LAS NORMAS GRÁFICAS DE LA ESCRITURA
LA ESCRITURA JEROGLÍFICA seguía ciertas convenciones gráficas, por ejemplo respecto a la dirección en que se disponían los signos. En realidad, el sistema era muy flexible puesto que se podía escribir tanto en registros verticales como en horizontal.
En el primer caso se escribía siempre de arriba abajo, pero en el segundo tanto de derecha a izquierda como a la inversa.
Esta flexibilidad permitió que el sistema jeroglífico se ajustara a los diversos entornos arquitectónicos y epigráficos. En efecto, la escritura cumplía también una función decorativa y se regía por dos principios fundamentales: el horror vacui, que llevaba a cubrir enteramente de signos una superficie determinada, y la búsqueda de simetría y equilibrio. Este último imperativo hacía que en un mismo espacio los textos pudieran escribirse a la vez hacia la izquierda y hacia la derecha, como puede verse en las imágenes junto a estas líneas.
En las escrituras cursivas, en cambio, existía menos flexibilidad. La escritura hierática, la primera forma cursiva de los jeroglíficos, también se podía disponer de forma vertical y horizontal, aunque con el paso del tiempo la distribución en líneas horizontales se acabó imponiendo. A diferencia del jeroglífico, el hierático sólo se escribía de derecha a izquierda. En cuanto a la escritura demótica, la segunda cursiva de los jeroglíficos, se escribía siempre de derecha a izquierda y en horizontal.
Los mismos principios se aplicaban a la hora de disponer los jeroglíficos en una línea. Los egipcios usaban una cuadrícula imaginaria dentro de la cual colocaban los signos según su tamaño, buscando que quedaran equilibrados entre sí y sin espacios blancos.