EL ODIADO VERSALLES
François-Marie Arouet nació en París en el año 1694, y desde muy joven destacó por su capacidad poética y por su facilidad para crear versos y frases ingeniosas. Tomó el sobrenombre de Voltaire (un acróstico de su nombre de pila) y lo transformó poco a poco en un sinónimo de arma literaria, hasta el extremo de que al poco tiempo lo volteriano era sinónimo de irreverente, combativo y casi subversivo. No obstante, sus principios discurrieron en los ambientes galantes de la corte francesa, y aunque trató de complacer primero al Regente, el duque de Orleans, y después a Luis XV, su tendencia natural a la ironía, cuando no al sarcasmo, siempre le causó problemas entre los más poderosos.
El irreverente
Por unos versos irrespetuosos, acabó encerrado en la Bastilla durante todo un año, y cuando consiguió la libertad se exilió en Inglaterra, donde escribió las Cartas filosóficas (también conocidas como Cartas inglesas), en las que criticaba con dureza al gobierno, al clero y a la intelectualidad francesa, obtusamente cartesiana. Fue un auténtico manifiesto contra su patria y contra los prohombres de su tierra, que lo obligó a exiliarse en Cirey, donde se alojó en el castillo del marido de su amante, la marquesa Du Châtelet, y se consagró plenamente al estudio dela obra de Newton.
En los años en que Luis XV gozó de gran popularidad, sobre todo después de la victoria francesa en la batalla de Fontenoy (1745), Voltaire dedicó al monarca un Panegírico tan zalamero y grandilocuente que el mismo rey lo ignoró, desconfiando de palabras tan lisonjeras. Quizá por ello, al poco, en su cuento Zadig Voltaire criticó con dureza a la corte de Versalles, su corrupción y la debilidad de los poderosos ante los halagos, y cargó en general contra la riqueza, que vuelve a los seres humanos avaros y crueles.
Ante la frialdad de la Corona, Voltaire dio un paso del que se arrepentiría toda su vida: aceptó la propuesta de Federico de Prusia y se trasladó a su corte de Potsdam, en el corazón de Prusia. «Un loco menos en mi corte y uno más en la de Federico», comentó displicentemente Luis XV cuando le informaron. Fue el inicio de un destierro que duró casi toda la vida de Voltaire.