Jeroglíficos, la escritura de los dioses
En el antiguo Egipto se desarrolló un sofisticado sistema de escritura, los jeroglíficos, con el que se transcribieron durante milenios las palabras, frases, cuentos, relatos, oraciones y poemas de los habitantes del país del Nilo
La escritura jeroglífica perduró durante más de tres milenios. Estos signos, reproducidos en papiros, templos y estatuas, formaban un complejo código en el que se combinaban los pictogramas y los símbolos fonéticos.
ElEl 24 de agosto del año 394, un sacerdote egipcio llamado Esmet-Akhom grabó dos textos en el templo de Isis de la isla de File, en el Alto Egipto, al lado de un relieve del dios nubio Merul. El primero, situado frente a la cabeza del dios, está compuesto por tres columnas de escritura jeroglífica que rezaban: «Ante Merul hijo de Horus, por la mano de Esmet-Akhom, hijo de Esmet, el segundo sacerdote de Isis, para siempre y eternamente. Palabras dichas por Merul, Señor del Abatón, el Gran Dios». Debajo, ante las piernas de la divinidad, otra inscripción –en escritura demótica– dejaba constancia del día en que se habían inscrito ambos textos. Sin saberlo, aquel sacerdote había puesto fecha a la que hoy se considera como la última inscripción jeroglífica datada.
Escritura milenaria
La escritura de los antiguos faraones iniciaba ese día un largo epílogo que culminaría 150 años más tarde en Constantinopla. Y es que, tras su traslado a la capital del Imperio de Bizancio, los últimos sacerdotes que a mediados del siglo VI aún permanecían en el templo de File –cuando éste se había convertido en el último reducto cultural pagano que no había sucumbido aún a la llegada del cristianismo– fueron juzgados y condenados por saber leer los jeroglíficos. Tras la condena, los antiguos faraones permanecerían en silencio durante más de doce siglos, hasta que el erudito francés Jean-François Champollion descifró la escritura jeroglífica en 1822.
Con anterioridad, los signos jeroglíficos se utilizaron durante más de tres milenios para transcribir la lengua que hablaron los egipcios antes de que se impusiera el alfabeto copto en el siglo V y de la posterior llegada del árabe y su alfabeto (o alifato) en el siglo VII. A menudo se ha pensado que el origen de la escritura egipcia era ideográfico, es decir, que se basaba en las representaciones figurativas esquemáticas de los elementos que conformaban la realidad de los egipcios –personas, animales, objetos, aspectos de la naturaleza...–, y que con el paso del tiempo estos ideogramas adquirieron un valor fonético independiente del objeto representado para convertirse en fonogramas con los que se podían formar palabras. En las últimas décadas, sin embargo, algunos hallazgos arqueológicos han arrojado luz sobre los orígenes de la escritura jeroglífica y han puesto en cuestión estos planteamientos.
La escritura jeroglífica, usada principalmente para las inscripciones en los templos, tumbas y textos sagrados, tuvo una variante cursiva, el hierático (del griego hieratikos, «sacerdotal»), destinada a usos más cotidianos como la administración o la literatura, y que se empleaba sobre soportes como el papiro o los ostraca (fragmentos de cerámica o piedra). A partir del siglo VII a.C., apareció una segunda cursiva, el demótico (del griego demotikos, «popular»), que sustituyó progresivamente al hierático. A caballo entre los siglos II y III, los cristianos egipcios adoptaron el alfabeto copto, y hasta el siglo V convivieron los cuatro sistemas de escritura.