LA TUMBA DEL FARAÓN AMENHOTEP II
La KV35 tiene la típica estructura en forma de «L» de las sepulturas reales de la dinastía XVIII. Mide 92 m de largo y es una de las más profundas del Valle de los Reyes.
SALA COLUMNADA
Al lado izquierdo del pozo se abre una sala 5 sustentada por dos gruesos pilares sin decorar. Una escalera 6 lleva hasta la cámara funeraria.
CÁMARA FUNERARIA
La sostienen seis pilares cuadrados repartidos en dos hileras 7. Tiene cuatro salas laterales, en las que aparecieron tres momias 8 y el escondite con el resto 9. Unas escaleras llevan a la cripta con el sarcófago real .
que fue un magnífico ajuar funerario. Loret se percató de que la tumba fue violada en la antigüedad y pensó que poco o nada nuevo cabía esperar. Pero se equivocaba.
Tras sobrepasar el pozo, el arqueólogo se encontró en una sala rectangular sustentada por dos pilares. De pronto, a la débil luz de su vela, tuvo el primer sobresalto de los varios que le esperaban. Un hombre joven y desnudo yacía sobre el modelo de una barca. No parecía una momia, y sin embargo lo era. Los ladrones le habían despojado de su mortaja tras robarle las joyas que muy probablemente llevaba.
La sala del sarcófago
Al fondo de la sala, una escalera descendente permitió a los dos hombres acceder a un corto pasadizo y luego a una especie de vestíbulo que daba a otro pasadizo. Al final llegaron a una gran sala con seis pilares alineados en dos hileras. Sus lados mostraban, en dibujos apenas coloreados, al rey ante varias deidades. Nueva sorpresa: sobre ellos aparecía el nombre del propietario de la tumba, Amenhotep II. Fue entonces cuando Loret pensó que el joven desnudo sobre la barca podría ser el príncipe Webensennu, uno de los hijos del faraón y director de las caballerizas reales.
Siempre pisando una capa de objetos rotos de madera, cerámica y alabastro, el excavador bajó por una nueva escalera hasta al nivel inferior de la sala. En su centro halló un gran sarcófago de piedra, similar, aunque más grande, al que había encontrado en la tumba de Tutmosis III. Allí le aguardaba la segunda sorpresa del día. Porque en el interior del sarcófago, desprovisto de su tapa, había un ataúd cerrado con una corona de hojas secas en los pies y flores en la cabecera. Loret no daba crédito a sus ojos. Dado el desastroso estado en que los ladrones habían dejado la tumba, ¿sería posible encontrar lo que hasta entonces ningún egiptólogo había logrado encontrar: la momia intacta de un rey?
Las tres momias
Aturdido por el inesperado descubrimiento, Loret decidió dejar para más adelante la apertura del sarcófago. Optó por investigar primero las cuatro salas que circundaban la cámara funeraria. En la primera cámara de la izquierda quedaban indicios de lo que se había almacenado allí más de tres mil años atrás: víveres para sobrevivir en el más allá. En la segunda cámara había restos de material ritual funerario y de estatuas reales. Pero la gran sorpresa del día esperaba en la primera cámara de la derecha. En un rincón
En la primera cámara de la derecha, Loret halló tres cuerpos que yacían medio cubiertos por los harapos de sus mortajas
de la estancia yacían tres cuerpos medio cubiertos por los harapos de sus mortajas: tres momias a las que antiguos saqueadores habían despojado de sus vendajes, dejando a la vista su cuerpo y sus rostros.
Este hallazgo merece una descripción detenida, ya que los tres cuerpos han sido objeto de polémica hasta hace muy poco tiempo. Hoy se cree que uno de ellos, el de un joven príncipe con una trenza, podría corresponder a Webensennu, lo que cambiaría la identidad hasta ahora atribuida al cuerpo hallado sobre la barca. También se ha sugerido que podría ser un personaje cincuenta años posterior: Tutmosis, el primogénito del rey Amenhotep III, fallecido prematuramente. En cuanto a otro de los cuerpos, quizás el de