Historia National Geographic

Una pandemia en tiempos de Akhenatón

Las fuentes de la Antigüedad hablan de una terrible plaga que se extendió por el Mediterrán­eo oriental a mediados del siglo XIV a.C. y acabó con miles de vidas

- JOSÉ LULL EGIPTÓLOGO

AloAlo largo de la historia se han dado numerosos episodios de epidemias y pandemias, designadas durante siglos con el tér-mino tér-mino genérico de «peste», que han ocasionado enormes mortandade­s. Sin embargo, en el mundo antiguo no es sencillo rastrear episodios de este tipo, y aún menos en Egipto. Recienmias temente, un equipo italiano halló en una tumba tebana pruebas del paso de la llamada «peste de Cipriano», una epidemia que afectó severament­e al Imperio romano desde mediados del siglo III d.C. Podría tratarse de viruela, pues sus síntomas incluían vómitos, fiebre y aparición de llagas en la boca y erupciones cutáneas. Con anteriorid­ad a ésta, una de las epidemejor

epidemejor documentad­as fue la que afectó a Atenas durante unos años desde 430 a.C., y que, según Tucídides, procedía de Etiopía.

Aparte de las descripcio­nes y los remedios que contienen los papiros médicos (así llamados porque su contenido se relaciona con la medicina), las primeras pruebas de una epidemia en Egipto se sitúan en la

época de Amarna. Con este nombre se conoce el período de apenas 17 años (1341-1325 a.C.) en que el faraón Amenhotep IV tomó el nombre de Akhenatón y gobernó desde su nueva capital: Akhetatón (la actual Tell el-Amarna), a 300 kilómetros al norte de la anterior capital, Tebas. Encontramo­s referencia­s a esta epidemia en varios textos, no sólo egipcios, lo que nos permite deducir su ámbito geográfico y el tiempo que duró, aunque es difícil saber cuántas personas murieron.

Enfermos confinados

Es posible que los primeros brotes se produjesen durante el reinado de Amenhotep III, padre de Akhenatón. El historiado­r Flavio Josefo, en su obra Contra Apión, evoca una conversaci­ón entre el mencionado monarca y el sabio Amenhotep hijo de Hapu: «[El rey Amenhotep III] tuvo el deseo de contemplar a los dioses […]. Su tocayo le contestó que podría ver a los dioses si limpiaba toda la tierra de leprosos y personas contaminad­as. El rey se contentó con aquella respuesta y mandó reunir a todos los que había en Egipto cuyos cuerpos sufrían enfermedad. En total eran 80.000. A continuaci­ón los deportó a las canteras del este del Nilo para que trabajaran allí separados del resto de los egipcios. Entre ellos, añade Manetón, había algunos príncipes dotados de educación que se habían visto afectados por la lepra».

Este fragmento es de gran interés, pues recuerda una enfermedad que afectó a decenas de miles de egipcios de toda condición. Por desgracia, no tenemos otros documentos que sirvan para corroborar la expulsión de los enfermos a las canteras del desierto oriental. Si así se hizo, fue como llevarles a una muerte segura. En todo caso, hay otros indicios de que durante el reinado de Amenhotep III se inició la propagació­n de una peste. Uno es la enorme y excepciona­l cantidad cantidad de estatuas de Sekhmet, la diosa de las plagas, que se tallaron durante su reinado. Se calcula que en su templo funerario había 730, de modo que constituía­n una letanía en piedra que servía para apaciguar a la diosa y así librar al rey y a Egipto de enfermedad­es y males. Igualmente es significat­ivo que, en el año 36 de Amenhotep III (1344 a.C.), el rey Tushratta de Mitanni enviara a Egipto una embajada con una estatua de la diosa Ishtar. La diosa tenía propiedade­s curativas y se la invocaba para eliminar maldicione­s y luchar contra plagas; en este caso podría haber protegido a la recién llegada princesa mitannia Tadukhepa y, por extensión, a la familia real egipcia.

Es posible que la peste afectase a varios miembros de la familia de Akhenatón, como al parecer a las princesas Maketaton, Nefernefer­ure

Amenhotep III mandó tallar infinidad de estatuas de Sekhmet, la diosa egipcia de las plagas

y Setepenre, que murieron, con muy poco tiempo de diferencia, después del año 12 de Akhenatón (1330 a.C.). La madre del rey también falleció en esos años, quizá por la misma causa.

Otras muertes acontecida­s en los siguientes años, como las de la esposa real Kiya, el propio Akhenatón, el rey Smenkhkare o la reina Ankhetkhep­erure Nefernefer­uatón también pudieron haber sido causadas por la peste, si bien no es posible asegurarlo.

El mal se prolongó durante el reinado de Akhenatón y alcanzó a su nueva capital en Amarna, como sugieren algunos hallazgos arqueológi­cos. En el poblado de los trabajador­es de la ciudad se ha constatado la frecuente aparición de pulgas humanas y chinches, lo que lleva a pensar que las condicione­s para la propagació­n de enfermedad­es epidémicas eran ideales, ya que estos estos parásitos son portadores de patógenos. En el cementerio norte de Amarna, cerca del 43 por ciento de las tumbas estudiadas contienen enterramie­ntos múltiples, hasta con seis individuos. Muchos comparten la misma esterilla, lo que indica que fueron enterrados al mismo tiempo, y más del 90 por ciento de los esqueletos estudiados correspond­en a personas de entre 7 y 25 años. Estos datos podrían asociarse a la irrupción de una epidemia en la ciudad. También se han analizado cientos de esqueletos del cementerio cementerio sur de Amarna, donde se calcula que hubo unos 6.000 enterramie­ntos. Aquí, el índice de mortalidad entre los jóvenes

Las fuentes hititas evocan el efecto de la epidemia en su territorio. Aquí se reproduce un fragmento de la de Mursili II.

«¡Oh! dioses, mis señores; ¿qué es esto? Habéis permitido que entre en Hatti, de modo que Hatti ha sido muy oprimido en la época de mi padre [Suppiluliu­ma], en la época de mi hermano [Arnuwanda II] y ahora […]. Durante

la gente ha estado muriendo [en gran cantidad] en Hatti. Hatti [ha sido duramente dañado] por la peste […]. [Si alguien] tiene un niño […] la peste se lo [arrebata]. Si llega a la edad adulta,

La plaga se extiende

no alcanzará la vejez [...]. Cuando los hombres están muriendo en el país de Hatti y la plaga no ha desapareci­do de ningún modo del país de Hatti, yo no puedo sufrir más de mi corazón y no puedo sufrir más la angustia de mi alma [...]. He admitido ante el dios de la Tempestad [...]. ¡Óyeme, dios de la Tempestad de Hatti, y salva mi vida!». es anormalmen­te alto, y se detectan malas condicione­s de nutrición, así como anemia y patologías relacionad­as con un trabajo muy duro. Además, el 50 por ciento de los individuos enterrados fueron infectados por la malaria, que podría haber sido endémica. Recordemos que en la propia momia de Tutankhamó­n se detectó la presencia de malaria, enfermedad que, unida a otras patologías e infeccione­s, pudo provocar la temprana muerte del faraón.

Fuera de Egipto, en las mismas fechas la peste afectó también a Alashiya, nombre que los egipcios daban a Chipre. En una carta, su rey informa al faraón de cómo la epidemia había acabado con la vida de muchos mineros, lo que redujo considerab­lemente su capacidad de extracción de cobre, su principal fuente de riqueza.

En la región de Canaán la peste se propagó por diversas poblacione­s. En una misiva, el señor de Biblos indica que en el vecino pueblo de Sumur había peste, y en otra es el señor de Amurru el que dice que la peste está en su tierra. También el señor de Megiddo escribe al faraón para decirle que «la ciudad está arruinada por una epidemia y por pestilenci­a».

Otra región gravemente afectada por la epidemia fue Anatolia. Así se expresa en una Oración por la plaga, escrita por el rey hitita Mursili II. En ella se especifica, además, que quienes expandiero­n la enfermedad fueron los soldados egipcios apresados tras una batalla en la tierra de Amqa y deportados a Hatti, el país de los hititas, en Anatolia. De hecho, es probable que el propio Mursili II subiera al trono gracias a la epidemia, ya que tanto la muerte de su padre, el gran rey hitita Suppiluliu­ma I, hacia 1322 a.C. (poco después de la captura de los soldados egipcios) como la del hermano de Mursili y nuevo soberano, Arnuwanda II, que tuvo un reinado muy breve, pueden vincularse a la propagació­n de la peste en tierras de Hatti. Estos acontecimi­entos son contemporá­neos al inicio del reinado de Tutankhamó­n en Egipto.

En definitiva, la epidemia actuó durante muchos años en Egipto y se expandió por Chipre y Canaán, desde donde alcanzó el corazón de Hatti a través de prisionero­s egipcios infectados. El comercio y la guerra la debieron de extender a otros reinos de Anatolia, y quién sabe si más allá.

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Un médico egipcio atiende a un enfermo. Detrás del paciente, un ayudante del galeno sostiene un papiro con recetas y remedios.
ROBERT THOM / ALAMY / ACI CONSULTA MÉDICA. Un médico egipcio atiende a un enfermo. Detrás del paciente, un ayudante del galeno sostiene un papiro con recetas y remedios.
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BRIDGEMAN / ACI ESTATUA DE SEKHMET. REINADO DE AMENHOTEP III. MUSEO DEL LOUVRE, PARÍS.
 ??  ?? RUINAS del palacio de Amarna, construido por Akhenatón. Las necrópolis de la ciudad dan cuenta del impacto de la plaga durante el reinado del faraón.
RUINAS del palacio de Amarna, construido por Akhenatón. Las necrópolis de la ciudad dan cuenta del impacto de la plaga durante el reinado del faraón.
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TESHUB, DIOS HITITA DE LAS TORMENTAS, REPRESENTA­DO EN UNA ESTELA DE BASALTO. EN SUS MANOS BLANDE UN RAYO TRIPLE Y UN HACHA. SIGLO IX A.C.

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