Viajar en carro en Roma
Los romanos usaron diversos tipos de carruajes para transportar mercancías y realizar todo tipo de viajes
Los romanos usaban todo tipo de carruajes para hacer trayectos largos y cortos y transportar mercancías.
EnEn la antigua Roma había un carruaje para cada ocasión. Desde el ciudadano de a pie hasta el emperador, pasando por transportistas, gente de buena familia, funcionarios públicos, generales triunfantes e incluso los mismos dioses, todos iban a necesitar utilizar un carruaje en su vida.
Había carros específicamente destinados a funciones ceremoniales. Así, la tensa era un carro de dos ruedas tirado por cuatro caballos y decorado con relieves que adornaban su caja rectangular. Servía para el transporte de objetos sagrados y de las estatuas de las divinidades que desfilaban en las procesiones inaugurales de los juegos circenses. Estos carros tenían sus propias cocheras en un templo situado a los pies del Capitolio.
En los desfiles triunfales que recorrían las calles, los generales utilizaban un carro especial. De caja semicircular ricamente decorada con relieves alusivos a la victoria, tenía un realce en su interior para dar altura al ocupante, de modo que pudiera ser contemplado con mayor facilidad por el pueblo. Para que el mal de ojo no empañara la gloria del general triunfante se colgaban amuletos protectores en el eje del carro. Solía ir tirado por cuatro caballos blancos, aunque también hay testimonios del uso de seis caballos e incluso de elefantes.
Vamos de paseo
En los desplazamientos personales, los romanos usaban otro tipo de carruajes. Para los viajes rápidos fuera de la ciudad había diversos carros de dos ruedas. El cisium era un carro ligero tirado por uno o dos caballos y con sitio para dos personas, el conductor y su acompañante, más algo de equipaje. Este carro también podía alquilarse con cochero en lugares de estacionamiento cerca de las puertas de las ciudades. El covinnus era otro carro ligero que fue alabado por el poeta hispano Marcial como preferible a otros carruajes por ser pequeño y agradable para dar un paseo y charlar con un amigo sin la presencia de un molesto conductor.
El essedum era parecido al cisium, pero más grande y sólido, con dos plazas más un puesto para el cochero en la parte delantera y en posición más baja. Lo utilizaban los emperadores romanos: Augusto comía en él pan y dátiles y Claudio había instalado en uno un tablero para jugar a los dados, su pasión favorita.