El foro de César
La ampliación del foro republicano que proyectó Julio César dio lugar a una de las construcciones más bellas de la antigua Roma, en la que destacaba el templo dedicado por el dictador a Venus Genetrix, la diosa protectora de su linaje.
Julio César ordenó erigir en Roma un foro que superara en magnificencia a todo lo visto hasta entonces en la Urbe EL FORO DE CÉSAR
EN EL CENTRO DE LA CIUDAD
El foro de César formaba un amplio espacio rodeado en tres de sus lados por pórticos con columnas corintias y con el templo de Venus Genetrix al fondo. Abajo, anverso y reverso de un denario de plata de César, con la diosa Venus sosteniendo una victoria alada, acuñado por M. Mettio en 44 a.C.
EnEn su Arte de amar, el poeta Ovidio hablaba de cierta plaza de Roma como uno de los mejores parajes de la Urbe donde ir al encuentro de aventuras galantes, en especial junto a unas fuentes monumentales que salpicaban con sus aguas a los transeúntes. Allí el abogado perdería la capacidad hasta de cuidar de sí mismo, o el orador de pronunciar una sola palabra, mientras la diosa Venus se reiría de sus cuitas pasionales desde el interior del templo de mármol que se alzaba en su honor.
Ovidio se refería al forum Iulium o foro de César, llamado así porque fue Julio César quien lo mandó construir. Hoy, de este espacio justo al noroeste del antiguo foro republicano sólo subsiste la base de los pórticos que lo rodeaban por tres de sus lados, así como tres columnas del templo de Venus situado en el cuarto lado. En la Antigüedad, sin embargo, la obra despertó una gran admiración. Según un historiador del siglo III, Dion Casio, el foro que César mandó construir «es más hermoso que el Foro romano y le ha otorgado a este mayor dignidad».
El proyecto de este nuevo foro surgió en el año 54 a.C., cuando Julio César se encontraba en plena campaña de conquista de la Galia. Tres años antes, su gran rival, Pompeyo, había inaugurado en la capital un espléndido teatro, algo que César no podía dejar sin
respuesta, ya que en la antigua Roma, como en el mundo antiguo en general, la financiación de obras públicas era un medio esencial de adquirir prestigio para todos aquellos que aspiraban a ejercer el poder.
Un nuevo foro
El principal objetivo del proyecto era ampliar el foro republicano mediante un espacio anexo que debía acoger las actividades públicas, administrativas y comerciales, para las cuales el viejo foro comenzaba a quedarse pequeño. César encargó a Cicerón, entonces
amigo suyo, la adquisición de los terrenos. El coste de la operación fue elevadísimo porque buena parte de la superficie estaba ocupada por viviendas privadas, según revela el mismo Cicerón en una carta a su amigo Ático: «Opio y yo hemos decidido que el foro [de César] se extenderá hasta el Atrium Libertatis. Hemos pagado por el terreno 60 millones de sestercios. No ha habido forma de obtener mejores condiciones por parte de los propietarios, pero lograremos hacer en él algo magnífico».
Algunas de estas casas eran propiedad del hermano de Cicerón, así que el gran retórico y su familia no debieron de ser ajenos a la especulación en una operación tan lucrativa. Al precio de compra del terreno se sumaron 40 millones de sestercios más para la construcción de los pórticos y el gran templo que lo presidía. Julio César pudo hacer frente a tamaño desembolso gracias al botín logrado durante sus campañas militares en la Galia.
Los trabajos comenzaron en 51 a.C., casi en el mismo momento en que estalló la guerra civil entre César y Pompeyo. Fue precisamente en el transcurso de esta contienda fratricida, en los albores de la batalla de Farsalia, en 48 a.C., cuando César prometió