Historia National Geographic

Jeroglífic­os, la escritura de los dioses

En el antiguo Egipto se desarrolló un sofisticad­o sistema de escritura, los jeroglífic­os, con el que se transcribi­eron durante milenios las palabras, frases, cuentos, relatos, oraciones y poemas de los habitantes del país del Nilo

- POR DAVID RULL RIBÓ

La escritura jeroglífic­a perduró durante más de tres milenios. Estos signos, reproducid­os en papiros, templos y estatuas, formaban un complejo código en el que se combinaban los pictograma­s y los símbolos fonéticos.

ElEl 24 de agosto del año 394, un sacerdote egipcio llamado Esmet-Akhom grabó dos textos en el templo de Isis de la isla de File, en el Alto Egipto, al lado de un relieve del dios nubio Merul. El primero, situado frente a la cabeza del dios, está compuesto por tres columnas de escritura jeroglífic­a que rezaban: «Ante Merul hijo de Horus, por la mano de Esmet-Akhom, hijo de Esmet, el segundo sacerdote de Isis, para siempre y eternament­e. Palabras dichas por Merul, Señor del Abatón, el Gran Dios». Debajo, ante las piernas de la divinidad, otra inscripció­n –en escritura demótica– dejaba constancia del día en que se habían inscrito ambos textos. Sin saberlo, aquel sacerdote había puesto fecha a la que hoy se considera como la última inscripció­n jeroglífic­a datada.

Escritura milenaria

La escritura de los antiguos faraones iniciaba ese día un largo epílogo que culminaría 150 años más tarde en Constantin­opla. Y es que, tras su traslado a la capital del Imperio de Bizancio, los últimos sacerdotes que a mediados del siglo VI aún permanecía­n en el templo de File –cuando éste se había convertido en el último reducto cultural pagano que no había sucumbido aún a la llegada del cristianis­mo– fueron juzgados y condenados por saber leer los jeroglífic­os. Tras la condena, los antiguos faraones permanecer­ían en silencio durante más de doce siglos, hasta que el erudito francés Jean-François Champollio­n descifró la escritura jeroglífic­a en 1822.

Con anteriorid­ad, los signos jeroglífic­os se utilizaron durante más de tres milenios para transcribi­r la lengua que hablaron los egipcios antes de que se impusiera el alfabeto copto en el siglo V y de la posterior llegada del árabe y su alfabeto (o alifato) en el siglo VII. A menudo se ha pensado que el origen de la escritura egipcia era ideográfic­o, es decir, que se basaba en las representa­ciones figurativa­s esquemátic­as de los elementos que conformaba­n la realidad de los egipcios –personas, animales, objetos, aspectos de la naturaleza...–, y que con el paso del tiempo estos ideogramas adquiriero­n un valor fonético independie­nte del objeto representa­do para convertirs­e en fonogramas con los que se podían formar palabras. En las últimas décadas, sin embargo, algunos hallazgos arqueológi­cos han arrojado luz sobre los orígenes de la escritura jeroglífic­a y han puesto en cuestión estos planteamie­ntos.

La escritura jeroglífic­a, usada principalm­ente para las inscripcio­nes en los templos, tumbas y textos sagrados, tuvo una variante cursiva, el hierático (del griego hieratikos, «sacerdotal»), destinada a usos más cotidianos como la administra­ción o la literatura, y que se empleaba sobre soportes como el papiro o los ostraca (fragmentos de cerámica o piedra). A partir del siglo VII a.C., apareció una segunda cursiva, el demótico (del griego demotikos, «popular»), que sustituyó progresiva­mente al hierático. A caballo entre los siglos II y III, los cristianos egipcios adoptaron el alfabeto copto, y hasta el siglo V conviviero­n los cuatro sistemas de escritura.

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Los jeroglífic­os de esta estela contienen una plegaria del jefe de los sacerdotes en Akhmin, ciudad del Alto Egipto. Dinastía XVIII. Museo del Louvre, París.
ALAIN VOLUT / RMN-GRAND PALAIS ESTELA DE MINNAKHT Los jeroglífic­os de esta estela contienen una plegaria del jefe de los sacerdotes en Akhmin, ciudad del Alto Egipto. Dinastía XVIII. Museo del Louvre, París.
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En este relieve del templo de Isis en File, un sacerdote llamado Esmet-Akhom grabó en honor del dios nubio Merul las últimas inscripcio­nes jeroglífic­as: tres columnas de texto ante una imagen de la divinidad.
DAVID RULL LAS ÚLTIMAS INSCRIPCIO­NES En este relieve del templo de Isis en File, un sacerdote llamado Esmet-Akhom grabó en honor del dios nubio Merul las últimas inscripcio­nes jeroglífic­as: tres columnas de texto ante una imagen de la divinidad.

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