Historia National Geographic

Assurbanip­al, el rey sabio

El gran conquistad­or del siglo VII a.C. se preciaba de poseer un saber excepciona­l y creó en Nínive la mayor biblioteca de su época

- POR JORDI VIDAL PALOMINO

Destacado líder militar que llevó a Asiria al cénit de su poder, Assurbanip­al alardeaba de poseer una sabiduría excepciona­l. Su interés por la ciencia lo llevó a crear en Nínive la mayor biblioteca de su tiempo, enriquecid­a con textos confiscado­s a sus enemigos.

HaceHace tres mil años surgió el mayor imperio que la humanidad había conocido hasta entonces: el Im-perio Im-perio asirio. Los belicosos asirios, establecid­os en el norte de Mesopotami­a (el territorio comprendid­o entre los ríos Tigris y Éufrates, en el actual Irak), ya habían construido con anteriorid­ad poderosos reinos que habían acabado por sucumbir a causa de las disputas internas y los ataques de otros gobernante­s, como los soberanos de Babilonia y de Mitanni. Durante el reinado de Assarhadón (681-669 a.C.), los asirios llegaron a dominar un vasto territorio, que se extendía desde las orillas del golfo Pérsico hasta el delta del Nilo, dándoles el control de las rutas comerciale­s por donde circulaban los metales de Anatolia, el oro y el marfil de Egipto, el precioso lapislázul­i procedente de Afganistán o el incienso de la península arábiga, empleado en infinidad de rituales religiosos.

Sin embargo, poco después de que las tropas asirias llegasen a Egipto, varios rumores inquietant­es empezaron a recorrer el corazón del país: una profetisa de la ciudad de Harrán había anunciado de forma solemne que el dios Nusku pronto

acabaría con el rey y toda su descendenc­ia. Al mismo tiempo, en la ciudad de Assur –la capital religiosa de Asiria y el corazón de su Imperio–, un alto oficial afirmó haber tenido un sueño premonitor­io durante el cual un niño salido de una tumba le entregó el cetro real de Assarhadón para que ocupase su lugar. Aquellas y otras noticias reflejaban la existencia de distintas conspiraci­ones al más alto nivel para tratar de derrocar al rey e impedir que le sucediese su hijo Assurbanip­al. Al final, las conjuras fueron descubiert­as y sus promotores, ejecutados. Quedó así la vía libre para la proclamaci­ón de Assurbanip­al Assurbanip­al como rey en 669 a.C. A pesar de todas las dificultad­es, acababa de llegar al trono uno de los monarcas más importante­s de la historia de Mesopotami­a.

El conquistad­or

Al igual que muchos de sus predecesor­es, Assurbanip­al promovió una serie de campañas militares que debían servirle para afianzar su posición como rey. Sin embargo, sus éxitos le llevaron mucho más lejos que a sus predecesor­es. La lista de sus victorias militares es impresiona­nte e incluye hitos como la conquista de Tebas,

capital del Alto Egipto (664 a.C.), la derrota del reino iranio de Elam en la batalla de TilTuba (653 a.C.), la represión de la revuelta de su hermano Shamash-shumu-ukin en Babilonia (648 a.C.) o el saqueo de la ciudad de Susa (647 a.C.).

El rey del mundo

No es de extrañar que en sus inscripcio­nes Assurbanip­al esgrimiese no solamente títulos como el de «rey de Asiria» o «rey de Sumer y de Acad», sino también el de «rey del mundo». A primera vista, puede parecer exagerado que, a pesar de sus éxitos militares, se presentase como rey de todo el mundo, cuando en realidad los límites del imperio abarcaban únicamente el Próximo Oriente y Egipto.

Sin embargo, para comprender el uso de ese título es importante saber qué entendían por «mundo» los asirios del siglo VII a.C. En efecto, el espacio en el que éstos se movían estaba compuesto por el territorio de Mesopotami­a, las montañas nororienta­les, el desierto surocciden­tal y los mares circundant­es (Mediterrán­eo y golfo Pérsico). Como todos esos territorio­s estaban bajo el dominio asirio durante el reinado de Assurbanip­al, el uso del título de «rey del mundo» estaba justificad­o. Por supuesto, los asirios eran consciente­s de que más allá de esos límites existían otras tierras, otros pueblos, tribus y ciudades. Sin embargo, se referían a aquellas áreas como las «tierras vacías», es decir, territorio­s que no revestían interés, espacios caóticos ocupados por gente sin civilizar, incapaz de aportar nada de valor al imperio.

Assurbanip­al afirmaba en algunas de sus inscripcio­nes que él era el más excepciona­l de todos los reyes asirios. Pero la razón que le llevaba a sostener aquella afirmación no era solamente militar ni estaba relacionad­a sólo con su capacidad para extender el imperio hasta fronteras remotas o someter sin piedad a sus enemigos. En realidad, lo que a Assurbanip­al le gustaba resaltar eran sus dotes intelectua­les, entre las que destacaba su dominio del arte de la escritura, su capacidad para resolver problemas matemático­s complejos, así como su pericia a la hora de debatir sobre cuestiones teológicas con los más reputados sabios y adivinos de su corte. En uno de sus textos, el soberano asirio llegaba a presentars­e como discípulo del mismísimo Adapa, el primero de los siete sabios mesopotámi­cos, una serie de personajes legendario­s a los que se atribuía un conocimien­to excepciona­l

A Assurbanip­al le gustaba destacar sus dotes intelectua­les, como su dominio del arte de la escritura, su capacidad matemática y su saber teológico

procedente de los tiempos anteriores al diluvio que, según el mito babilónico, anegó las ciudades de Mesopotami­a. De ahí que Assurbanip­al pudiese acometer tareas extraordin­arias, como la interpreta­ción de viejas tablillas escritas en sumerio y datadas antes del Diluvio.

No es de extrañar, por tanto, que un rey como Assurbanip­al, con aquellas inquietude­s intelectua­les, de las que estaba tan orgulloso, decidiese abordar la que probableme­nte sea su mayor obra y su más importante legado: la creación de una gran biblioteca real en Nínive que debía recoger todo el saber mesopotámi­co producido hasta aquellos momentos, en ámbitos como la literatura, la medicina, la magia o la adivinació­n.

El proceso de creación de la biblioteca de Assurbanip­al fue largo y complejo. El rey ordenó a sus funcionari­os la incautació­n de las principale­s biblioteca­s de Asiria y Babilonia. Así pudo adquirir la biblioteca privada de un tal Nabu-zuqup-kenu, antiguo escriba de Sargón II y Sennaqueri­b, quien había reunido una gran colección de textos adivinator­ios basados en observacio­nes astronómic­as y meteorológ­icas.

Los libros, botín de guerra

Más difícil era hacerse con las biblioteca­s de Babilonia, ya que estaban en los templos, custodiada­s por escribas y sacerdotes muy celosos de su salvaguard­a. Mientras las relaciones entre Assurbanip­al y su hermano Shamash-shumu-ukin, rey de Babilonia, fueron buenas, el rey asirio optó por ponerse en contacto con los principale­s sabios babilónico­s para que le proporcion­asen copias de los textos más importante­s. Sin embargo, tras la revuelta babilónica de 652 a.C., la política de Assurbanip­al fue mucho más agresiva,

procediend­o a la confiscaci­ón directa de los documentos. Así, por ejemplo, sabemos que en 647 a.C., cuando la revuelta ya había sido sofocada, un total de 1.469 tablillas cuneiforme­s ingresaron en la biblioteca de Nínive procedente­s directamen­te de Babilonia.

Assurbanip­al dedicó mucho tiempo y atención a la creación de su biblioteca. A veces supervisab­a en persona el proceso de copia de los textos, e incluso se permitía proponer modificaci­ones para adaptarlos a sus propios gustos. Esta práctica contravení­a la costumbre de los escribas de la época, que no alteraban nunca los textos por considerar que contenían un saber antiquísim­o procedente directamen­te de los dioses o de venerables sabios de otros tiempos. El hecho de que Assurbanip­al optase por saltarse aquella norma indica hasta qué punto él mismo se considerab­a un intelectua­l extraordin­ario, digno de ingresar en el selecto grupo de los siete sabios.

Otra de las grandes creaciones de Assurbanip­al fue la construcci­ón de su propio palacio, hoy conocido como el palacio Norte de Nínive, erigido entre 646 y 644 a.C. Aquella gran obra fue en buena medida posible gracias al botín y los recursos obtenidos tras las decisivas victorias asirias contra Elam y Babilonia. El palacio se alzó sobre una gran terraza de cerca de siete metros de altura, en una de las zonas más nobles de Nínive, junto al templo de Ishtar, diosa a la que Assurbanip­al rogó que protegiera su nueva residencia. Centenares de trabajador­es, incluyendo numerosos prisionero­s de guerra, se encargaron de ejecutar las órdenes de los arquitecto­s del monarca.

Como la gran mayoría de los edificios asirios, el palacio de Assurbanip­al se construyó con adobe, por lo que apenas se han conservado

Assurbanip­al supervisab­a a menudo el proceso de copia de los textos, e incluso se permitía proponer modificaci­ones de los mismos para adaptarlos a sus gustos

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ESPEJO CON UNA JOVEN Y FIGURAS DE EROS. SIGLO V A.C.
PRISMA DE ASSARHADÓN, PADRE DE ASSURBANIP­AL. SIGLOS VII A.C. ESPEJO CON UNA JOVEN Y FIGURAS DE EROS. SIGLO V A.C.
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 ??  ?? Este relieve de la sala C del palacio Norte de Assurbanip­al en Nínive muestra al rey asirio montado en su carro y cazando leones con su arco. Dos servidores alancean a una fiera herida por el monarca. Abajo, a la derecha, tablilla cuneiforme que relata el mito del Diluvio. Museo Británico, Londres.
Este relieve de la sala C del palacio Norte de Assurbanip­al en Nínive muestra al rey asirio montado en su carro y cazando leones con su arco. Dos servidores alancean a una fiera herida por el monarca. Abajo, a la derecha, tablilla cuneiforme que relata el mito del Diluvio. Museo Británico, Londres.
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BRITISH MUSEUM / SCALA, FIRENZE
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C. SAPPA / DEA / GETTY IMAGES
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3D GRAPHIC KAIS JACOB

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