MURO EN GERGOVIA
siguió. Los supervivientes se unieron a Vercingétorix, arrepentidos de no haberlo escuchado, «y así, mientras que los fracasos suelen debilitar la autoridad de un líder, su prestigio, al contrario, aumentaba día a día gracias a la derrota sufrida», observa César con su habitual perspicacia.
El triunfo de Gergovia
Tras reponerse en Avaricum, el procónsul se puso en marcha de nuevo hacia Auvernia. Vercingétorix hizo otro tanto, pero manteniéndose fuera de su alcance. Los dos ejércitos marcharon en paralelo por las dos orillas del río Allier, hasta que César, con una artimaña, consiguió cruzarlo y situarse detrás de los galos, quienes aceleraron el paso
VERCINGÉTORIX era, además de guerrero, un buen orador. Julio César reproduce el discurso en el que el líder arverno explicó a los bituriges la necesidad de aplicar una estrategia de tierra quemada contra los romanos. «Por conservar la vida debían menospreciarse las haciendas y comodidades, resolviéndose a quemar las aldeas y caseríos que hay en los alrededores, pues a los romanos lo mismo era matarlos que privarles del bagaje, sin el cual no se puede hacer la guerra». Los bituriges arrasaron buena parte de su territorio, pero en una nueva reunión suplicaron que no los obligaran a quemar su capital Avaricum. El resto de galos accedieron, en contra del parecer de Vercingétorix, quien sin embargo lo aceptó al final «por los ruegos de los jefes bituriges y la compasión por el pueblo».