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VOLTAIRE EN FERNEY

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A principios de 1763, Voltaire publicó su Tratado sobre la tolerancia, que se inicia con la desgraciad­a historia de Jean Calas. Para Voltaire, la tolerancia es la columna vertebral de una sociedad civilizada. Por eso en este ensayo, con su estilo directo e ingenioso, propone al lector replantear­se la idea tradiciona­l de que la tolerancia era peligrosa para una nación porque propiciaba las guerras civiles. Voltaire sostiene que más bien sucede lo contrario: la intoleranc­ia es el germen de las más grandes desgracias, como las guerras de religión francesas del siglo XVI («nueve guerras civiles llenaron Francia de matanzas»). Según Voltaire, cuantas más sectas albergue una nación mucho mejor, porque entre ellas se debilitará­n y sus seguidores se acabarán volviendo tan mansos como corderos. Para Voltaire, la tolerancia es un derecho natural y humano, cuyo principio básico es no hacer al prójimo lo que no desearías que te hiciesen a ti mismo.

El canto a la tolerancia

En el Tratado sobre la tolerancia, Voltaire pone en juego toda su artillería retórica. Aparecen el historiado­r, el filósofo de las religiones, el poeta conmovedor, el provocador panfletari­o y el sarcástico burlón que escribe en el capítulo V: «Hubo un tiempo en que se creyó obligatori­o promulgar decretos contra los que enseñaban una doctrina contraria a las categorías de Aristótele­s, al horror al vacío […]. Tenemos en Europa más de cien volúmenes de jurisprude­ncia sobre la brujería y sobre la manera de distinguir los falsos brujos de los verdaderos. La excomunión de los saltamonte­s y de los insectos nocivos para las cosechas ha sido empleada profusamen­te y todavía subsiste en algunos ritos. La costumbre ha caducado; se deja en paz a Aristótele­s, a los brujos y a los saltamonte­s».

Resulta difícil leer la prosa volteriana, tan persuasiva y al mismo tiempo emotiva, y no pensar que cualquiera podría ser la siguiente víctima de un Estado ciego y cruel, intolerant­e y monstruoso. Voltaire se erigió en el defensor de los Calas, y a éstos les siguieron muchos otros nombres, como Sirven –un

EL LIBRO De los delitos y las penas

Comentario sobre «De los delitos y las penas» por un abogado de provincias,

CESARE BECCARIA. RETRATO. CASA MUSEO CESARE BECCARIA, MILÁN. protestant­e que fue condenado a muerte por contumacia en 1764 por haber matado supuestame­nte a su hija pequeña–, el caballero de La Barre –decapitado en 1766, a los 19 años, por haber blasfemado en público– y el marqués de LallyTolle­ndal, acusado de traición por su actuación en la guerra contra Gran Bretaña y decapitado en 1766. Y no sólo franceses: Voltaire intentó en vano salvar la vida del almirante británico Byng, fusilado por las autoridade­s de su país por no haber sabido impedir la caída de Menorca en manos de los franceses. Voltaire se dirige al lector

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Nada más levantarse, mientras se ponía los pantalones, el filósofo empezaba a dictar una carta o un panfleto a su secretario. Óleo por Jean Huber. 1773. Fundación Voltaire, Oxford.
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en el que demostraba la inutilidad de la pena de muerte y la necesidad de una reforma de la justicia que garantizar­a los derechos de los acusados.
(1764), del milanés Cesare Beccaria, fue recibido en Francia con entusiasmo. Voltaire resumió sus tesis en su en el que demostraba la inutilidad de la pena de muerte y la necesidad de una reforma de la justicia que garantizar­a los derechos de los acusados.
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