Niflhel, el destino de los criminales
DOSDOS ESTROFAS del poema Völuspá, cuya narradora es una völva, profetisa y sabia, hacen entrever que los criminales acaban en Niflhel, una parte de Hel, donde son torturados. «Vi una gran sala, lejos del sol, / Que en la Orilla de los Muertos se yergue, / sus puertas mirando al norte. / A través del hueco del humo caen gotas de veneno / pues serpientes rodean las paredes de la sala. / En ríos salvajes vi vadear / a traidores y asesinos, / embaucadores y mujeres. / Allí la gran serpiente Nidhogg se bebe la sangre de los caídos / y el lobo destrozaba la carne humana».