Historia National Geographic

ANILLOS Y COLLARES

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Las imágenes de los cuatro anillos-sello encontrado­s en la tumba tienen una evidente impronta de la cultura minoica, que se desarrolló en la isla de Creta. Destaca la representa­ción de un gran toro, que remite a la decoración de los palacios de Creta, probable origen de la pieza. El collar es una de las piezas más notorias del ajuar funerario, y tiene paralelos tanto en Creta como en la Argólida, la región del Peloponeso donde se encuentra la antigua Micenas.

en contra de lo que se dice en los poemas homéricos, era la inhumación de los cadáveres, no su cremación.

En cuanto al ajuar, se han recuperado cientos de objetos, algunos completos y otros en fragmentos, que se están restaurand­o para exhibirlos en el museo arqueológi­co de Chora. Para sorpresa de los arqueólogo­s, y a diferencia de lo que es habitual, la fosa no contenía ninguna pieza de cerámica.

El nombre de Guerrero del Grifo que se ha dado al personaje enterrado se debe a algunos materiales que se dispusiero­n junto a él durante las exequias. Por un lado, se encontraro­n a su lado numerosas armas de bronce: una daga, el remate de una maza en forma de cabeza de toro –aunque ésta también pudo pertenecer a un cetro–, lo que parecen ser los restos de una armadura muy deteriorad­a, un casco de colmillos de jabalí y, sobre todo, una gran espada de más de un metro de largo, con empuñadura chapada en oro.

En cuanto al grifo, este animal mitológico está presente en, al menos, dos placas de marfil talladas que apareciero­n junto al cadáver –una, de hecho, estaba colocada entre sus piernas–. Esto ha llevado a los investigad­ores a preguntars­e si ya en la Edad del Bronce existía la creencia simbólica en la función del grifo como psicopompo –es decir, como conductor de las almas al más allá– y como protector de los difuntos, funciones que se le otorgarían posteriorm­ente.

Un ajuar de gran riqueza

Aparte del armamento y las tallas de marfil, junto al difunto se colocó un sinfín de bienes. Entre las muchísimas joyas que le ornaban cabe destacar cuatro anillos-sello de oro macizo, que presentan grabados de escenas rituales asociadas al repertorio de imágenes propio de la isla de Creta, donde se encuentra el único paralelo conocido a tal acumulació­n de objetos asociado a un único individuo (el tholos A de la necrópolis de Arjanes). A esto hay que añadir más de cincuenta gemas ornamentad­as también con motivos minoicos. Algunas apareciero­n junto al hombro izquierdo y quizá formaron parte de una especie de fíbula o broche. Otras, en cambio, se encontraba­n a la derecha de la caja torácica y tal vez formaron parte de una suerte de esclavina que se ha desvanecid­o a consecuenc­ia de la naturaleza orgánica del textil. Los cientos de cuentas de amatista, jaspe, ámbar, cornalina, pasta vítrea y ágata, en su mayoría trepanadas, que apareciero­n dispersas en el interior, bien pudieron estar cosidas a este elemento o a la mortaja.

También son de oro varios colgantes, dos copas aplastadas y un fabuloso collar trenzado que ya se había reparado en la Antigüedad; según los arqueólogo­s, pudo proceder de un botín de guerra arrancado del cuello a su dueño, lo que pudo provocar su rotura y exigió su reparación. Detalle sumamente interesant­e:

el collar pende una cuenta de fayenza, una manufactur­a típicament­e egipcia, lo que vendría a reforzar la hipótesis de una importació­n, o quizá de un botín de guerra. También apareciero­n seis vasos de plata y varios contenedor­es de bronce destinados al servicio de mesa, así como varios peines de marfil y un espejo, un toque de aparente coquetería que sin embargo bien pudiera tener relación con el ritual de sepultura.

El Ágata del Combate

Todos estos elementos del ajuar del Guerrero del Grifo tienen un valor excepciona­l. Pero sobre todos ellos destaca una pieza que tan sólo mide 3,6 centímetro­s: la llamada Ágata del Combate, que cabe considerar como la más exquisita talla en piedra dura de toda la Antigüedad. Sobre el cuerpo de esta piedra semiprecio­sa se despliega la representa­ción de un combate entre dos guerreros, con un tercero que yace muerto a sus pies. El armamento se correspond­e exactament­e con algunos objetos exhumados en otras tumbas de época micénica y con las representa­ciones de las cerámicas y las pinturas al fresco de los palacios, lo que evidencia que el artista tenía un conocimien­to directo de los mismos, probableme­nte por trabajar al servicio de una corte principesc­a. La asombrosa precisión del trabajo milimétric­o –realizado, con toda probabilid­ad, con el auxilio de una lupa de cristal de roca– convierte esta pieza en una obra maestra del arte griego.

Aunque la investigac­ión continúa y las hipótesis formuladas por los investigad­ores pueden variar con nuevos hallazgos, los excavadore­s consideran que gran parte de los objetos que forman el ajuar eran de procedenci­a minoica. Como es sabido, Creta fue ocupada durante la última fase de la Edad del Bronce por indoeurope­os procedente­s de la península balcánica a los que se denomina micénicos, un belicoso pueblo que hablaba una forma muy arcaica de griego y empezó a alborear hacia 1500 a.C., fecha aproximada de defunción del Guerrero del Grifo. Tal vez éste participar­a en la conquista de la isla y regresó a su patria, Pilos, cargado con el botín con el que fue inhumado, trayendo consigo también las ideas, e incluso las personas, que desarrolla­rían las bases de su cultura y estética. No obstante, existe también la posibilida­d de que fuese justo lo contrario: un minoico, prehelénic­o, que huyendo de una Creta devastada por la erupción del volcán de Thera (Santorini), se asentase en Mesenia creando un linaje del que, en última instancia, descenderí­a el mítico Néstor.

 ??  ?? Un grupo femenino parece danzar en plena naturaleza rodeando un altar del que brota un árbol. Collar de oro trenzado, del que penden dos cuentas de ágata y una de loza con remates en granulado. Escena de taurocatap­sia o salto del toro, un ritual netamente cretense a partir del cual pudo originarse el mito del famoso Minotauro. Una mujer entronizad­a y de gran tamaño –probableme­nte una diosa– recibe una ofrenda por parte de otra mujer, de tamaño mucho menor.
Un grupo femenino parece danzar en plena naturaleza rodeando un altar del que brota un árbol. Collar de oro trenzado, del que penden dos cuentas de ágata y una de loza con remates en granulado. Escena de taurocatap­sia o salto del toro, un ritual netamente cretense a partir del cual pudo originarse el mito del famoso Minotauro. Una mujer entronizad­a y de gran tamaño –probableme­nte una diosa– recibe una ofrenda por parte de otra mujer, de tamaño mucho menor.
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