Historia National Geographic

Secretos de las tumbas etruscas

Más allá de sus creencias en la vida de ultratumba, los etruscos hicieron de sus tumbas un muestrario de su riqueza y de sus refinados gustos artísticos, tal como se ve en los espléndido­s sepulcros de Caere y Tarquinia

- POR ELENA CASTILLO

En el siglo VIII a.C., Tarquinia y Caere eran dos prósperas ciudades etruscas. Sus élites hacían ostentació­n de su riqueza en magníficas tumbas subterráne­as que hoy se cuentan entre las más conocidas y admiradas del mundo etrusco.

AiniciosAi­nicios del I milenio a.C., los etruscos ocupaban una extensa región en la mitad septentrio­nal de la península itálica, al norte de la futura ciudad de Roma. Habían llegado allí dos siglos antes desde el Mediterrán­eo oriental, en una emigración hacia Occidente en pos de metales –como el cobre, el plomo, el estaño, el hierro o el alumbre– que hallaron en algunos montes de la Toscana y del Lacio. La leyenda dice que las doce primeras ciudades etruscas que se fundaron estuvieron unidas por una poderosa alianza económica, militar y religiosa.

En la Etruria meridional, las dos ciudades más destacadas eran Tarquinia (en etrusco Tarchna) y Caere (Ceizra en etrusco, actualment­e Cerveteri). La primera era conocida por la producción de armas y utensilios domésticos de bronce, mientras que la segunda manufactur­aba piezas de oro y una cerámica única: el llamado bucchero negro, con un caracterís­tico brillo metálico.

Lujo asiático

En el siglo VIII a.C., las familias más influyente­s de ambas comunidade­s adoptaron hábitos orientales –tomados de los griegos y fenicios, recién asentados en las costas del Tirreno– para hacer ostentació­n de la riqueza que habían alcanzado, manifiesta en los enterramie­ntos de esta élite. Las modestas tumbas de fosa de la época anterior, en las que la urna con las cenizas del difunto se depositaba junto a un ajuar de objetos en miniatura, fueron sustituida­s por inmensos túmulos de tierra, bajo los cuales se inhumaba el cadáver, engalanado con las más delicadas joyas y rodeado por los objetos más preciados. De este modo, las llanuras que rodeaban Caere se llenaron de túmulos inmensos, bajo los cuales se habían excavado cámaras funerarias o hipogeos.

En torno a estos túmulos se celebraban periódicam­ente libaciones y sacrificio­s en honor a los allí enterrados, así como rituales fúnebres para acompañar hasta su última morada a los recién fallecidos. Éstos eran conducidos a la tumba familiar por un ostentoso cortejo de carros, músicos, plañideras y un

gran número de acompañant­es, que participab­an después en un espléndido banquete. Aquellas ceremonias inspiraron las extraordin­arias pinturas al fresco que adornaron los hipogeos de Tarquinia en el siglo VI a.C.

Los cambios económicos y políticos que con el paso del tiempo sufrieron los centros etruscos repercutie­ron en la arquitectu­ra funeraria, que redujo sus dimensione­s y simplificó sus rituales. También cambió la concepción del más allá, que se volvió un inframundo poblado por terribles monstruos y dioses implacable­s.

Desde muy antiguo, la búsqueda desesperad­a de las riquezas enterradas en las tumbas de la aristocrac­ia etrusca movió a numerosos negociante­s y saqueadore­s a excavar las tierras del Lacio y de la Toscana, ocupadas por los etruscos en el pasado. En el siglo XIX se extrajeron de las cámaras mortuorias verdaderos tesoros artísticos, que fueron vendidos a diferentes museos de Europa y Estados Unidos por mediación de coleccioni­stas y traficante­s de arte. La prensa de la época se hizo eco de los extraordin­arios hallazgos, que atrajeron la atención de viajeros y estudiosos, imbuidos del espíritu romántico del Risorgimen­to italiano.

Cinco tumbas únicas

En las siguientes páginas se muestran cinco de las tumbas etruscas más ricas y significat­ivas de los yacimiento­s de Tarquinia y Cerveteri: la tumba Regolini-Galassi, con un sensaciona­l ajuar de una princesa de Cerveteri del siglo VIII a.C.; la tumba de los Escudos y las Sillas, también de Cerveteri, que evoca en su decoración un interior «burgués» del siglo VI a.C.; la tumba de la Caza y de la Pesca, construida en la misma época en Tarquinia, con una excepciona­l decoración al fresco; la tumba de los Relieves, en Cerveteri, una de las más famosas del mundo etrusco, construida en el siglo IV a.C.;,y la tumba Giglioli, creada a finales del mismo siglo en Tarquinia.

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Apareció en 1881 durante las excavacion­es de los hermanos Boccanera en la necrópolis de la Banditacci­a, en Cerveteri. La pieza fue moldeada en terracota en un taller ceretano, regentado por artistas de Focea (530-510 a.C.). Museo Nacional Etrusco de Villa Giulia, Roma.
DAGLI ORTI / MUSEO DI VILLA GIULIA ROME / AURIMAGES SARCÓFAGO DE LOS ESPOSOS Apareció en 1881 durante las excavacion­es de los hermanos Boccanera en la necrópolis de la Banditacci­a, en Cerveteri. La pieza fue moldeada en terracota en un taller ceretano, regentado por artistas de Focea (530-510 a.C.). Museo Nacional Etrusco de Villa Giulia, Roma.
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RECREACIÓN DE LA CIUDAD ETRUSCA DE CAERE Y DE LA NECRÓPOLIS DE LA BANDITACCI­A. 15 14
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En la necrópolis de la Banditacci­a cohabitan grandes túmulos, como el del Coronel (a la derecha de la fotografía), con otros de tamaño más modesto.
SCALA, FIRENZE TUMBAS EN CERVETERI En la necrópolis de la Banditacci­a cohabitan grandes túmulos, como el del Coronel (a la derecha de la fotografía), con otros de tamaño más modesto.
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