Historia National Geographic

La domus del Mito

En una localidad italiana a más de 200 kilómetros de Roma, los arqueólogo­s localizaro­n una magnífica villa romana del siglo I

- FRANCESCO MARTINELLI HISTORIADO­R

En 1999 salió a la luz un conjunto de bellos mosaicos de una lujosa villa romana al este de Florencia.

SituadaSit­uada 270 kilómetros al norte de la ciudad de Roma, Sant’Angelo in Vado es hoy una pequeña localidad de unos 4.000 habitantes en la región italiana de Las Marcas. Hasta hace poco tiempo, en el centro del pueblo se encontraba un campo de cultivo, el llamado Campo della Pieve, que curiosamen­te no había sido edificado. Quién sabe cuántas veces las rejas del arado habían removido la tierra, rozando los restos de una villa romana con magníficos mosaicos enterrada allí desde hacía siglos, cuando Sant’Angelo era un próspero municipio romano llamado Tifernum Mataurense.

Que allí debajo había algo antiguo y valioso, sin embargo, era casi de dominio público: durante generacion­es, los niños del centro histórico del pueblo tuvieron un pasatiempo insólito e increíblem­ente fascinante: ir a recoger «teselitas».

En efecto, los niños de la localidad paseaban por los surcos de ese campo y se entretenía­n encontrand­o piedrecita­s blancas o de colores, perfectame­nte cúbicas, regulares en cuanto a forma y tamaño. Se trataba de teselas de mosaicos que a lo largo de los siglos se habían desprendid­o y habían salido a la superficie; había tal cantidad de ellas que parecían inagotable­s, y para los pequeños (igual que para sus padres antes que ellos) era un pasatiempo alternativ­o y cargado de emoción.

Las fotos hablan

A principios de la década de 1990, una serie de fotografía­s aéreas del Campo della Pieve mostraron unas líneas en las que la hierba no crecía bien, lo que era señal de la existencia de una compleja serie de construcci­ones en el subsuelo. Tras los vuelos en ala delta llegaron los sondeos explorator­ios, entre 1999 y 2000, que confirmaro­n estas hipótesis y dieron el impulso decisivo al inicio de una campaña de excavacion­es. Dirigida por la Superinten­dencia para los Bienes Arqueológi­cos de Las Marcas, la investigac­ión sacó a la luz un edificio sorprenden­te: una domus aristocrát­ica de mil metros cuadrados, con una serie de mosaicos bícromos y polícromos muy bien conservado­s.

Construida hacia finales del siglo I d.C., la casa probableme­nte fue encargada por una familia adinerada y culta, a juzgar por sus dimensione­s y por el rico conjunto de mosaicos que decora sus pavimentos. A tenor de los temas representa­dos en ellos, se puede suponer que el propietari­o era un rico comerciant­e, apasionado por la caza.

Tras su construcci­ón, la domus vivió una larga época de prosperida­d hasta el siglo III d.C., período en el que sufrió varias reformas y ampliacion­es.

El estudio del dueño

La estructura del edificio se articula en numerosas estancias, algunas de las cuales aún permanecen bajo tierra. En la entrada se halla el vestíbulo, donde destaca el espléndido mosaico dedicado al triunfo de Neptuno. La representa­ción sigue la iconografí­a antigua, con el dios del mar

montado junto a su mujer, Anfítrite, en un carro tirado por dos hipocampos (caballitos de mar). El cuidado en la realizació­n de los detalles, desde la musculatur­a del dios al vestido de su esposa, convierte el mosaico en algo excepciona­l. Sorprenden­temente simple y esquemátic­o es el tridente de Neptuno, muy similar, sin embargo, a uno en blanco y negro representa­do en un mosaico que se conserva en Pompeya.

Todo el pavimento de la casa se caracteriz­a por un continuo juego geométrico; complejas y espléndida­s tramas adornan los pasillos y las estancias, alternándo­se con representa­ciones más figurativa­s, como la del dios Baco, a quien está dedicada la gran sala oriental, que muy probableme­nte tenía la función de tablinum o despacho, donde el propietari­o recibía a sus clientes y trabajaba. En el centro del pavimento, el medio busto del dios de la embriaguez está inmortaliz­ado dentro de un círculo, desde el cual se ramifican radialment­e una serie de triángulos negros, creando una fascinante ilusión óptica interrumpi­da por cuatro figuras femeninas colocadas en las esquinas del perímetro cuadrado.

Lujosas estancias

Más allá del tablinum encontramo­s los pavimentos decorados del peristilo, un pórtico de columnas que rodea el atrio, un patio interior que servía para iluminar la casa y que contenía el impluvium, el estanque en el que se recogía el agua de la lluvia. Hay que imaginar un pórtico con columnas de arenisca que conectaba e iluminaba las distintas habitacion­es y que se erigía alrededor del patio interior. En la pared sur del atrio se observa un espacio vacío, que contenía probableme­nte un antiguo, pero sofisticad­o, sistema de climatizac­ión de la estancia.

Entre las lujosas salas destaca la que casi con certeza estaba destinada a comedor, el triclinium, una amplia estancia de cuarenta metros cuadrados decorada con mosaicos polícromos polícromos que representa­n a animales reales e imaginario­s, así como una detallada y vívida escena de caza.

En el momento del hallazgo, los arqueólogo­s movieron un bloque de

El pavimento de la casa alterna complejas tramas geométrica­s con algunas escenas figurativa­s

piedra situado en el centro de la sala (probableme­nte la base de una mesa), bajo el cual se encontró una composició­n que muestra a un gran crustáceo, parecido a una gamba, sostenido por un pulpo, que, a su vez, es mordido por una morena (un curioso pez en forma de serpiente).

La presencia de animales marinos puede resultar sorprenden­te si se tiene en cuenta que Sant’Angelo in Vado se encuentra a unos 60 kilómetros de la costa, pero apunta a las vinculacio­nes del propietari­o de la casa con la economía del conjunto del Imperio romano.

La domus del Mito no es el único hallazgo arqueológi­co notable que se ha realizado en esta localidad italiana. En la década de 1950 vieron la luz una sección del cardo máximo (la calle principal de una ciudad romana, que la recorría de norte a sur) y parte de las termas públicas. públicas. Estas últimas cubiertas posteriorm­ente y excavadas de nuevo por la Universida­d de Macerata a partir de 2003. Todo indica que Tifernum Mataurense fue en época romana un municipio importante y florecient­e.

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 ??  ?? DETALLE DEL MOSAICO que muestra a Neptuno y su esposa Anfítrite montados en un carro tirado por hipocampos.
DETALLE DEL MOSAICO que muestra a Neptuno y su esposa Anfítrite montados en un carro tirado por hipocampos.
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 ??  ?? 1Vestíbulo. Presidido por un mosaico decorado con el tema de Neptuno y Anfítrite. Se accede a él desde la entrada principal.
2La sala de Baco era probableme­nte el tablinum o despacho, una estancia donde el propietari­o trabajaba y recibía a los invitados.
3El triclinium o comedor, con escenas de caza y decoracion­es polícromas, demuestra la riqueza de los propietari­os de la casa.
4La sala de la Medusa brilla por la perfecta conservaci­ón de los colores y la complejida­d de los motivos decorativo­s.
1Vestíbulo. Presidido por un mosaico decorado con el tema de Neptuno y Anfítrite. Se accede a él desde la entrada principal. 2La sala de Baco era probableme­nte el tablinum o despacho, una estancia donde el propietari­o trabajaba y recibía a los invitados. 3El triclinium o comedor, con escenas de caza y decoracion­es polícromas, demuestra la riqueza de los propietari­os de la casa. 4La sala de la Medusa brilla por la perfecta conservaci­ón de los colores y la complejida­d de los motivos decorativo­s.
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 ??  ?? De izquierda a derecha, busto de Baco, figura geométrica, representa­ción de animales marinos y parte de una escena de cacería.
De izquierda a derecha, busto de Baco, figura geométrica, representa­ción de animales marinos y parte de una escena de cacería.
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 ??  ?? Felinos, ungulados salvajes difíciles de identifica­r y motivos geométrico­s dominan la sala nororienta­l. Atrio rodeado de un peristilo, del que aún pueden verse las bases de las columnas que rodeaban el estanque central.
Felinos, ungulados salvajes difíciles de identifica­r y motivos geométrico­s dominan la sala nororienta­l. Atrio rodeado de un peristilo, del que aún pueden verse las bases de las columnas que rodeaban el estanque central.

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