LA COMUNIÓN DE ACTORES Y PÚBLICO
EnEn el siglo V a.C., las obras de Esquilo, Sófocles o Eurípides se representaron sobre simples tablados de madera. Sería ya en el siglo siguiente cuando surgieron teatros de dimensiones monumentales, como el teatro de Dioniso en Atenas, a la vez que se introdujeron otras modificaciones en el espacio escénico que definirían el modelo griego de teatro. En esas construcciones podían distinguirse tres grandes partes: el graderío, la orchestra y el escenario.
gradas. El teatro se basaba en un graderío, llamado koilón, dividido en sectores (kerkis), separados por klimakes 1, escaleras que permitían el acceso a las partes altas. La primera fila, reservada a las autoridades, se llamaba proedria 2.
orchestra. Enfrente de las gradas se encontraba la orchestra 3, un espacio circular o semicircular de tierra compacta, en cuyo centro se alzaba el altar de Dioniso 4. Era el espacio en el que actuaba el coro 5, encabezado por el corifeo. Sus miembros accedían a él desde sendos corredores laterales (párodoi). En la orchestra también estaban situados los músicos 6.
escenario. Los actores, que eran únicamente hombres, se ubicaban en el logeion, un espacio elevado situado delante del proskenion o parte delantera de la skené 7. La skené era una plataforma que soportaba los escenarios y permitía, a través de tres accesos, que los actores entraran y salieran durante la actuación.
episkenion. Sobre la skené podía elevarse el episkenion, una especie de tribuna desde la que intervenían, en caso de que fuera necesario, los actores que representaban a los dioses. También allí se situaban las grúas 8 usadas para las apariciones de dioses, un recurso que se conoce como deus ex machina.
ACTORES TRAVESTIDOS
Un actor interpreta un papel femenino. Para ello se viste con un peplo que le cubre completamente. Figurita de terracota. Museo Metropolitano, Nueva York.
una muerte, de la que se informaba por un mensajero que traía la noticia o por la disimulada aparición del cadáver en segundo plano. Pero también existían recursos que buscaban sorprender al espectador. Así, se usaban grúas para que algunos personajes se movieran por el aire en el escenario, ya fuera para aparecer súbitamente o para desvanecerse. Se dice que fue Eurípides el primero en utilizar este recurso en su obra Medea, cuando la protagonista se elevó en el cielo sobre un carro de fuego.
Espectadores ruidosos
El público estaba integrado, básicamente, por ciudadanos. Sabemos que los niños asistían a todas las representaciones, incluidas las tragedias, a pesar de sus enrevesadas tramas. Respecto a la presencia de las mujeres en época clásica, el testimonio de las fuentes es contradictorio, pero sí parece claro que en época helenística tenían autorizada la entrada.
No debemos imaginarnos una audiencia silenciosa, como la que hoy asiste a los teatros. A veces, la emoción se desbordaba. Se cuenta que cuando Frínico estrenó La toma de Mileto, una obra que narraba la conquista de esta ciudad de Asia Menor por los persas, se tuvo que suspender la representación por los sollozos del público. Otras veces los asistentes reaccionaban con abucheos, gritos o silbidos que interrumpían el ritmo de la representación; incluso tiraban higos secos u otras viandas que introducían en las gradas como refrigerio para hacer frente a la larga duración de los certámenes.
En las pendientes meridionales de la Acrópolis ateniense se han hallado unas fichas en las que se representan motivos teatrales, y que han sido interpretadas como una especie de billetes de entrada al recinto. El precio de la entrada en época clásica era de dos óbolos, más o menos la mitad de lo que un ateniense podía ganar en un día de trabajo. Se cree que Pericles creó un fondo público, llamado theorikón, para subvencionar la asistencia
Durante el estreno de La toma de Mileto, se tuvo que suspender la obra debido a los sollozos del público
a los espectáculos de los ciudadanos con menos recursos, pero es una cuestión que todavía no tiene una respuesta definitiva. Tras el certamen, al caer la noche, los espectadores abandonaban el graderío de forma más bien tumultuosa a juzgar por testimonios como el de Jenofonte, quien instaba a los miembros de un escuadrón de caballería a moverse con orden, y no «estorbándose unos a otros
como la gente a la salida del teatro».
Opiniones encontradas
El teatro tenía una importante función pedagógica, puesto que las obras que se llevaban a escena invitaban a la reflexión sobre los aspectos más conflictivos de la naturaleza humana. Sus versos eran, además, un fabuloso escaparate en el que se deslizaban los valores cívicos de la democracia. Pericles llegó al convencimiento de que el ciudadano ateniense podía ser educado a través del teatro. La propaganda del nuevo sistema político afloraba en los versos de los grandes dramaturgos, que profundizaban en conceptos como el deber ciudadano o la libertad, pero también en el propio funcionamiento del espectáculo, organizado por y para la comunidad.
Sin embargo, el teatro en Atenas no siempre se ajustó a estas elevadas exigencias. Con el tiempo, la inspiración religiosa original se olvidó y el teatro se convirtió en una simple diversión para la gente común. Así al menos lo creía el filósofo Platón: «Al componer esta clase de obras y añadirles letras del mismo jaez, imbuyeron en la gente la transgresión de las leyes referidas a la música y el atrevimiento de considerarse capaces de juzgarla. El resultado de ello fue que el teatro, antes silencioso, se llenó de gritos, como si el público entendiese de lo que es buena o mala música; así que en vez de aristocracia se produjo una terrible teatrocracia».