CELEBRACIÓN BÁQUICA
No olvidemos, por último, que la famosa pitonisa de Delfos, por cuya boca el dios Apolo emitía sus oráculos, era una mujer.
Las mujeres también protagonizaban los rituales funerarios. Preparaban el cuerpo de los difuntos, ungiéndolos y vistiéndolos, y formaban parte de la procesión fúnebre, en la que desempeñaban el papel de plañideras y manifestaban de forma explícita el dolor, lo que contrastaba con la actitud silenciosa de los hombres. También salían de sus hogares para visitar a otras mujeres o tomar parte en las ceremonias del matrimonio.
Sabemos con certeza que las mujeres no podían trabajar como actrices y participar en las representaciones teatrales, pero no hay acuerdo entre los investigadores sobre si podían asistir a los espectáculos teatrales.
Más libertad
El acceso de las mujeres a espacios tradicionalmente masculinos variaba según la ciudad, siendo Atenas el ejemplo más restrictivo. Es notorio el caso de Esparta, donde gozaban de mayor libertad. Licurgo, que estableció las leyes de esta ciudad, instituyó el entrenamiento físico para ambos sexos, aunque el objetivo de esta práctica no era fomentar la
igualdad sino favorecer la existencia de mujeres robustas que soportaran mejor el parto. En cualquier caso, es razonable pensar que las espartanas vivieran menos recluidas que las atenienses; no en vano Aristóteles afirmó en su Política que «este mal les ocurrió a los lacedemonios [los espartanos] desde un principio, o sea la excesiva libertad de sus mujeres, a causa de las prolongadas ausencias con motivo de las guerras que sostuvieron».
Al igual que podían existir diferencias entre las polis, también las había entre clases sociales. Curiosamente, las esclavas gozaban de mayor libertad, ya que era habitual que acudieran al mercado o a la fuente para aprovisionarse de agua, como vemos en la decoración de algunas cerámicas... Y las mujeres de las clases pobres trabajaban: lavanderas, tejedoras, vendedoras, nodrizas y parteras eran profesiones de carácter femenino.