EL TÁBANO DE LA CIUDAD
PLATÓN, en su Apología, que recoge la defensa de Sócrates ante el tribunal, refiere que su maestro se dirigió a los jueces diciéndoles que el dios lo había puesto en Atenas para que actuara de manera semejante al tábano que aguijonea a un caballo grande y lento: «Como tal, despertándoos, persuadiéndoos y reprochándoos uno a uno, no cesaré durante todo el día de posarme en todas partes».