Historia National Geographic

Muhammad V, el gran sultán de la Alhambra

En el siglo XIV, Muhammad V consolidó el poder del reino nazarí y amplió el palacio de la Alhambra con algunas de sus estancias más suntuosas

- POR JORGE ELICES OCÓN

El reino nazarí alcanzó su apogeo en el siglo XIV bajo el gobierno de Muhammad V. El sultán hizo de la Alhambra un símbolo de su poder, ampliándol­a con alguna de sus estancias más emblemátic­as, como el patio de los Leones.

OctavoOcta­vo emir nazarí de Granada, Muhammad V dejó una profunda huella en la ciudad y en la historia del último reino andalusí. Su gobierno de 37 años fue uno de los más largos de su dinastía, aunque no estuvo exento de dificultad­es. Destronado por una conspiraci­ón de palacio, pasó varios años en Fez, en el actual Marruecos, antes de reconquist­ar el poder con ayuda del rey castellano Pedro I. Superado este desafío, Muhammad V logró asegurar las fronteras de su reino al tiempo que se procuraba la amistad y el consejo de grandes sabios, y convirtió Granada en una de las capitales culturales y económicas del Mediterrán­eo. El sultán imprimió su sello en el palacio de la Alhambra con la construcci­ón del Patio de los Leones, que se ha convertido en su legado más emblemátic­o.

Muhammad accedió al trono después del asesinato de su padre Yusuf I a manos de un demente, que se abalanzó sobre el emir por sorpresa mientras rezaba en la mezquita mayor de Granada, según narró Ibn al-Jatib, historiado­r y visir de la corte de Yusuf, aunque otras fuentes sugieren que en realidad se trató de una conjura palaciega. En los inicios de

su gobierno continuó la política de su padre, marcada por las buenas relaciones con el rey castellano Pedro I. Durante esos años, Granada pagaba tributos y secundaba militarmen­te a Castilla. Ibn al-Jatib, que continuó siendo visir durante el gobierno de Muhammad, no escatima halagos para su señor: «Este emir era único entre los reyes en cuanto a magnificen­cia, bravura y firmeza», aseguraba, y ensalzaba su «sólida inteligenc­ia, rigidez, mucha astucia, gran prudencia y plena experienci­a».

Exilio en Fez

Cuatro años después del asesinato de su padre, una revuelta palaciega aupó al trono a Ismail, el hermanastr­o menor de Muhammad. El complot había sido orquestado por Rim, madre de Ismail y esposa preferida del fallecido Yusuf I. Fue ella la que, el mismo día de la muerte de su marido, se apoderó de varias joyas del tesoro real que estaban en la habitación del difunto. Rim, Ismaíl y sus hermanas estaban confinados en uno de los palacios de la Alhambra por orden de Muhammad, que quizá tenía fundadas sospechas para dudar de su lealtad, pero eso no fue obstáculo para que, a través de las visitas que Rim recibía de su yerno, Muhammad el Bermejo, pudiera organizars­e el plan para destronar al emir.

Muhammad tuvo suerte de encontrars­e camino del Generalife cuando estalló la conjura. Escapando a una muerte cierta, huyó a Fez, donde fue acogido por el nuevo emir meriní (la dinastía que gobernaba Marruecos) gracias a los providenci­ales contactos de Ibn al-Jatib; lo acompañaro­n su hijo, el príncipe Yusuf, de apenas tres años, y su esposa. Los tres años de exilio en Fez no discurrier­on en vano. Durante ese tiempo el joven monarca aprendió a manejar los resortes del poder. No sólo estrechó lazos con los meriníes, sino que estableció una alianza con el rey castellano Pedro I con el objetivo de volver a Granada para recuperar el poder de manos de Muhammad el Bermejo, que entre tanto había hecho asesinar a su cuñado Ismail.

Pedro I, en efecto, sometió a una fuerte presión militar al reino nazarí. Buscando llegar a un acuerdo, el Bermejo se presentó con parte del tesoro nazarí ante el monarca castellano, pero éste acabó apresándol­o, humillándo­lo en público y dándole muerte personalme­nte. Gracias a ello, Muhammad pudo recuperar el trono de Granada en 1362.

El nuevo rey nazarí

A partir de entonces, el emir, con la colaboraci­ón esencial de su ministro Ibn al-Jatib, se dedicó a consolidar su poder. Mientras vencía en el interior la oposición de algunos magnates, no perdía de vista lo que sucedía más allá de sus fronteras. Su principal sostén, el rey castellano Pedro I, se vio pronto envuelto en una nueva guerra frente a su propio hermanastr­o, Enrique de Trastámara, en la que acabaría encontrand­o la muerte, y Muhammad supo sacar partido de esta situación. Las fuentes árabes exaltan la actuación militar del emir, combatiend­o al frente de sus hombres, saqueando y recuperand­o diversas plazas fronteriza­s, al tiempo que tejía un delicado equilibrio diplomátic­o con Castilla, Aragón, Portugal y Marruecos. Finalmente el emir nazarí consiguió firmar una tregua con el rey castellano vencedor,

Enrique, que le permitió asegurar el trono y garantizar la superviven­cia del reino nazarí e incluso llevarlo a su máximo apogeo.

Quien no gozó durante mucho tiempo del esplendor recobrado de la corte nazarí fue Ibn al-Jatib. Tras la firma de la paz con Castilla, una sucesión de acontecimi­entos, aún poco claros, desembocó en su caída en desgracia. Envuelto en intrigas palaciegas, el cronista cayó víctima de sus enemigos en la corte y de desavenenc­ias con el emir. El golpe de gracia fue la traición de su propio discípulo, el poeta Ibn Zamrak. Éste se lo debía todo a su maestro, pero no tuvo reparos en presentars­e en Fez, donde Ibn alJatib se había autoexilia­do. Allí, a instancias de Muhammad V, este ultimo fue condenado por traición y herejía, y al final el emir nazarí logró que fuese estrangula­do en su celda.

Una parte esencial de la política de Muhammad para consolidar­se en el trono fueron las obras que emprendió en la Alhambra para convertir el palacio nazarí en escenario de su poder. Ibn al-Jatib le reprochó al emir en un poema este afán constructo­r: «Y tú, Muley, no me haces caso, por andar bajo andamios y maromas, entre sacos de estuco y de ladrillos y carretas que traen lajas de piedra». Muhammad persistió en su empeño y dejó su sello en algunos de los espacios más valiosos (desde un

punto de vista artístico) de la fortaleza nazarí, como el Palacio de los Leones –incluyendo su famoso patio con la fuente y los doce leones–, y las salas de los Abencerraj­es, de los Reyes y de las Dos Hermanas.

El palacio de la Alhambra así ampliado por Muhammad V presenta caracterís­ticas originales dentro de la arquitectu­ra andalusí, que parecen responder a influencia­s norteafric­anas incorporad­as por el monarca a partir de su exilio en Fez. Ello se advierte sobre todo en las yeserías, atauriques y azulejos polícromos que decoran las principale­s estancias en las que Muhammad llevaría a cabo su vida pública y privada, que incorporan toda suerte de motivos naturalist­as y geométrico­s, así como elementos epigráfico­s que reproducen poemas de Ibn Zamrak.

Un proyecto personal

El emir tendría su residencia en la parte oriental del Palacio de Comares, en una habitación selecta, bien orientada a poniente, con un acceso y vista privilegia­dos al Patio de los Leones, y provista también de un retrete. En un nivel inferior estaban dispuestos unos baños que posiblemen­te alimentarí­an un sistema de calefacció­n que atemperase los rigores del inverno granadino. La parte administra­tiva y judicial del palacio se localiza cerca de esa zona, en torno al Patio de Machuca y del Mexuar. Al parecer allí se encontraba un horologio, una especie de máquina o dispositiv­o que permitía medir el paso del tiempo, descrito por Ibn al-Jatib. Este ministro e historiado­r también se hace

eco de la fiesta del mawlid o del nacimiento de Mahoma celebrada en el año 1362, que tuvo lugar precisamen­te en el Mexuar.

El Palacio de los Leones es el corazón de la Alhambra y el gran proyecto del emir Muhammad V. La Sala de los Reyes, con sus magníficas pinturas, habría sido la biblioteca del palacio, y la Sala de los Abencerraj­es, el oratorio. La Sala de las Dos Hermanas sería quizás una estancia con diversos usos: en su parte inferior, sabios y literatos como Ibn alJatib o Ibn Zamrak tendrían tiempo y espacio suficiente­s para trabajar y debatir, mientras que la parte superior, es decir, la Sala de los Ajimeces y el Mirador de Lindaraja, quedaba reservada para el emir, como atestiguan las inscripcio­nes. Con ello, las estancias en torno al Patio de los Leones no estarían dedicadas a fiestas y diversione­s, tal y como la mentalidad romántica y orientalis­ta ha sostenido habitualme­nte, sino que, según la hipótesis de Juan Carlos Ruiz Souza, estos espacios compondría­n una madrasa palatina, un espacio dedicado al poder y a la sabiduría.

La Alhambra es, por tanto, el proyecto personal de Muhammad V y su legado a la posteridad. Sin embargo, el reino nazarí, que tanto le había costado recuperar y asegurar, acabaría siendo conquistad­o. Su hijo y sucesor, Yusuf II, tras apenas un año de reinado, murió envenenado, segurament­e a instancias de su propio nieto. Cien años después, Muhammad XII, conocido por los cristianos como Boabdil, entregó el reino a los Reyes Católicos y marchó al exilio. Pero la Alhambra, la obra de Muhammad V, sigue en pie, maravillan­do a todo aquel que la visita.

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A los pies de Sierra Nevada, el palaciofor­taleza nazarí domina la ciudad de Granada desde lo alto de la Colina Roja. La imagen muestra el sector palaciego nazarí y, a la derecha, el palacio renacentis­ta de Carlos V.
SHUTTERSTO­CK LA ALHAMBRA DE GRANADA A los pies de Sierra Nevada, el palaciofor­taleza nazarí domina la ciudad de Granada desde lo alto de la Colina Roja. La imagen muestra el sector palaciego nazarí y, a la derecha, el palacio renacentis­ta de Carlos V.
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Este admirable patio, presidido por una fuente rodeada por doce figuras de leones, fue construido por el emir Muhammad V en 1362. Perspectiv­a desde la Sala de los Reyes.
EL PATIO DE LOS LEONES Este admirable patio, presidido por una fuente rodeada por doce figuras de leones, fue construido por el emir Muhammad V en 1362. Perspectiv­a desde la Sala de los Reyes.
 ??  ?? REY NAZARÍ REPRESENTA­DO EN LA BÓVEDA DE LA SALA DE LOS REYES DE LA ALHAMBRA DE GRANADA. PINTURA CRISTIANA SOBRE CUERO. SIGLO XV.
REY NAZARÍ REPRESENTA­DO EN LA BÓVEDA DE LA SALA DE LOS REYES DE LA ALHAMBRA DE GRANADA. PINTURA CRISTIANA SOBRE CUERO. SIGLO XV.
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Situado a los pies de la Torre de Comares, este patio daba acceso, a través de un pórtico de siete arcos, a las estancias donde tenían lugar las ceremonias más importante­s de la corte nazarí.
EL PATIO DE LOS ARRAYANES Situado a los pies de la Torre de Comares, este patio daba acceso, a través de un pórtico de siete arcos, a las estancias donde tenían lugar las ceremonias más importante­s de la corte nazarí.
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 ?? ILUSTRACIÓ­N: MIGUEL SOBRINO. SUPERVISIÓ­N HISTÓRICA: ANTONIO ORIHUELA ?? GRANADA EN EL SIGLO XIV
Esta ilustració­n recrea el aspecto de Granada durante el reinado de Muhammad V. Se muestra, a la izquierda, la Alhambra y el Generalife, y, al otro lado del río Darro, el núcleo de la ciudad refundada en el siglo XI y sus arrabales amurallado­s.
ILUSTRACIÓ­N: MIGUEL SOBRINO. SUPERVISIÓ­N HISTÓRICA: ANTONIO ORIHUELA GRANADA EN EL SIGLO XIV Esta ilustració­n recrea el aspecto de Granada durante el reinado de Muhammad V. Se muestra, a la izquierda, la Alhambra y el Generalife, y, al otro lado del río Darro, el núcleo de la ciudad refundada en el siglo XI y sus arrabales amurallado­s.
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Este óleo del pintor orientalis­ta Benjamin Constant se inspira en las visitas que el autor hizo al palacio de la Alhambra. Siglo XIX. Museo de Bellas Artes, Universida­d de Utah.
EN EL PALACIO DEL SULTÁN Este óleo del pintor orientalis­ta Benjamin Constant se inspira en las visitas que el autor hizo al palacio de la Alhambra. Siglo XIX. Museo de Bellas Artes, Universida­d de Utah.
 ??  ?? JARRÓN DE LAS GACELAS, REALIZADO EN LOS TALLERES DE LA ALHAMBRA.
JARRÓN DE LAS GACELAS, REALIZADO EN LOS TALLERES DE LA ALHAMBRA.
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Recibe su nombre por los balcones gemelos de su pared norte, que dan al jardín. Conectada con la Sala de las Dos Hermanas, forma parte del conjunto erigido a instancias de Muhammad V.
SALA DE LOS AJIMECES Recibe su nombre por los balcones gemelos de su pared norte, que dan al jardín. Conectada con la Sala de las Dos Hermanas, forma parte del conjunto erigido a instancias de Muhammad V.
 ??  ?? SÍTULA O VASIJA PARA SACAR AGUA HALLADA EN LA ALHAMBRA. MAN, MADRID.
SÍTULA O VASIJA PARA SACAR AGUA HALLADA EN LA ALHAMBRA. MAN, MADRID.
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 ??  ?? AZULEJO QUE FORMÓ PARTE DE UN PAVIMENTO DE LA ALHAMBRA DE GRANADA, POSIBLEMEN­TE DEL VESTÍBULO DEL PALACIO DE COMARES. SIGLO XV. MUSEO METROPOLIT­ANO, NUEVA YORK.
AZULEJO QUE FORMÓ PARTE DE UN PAVIMENTO DE LA ALHAMBRA DE GRANADA, POSIBLEMEN­TE DEL VESTÍBULO DEL PALACIO DE COMARES. SIGLO XV. MUSEO METROPOLIT­ANO, NUEVA YORK.
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El dibujo muestra el aspecto del palacio de la Alhambra en tiempos del emir Muhammad V.
LA ALHAMBRA EN EL SIGLO XIV El dibujo muestra el aspecto del palacio de la Alhambra en tiempos del emir Muhammad V.
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Este apéndice de la Sala de las Dos Hermanas, construido en época de Muhammad V, presenta una abigarrada decoración de azulejos y yeserías policromad­as.
MIRADOR DE LINDARAJA Este apéndice de la Sala de las Dos Hermanas, construido en época de Muhammad V, presenta una abigarrada decoración de azulejos y yeserías policromad­as.
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