Humor antinmigrante
Las viñetas de las revistas estadounidenses de finales del siglo XIX denigraban a los llegados de Irlanda o China
En el siglo XIX, la prensa de Nueva York caricaturizaba a los inmigrantes.
EnEn la década de 1870, las olas migratorias que llegaban a Nueva York procedentes de Europa alcanzaron una dimensión masiva. Cada año entraban por esa vía en Estados Unidos casi tres millones de personas, que en su mayoría acababan engrosando las filas de la mano de obra industrial. Uno de cada tres obreros era inmigrante, y en la década siguiente, cuando las llegadas anuales superaron los cinco millones, ellos y sus hijos ya constituían la mayoría de población en ciudades como Chicago.
Aunque desde sus orígenes coloniales EE. UU. había sido una nación de inmigrantes, la situación a finales del siglo XIX parecía distinta, al menos desde el punto de vista de la población acomodada arraigada desde hacía tiempo en el país. Esta burguesía de ascendencia anglosajona y religión protestante estaba inquieta por la llegada masiva de inmigrantes pobres y poco instruidos, con otra religión –católicos irlandeses o italianos, judíos del este de Europa– y otras lenguas; gentes de las que pensaban que nunca llegarían a formar parte plenamente de la «familia americana».
Esta inquietud encontró una vía de expresión en la prensa, particularmente en los semanarios. Estas publicaciones, consumidas por las clases medias y altas urbanas, se pusieron muy de moda gracias a sus ilustraciones. En una época en que la fotografía aún no se podía explotar, la ilustración intentaba ofrecer una representación visual de los acontecimientos más llamativos e importantes.
Sátira antirlandesa
Fue sobre todo la sátira política dibujada, llamada political cartoon, la que conquistó el interés de los lectores. Semanarios de noticias como el Leslie’s Illustrated News y el Harper’s Weekly ampliaron su público gracias a las caricaturas, especialmente el Harper’s, que durante años sería la vitrina de Thomas Nast, uno de los caricaturistas más importantes de la historia de Estados Unidos.
Como ferviente partidario del partido republicano, Nast atacó sin tregua la corrupción de la administración de Nueva York por el partido demócrata. Y como este partido gozaba del apoyo electoral decisivo de los irlandeses, Nast se encarnizó con estos últimos en sus caricaturas. Además de ser señalados por su catolicismo, los irlandeses aparecían como incultos y adictos al alcohol
y a la violencia multitudinaria, lo que los incapacitaba para integrarse en la cultura cívica de la democracia norteamericana.
Siguiendo el ejemplo de los dibujantes ingleses, Nast creó una imagen deformada del irlandés, presentándolo como un individuo peligroso de apariencia primitiva, casi simiesca. Aplicando las reglas de la fisiognomía (la seudociencia que relaciona aspectos del carácter humano con las peculiaridades físicas del rostro), el caricaturista mostraba a los irlandeses como seres inferiores a un humano, con mandíbula muy pronunciada,