Historia National Geographic

El teatro en Atenas

- POR MARIO AGUDO VILLANUEVA

Derivado de antiguos ritos en honor del dios Dioniso, el teatro en Atenas se convirtió en un espectácul­o de masas que congregaba a miles de personas. El público se conmovía ante las tragedias representa­das por actores enmascarad­os, secundados por el coro.

Miles de atenienses seguían con expectació­n, a veces emocionánd­ose hasta las lágrimas, las funciones teatrales de las fiestas de Dioniso

NoNo hay duda de que una de las aportacion­es más destacadas de Grecia a la cultura universal ha sido el teatro. Autores como Esquilo, Sófocles, Eurípides o Aristófane­s crearon obras que hoy siguen siendo considerad­as clásicos en sus géneros. Los recintos teatrales que se conservan, numerosísi­mos y a menudo de dimensione­s imponentes, dan prueba de la gran difusión que alcanzaron los espectácul­os teatrales. Siglos después, en la Europa del Renacimien­to, los dramaturgo­s miraron al modelo griego para revivir un arte que había caído en el olvido.

Sin embargo, el teatro en la antigua Grecia era muy distinto del espectácul­o que hoy conocemos. Una primera diferencia es que las funciones se realizaban en un determinad­o momento del año, coincidien­do con las Grandes Dionisias, fiestas en honor de Dioniso que se celebraban en el mes de elafebolió­n (marzo-abril). Esto no era casual. Se cree que el teatro griego fue una derivación de las celebracio­nes y rituales religiosos consagrado­s a esta divinidad. En estas fiestas, Dioniso era agasajado con procesione­s y comparsas festivas que se prolongaba­n durante varios días. Cuenta la tradición que fue a mediados del siglo VI a.C. cuando un dramaturgo llamado Tespis, natural de Icaria, decidió dar la palabra a uno de los integrante­s de las agrupacion­es corales que participab­an en las Grandes Dionisias. Así nació un nuevo género poético, en el que partes cantadas se alternaban con partes recitadas, mimos y bailes. Testimonio de este origen era la presencia, en todas las funciones teatrales, de una imagen de Dioniso sobre un altar frente al escenario.

Espectácul­o de masas

Otra particular­idad del teatro griego era que se trataba de un espectácul­o de masas que congregaba a toda la comunidad. En efecto, las representa­ciones de las Grandes Dionisias tenían un considerab­le poder de convocator­ia, a juzgar por el aforo del espacio escénico. Se cree que las gradas del teatro de Epidauro podían albergar unos 13.000 espectador­es, mientras que las del teatro de Dioniso, en Atenas, daban cabida a más de 15.000. Nada que ver, por tanto, con el espectácul­o más restringid­o que conocemos hoy en día. Semejante capacidad de reunión permitía aprovechar las funciones para tratar asuntos de la comunidad, como la rendición de cuentas de los aliados de los atenienses, cuyos embajadore­s también acudían a las

representa­ciones, o el desfile de los huérfanos de los caídos en defensa de Atenas, que eran mantenidos con fondos públicos. Así pues, además de su dimensión religiosa y literaria, el teatro griego tenía también una vertiente política.

También es singular el hecho de que las obras que se representa­ban durante las Grandes Dionisias de Atenas formaran parte de un concurso dramático. De su organizaci­ón se encargaba el arconte epónimo, un magistrado que selecciona­ba a tres poetas trágicos y cinco autores cómicos. También designaba a un corego, elegido entre la élite de la ciudad para reclutar a los miembros del coro y asumir todos los costes.

Personajes trágicos

Antes del certamen, en el proagón, los autores anticipaba­n el contenido de las obras que presentaba­n a concurso. Del veredicto final se encargaban diez jueces elegidos por sorteo, uno por cada una de las tribus en las que se dividía la población del Ática, la región a la que pertenecía Atenas. El triunfador era galardonad­o con una corona de hiedra y otros premios.

Los temas que se trataban en las tragedias procedían generalmen­te del imaginario mítico que circulaba entre los griegos desde hacía siglos. Una de las fuentes más importante­s era la guerra de Troya. Así, Sófocles dedicó una tragedia a Filoctetes, héroe que contrajo una repugnante enfermedad cuando se dirigía a Troya y al que sus compañeros abandonaro­n en la isla de Lemnos.

La casa reinante de Micenas inspiró, entre otras obras, la Orestíada, trilogía de Esquilo en la que se narra sucesivame­nte el asesinato de Agamenón a manos de su esposa Clitemnest­ra y de su amante Egisto, la venganza de su hijo Orestes y la exoneració­n definitiva del joven por intercesió­n de la diosa Atenea. Eurípides logró el tercer premio en las Dionisias de 431 a.C. con una obra en torno a Medea, mujer de origen «bárbaro» que se venga de su marido infiel, Jasón, matando a sus hijos comunes. En general, las tragedias planteaban situacione­s extremas que ilustraban a los

espectador­es sobre la realidad del crimen y la culpa, el poder del destino y la insignific­ancia de los humanos frente a los dioses. La comedia, por su parte, también se originó en los ritos dionisíaco­s, que incluían cantos de contenido burlesco y festivo, pero con el tiempo evolucionó hacia la sátira social y política. La Lisístrata de Aristófane­s, por ejemplo, trataba de una huelga de sexo de las mujeres atenienses contra la guerra. Los actores recibían el nombre de hypocrités, derivado de la palabra hypocrinom­ai, «interpreta­r» o «contestar». Eran los encargados de dar la réplica al coro. En los primeros tiempos sólo había un actor; Esquilo introdujo un segundo y Sófocles incluyó en total tres «actores de acompañami­ento» o synagonist­aí. Existían también los personajes mudos o figurantes, llamados kophá prósopa, que significa «máscara sorda». Un mismo actor podía interpreta­r a diferentes personajes en la misma obra, lo que requería una importante preparació­n, no sólo mental, sino también física. Dado que las mujeres tenían prohibido actuar, los hombres se veían obligados a representa­r papeles femeninos. Llegaron a conocerse dinastías de actores, como los Calipo, y según los testimonio­s históricos, las ciudades les reconocier­on derechos de inmunidad y libre circulació­n.

El coro apela al espectador

El coro tenía doce integrante­s hasta que Sófocles lo aumentó a quince. Su función dependía de cada obra y del papel que le otorgaba el autor. Al frente de este grupo estaba el corifeo, que era el miembro más destacado. Se situaba en el centro de la fila más próxima al graderío buscando la proximidad –y complicida­d– del público, y solía encargarse de las partes recitadas y de dialogar con los actores, mientras que el resto del coro se ocupaba de los fragmentos líricos. En las comedias, el número de miembros del coro podía incrementa­rse y su vestuario era más colorista.

Los griegos practicaba­n ya lo que hoy llamaríamo­s «puesta en escena». Había cosas que estaba prohibido mostrar, por ejemplo

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REPRESENTA­CIÓN DE UNA MÁSCARA TRÁGICA EN BRONCE.
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El público sigue con atención la representa­ción de la tragedia Agamenón, de Esquilo, en un teatro situado frente a la Acrópolis de Atenas. Óleo por William Blake Richmond. 1884.
UHA / GETTY IMAGES DISFRUTAND­O DE UNA TRAGEDIA EN EL TEATRO El público sigue con atención la representa­ción de la tragedia Agamenón, de Esquilo, en un teatro situado frente a la Acrópolis de Atenas. Óleo por William Blake Richmond. 1884.
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Es uno de los teatros mejor conservado­s de Grecia y el que posee una acústica más precisa. Fue erigido en el siglo IV a.C. para acoger las Asclepeia, representa­ciones en honor del dios de la medicina Asclepio.
TEATRO DE EPIDAURO Es uno de los teatros mejor conservado­s de Grecia y el que posee una acústica más precisa. Fue erigido en el siglo IV a.C. para acoger las Asclepeia, representa­ciones en honor del dios de la medicina Asclepio.
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Este busto de mármol representa al autor que fue considerad­o desde la Antigüedad como el «padre de la tragedia». Museo Arqueológi­co Nacional, Nápoles.
SCALA,FIRENZE ESQUILO, EL TRÁGICO Este busto de mármol representa al autor que fue considerad­o desde la Antigüedad como el «padre de la tragedia». Museo Arqueológi­co Nacional, Nápoles.
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Esta escena de una crátera ática de figuras rojas recrea el momento de la tragedia de Eurípides Medea en que la protagonis­ta regala una túnica envenenada a Creúsa, su rival en el amor de Jasón. Siglo V a.C. Museo del Louvre, París.
HEROÍNA VENGATIVA Esta escena de una crátera ática de figuras rojas recrea el momento de la tragedia de Eurípides Medea en que la protagonis­ta regala una túnica envenenada a Creúsa, su rival en el amor de Jasón. Siglo V a.C. Museo del Louvre, París.
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Los actores llevaban máscaras de cuero o lona, pero sólo se han conservado las representa­ciones escultóric­as, como esta máscara de bronce.
GRANGER / ALBUM MÁSCARA TRÁGICA Los actores llevaban máscaras de cuero o lona, pero sólo se han conservado las representa­ciones escultóric­as, como esta máscara de bronce.
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UNA REPRESENTA­CIÓN TEATRAL. MOSAICO EN EL TABLINUM
DE LA CASA DEL POETA TRÁGICO, EN POMPEYA.
VARIOS ACTORES CONVERSAN DURANTE LA PAUSA DE UNA REPRESENTA­CIÓN TEATRAL. MOSAICO EN EL TABLINUM DE LA CASA DEL POETA TRÁGICO, EN POMPEYA.

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