico, Londres. su lecho, el profeta Natán tuvo conocimiento de que Adonías ya actuaba como si fuera el rey. Por ello, apremió a Betsabé para que interviniera ante David. Sus súplicas dieron fruto y, a la muerte de David, Salomón fue coronado, anulando las aspiraciones dinásticas del primogénito.
Poco después, Adonías quiso casarse con Abisag, la concubina que había cuidado de David en su vejez, y le pidió a Betsabé que expusiera su petición ante el nuevo rey. Salomón recibió a su madre con deferencia, se levantó del trono, se inclinó ante ella y la sentó a su derecha. No podemos saber si Betsabé quiso de verdad ayudar a Adonías o si, por el contrario, intuyó la terrible reacción de Salomón, quien consideró esta petición como un desafío a su poder y ordenó la muerte de su hermanastro. Sea como fuere, este episodio muestra la capacidad de persuasión e influencia de Betsabé.
La malvada Jezabel
Tras la muerte de Salomón, el reino judío se dividió en dos: el reino del Norte (Israel) y el del Sur (Judá). La casa de Omrí dirigió los destinos del reino del Norte entre 884 y 852 a.C. Esta dinastía tuvo un gran peso en la escena internacional, como atestiguan fuentes asirias, y, dado que comprendía una población heterogénea, sus reyes impulsaron una política de tolerancia religiosa, que aceptaba tanto el culto al Dios de Israel como a Baal, el dios cananeo de la fertilidad. Pero la Biblia deja a un lado los éxitos de la dinastía en política económica e internacional y la valora de forma muy negativa, precisamente por no prohibir los cultos cananeos. Dos miembros de este linaje que resultaron especialmente maltratados en el relato bíblico fueron Jezabel y su hija Atalía.
Jezabel era hija de Etbaal, rey fenicio de Tiro, y esposa de Ajab, rey de Israel. Como reina consorte se implicó en las tareas de gobierno de su marido, aunque según la Biblia lo hizo mostrando un carácter cruel y vengativo. Así lo ilustra la historia de Nabot. Ajab deseaba comprar una viña colindante con su palacio para convertirla en huerto. Nabot, el propietario, se negó, dado que el terreno formaba
La Biblia acusa a Jezabel de propiciar la lapidación de un hombre para apropiarse de su huerto