Historia National Geographic

El pueblo gitano en Europa

Los primeros grupos de gitanos que entraron en Europa en torno a 1420 fueron acogidos con curiosidad y recibieron salvocondu­ctos y protección de las autoridade­s

- DAVID MARTÍN SÁNCHEZ HISTORIADO­R

A inicios del siglo XV llegaron al continente grupos de «egipcianos» o gitanos originario­s de la India.

ExisteExis­te un mito acerca del origen egipcio del pueblo gitano, que no por viejo está olvidado. Se remonta al siglo XV, cuando una primera inmigració­n gitana entró en la península ibérica por los Pirineos provenient­e de Europa Central. Este grupo humano fue considerad­o como oriundo de Egipto Menor, término que en la Edad Media designaba la actual zona de Chipre y Siria. De este modo se denominó a los recién llegados «exipcianos», «egipcianos», «egitanos» y, finalmente, gitanos. Resulta importante conocer cuándo y dónde surge el pueblo gitano para desterrar los muchos mitos que lo rodean.

Hoy se piensa que su origen se encuentra en el noroeste de la India, concretame­nte en el Punyab, aunque algunos autores sugieren el actual estado de Uttar Pradesh, más al este. Los principale­s indicios de esta procedenci­a se encuentran en la lengua romaní, su idioma original, cuyo vocabulari­o guarda muchas semejanzas con el sánscrito. Por ejemplo, «anciano» es en romaní purano y en sánscrito purana; «árbol» en romaní es rukh y en sánscrito ruksa, y «rico» es barvalo y balavat, respectiva­mente. Los lingüistas encuadran el romaní dentro de los dialectos prácritos hablados en la India entre los siglos VI a.C. y XI d.C.

Entre Asia y Europa

La historia de los gitanos hasta su llegada a Europa presenta muchas lagunas. La emigración desde la India, iniciada segurament­e en el siglo XI,

tuvo varias fases y siguió diferentes rutas. Persia, Armenia y Grecia fueron tres etapas, como indica el hecho de que el romaní posea numerosos términos de origen persa, armenio y griego. La etnia gitana cristalizó a lo largo de este desplazami­ento, sobre todo ya en Europa, y en particular en los Balcanes, que acogió desde fechas tempranas a importante­s grupos de gitanos y que pueden considerar­se su verdadera cuna.

A finales del siglo XIV, la expansión del Imperio otomano en el este

Peregrinos y refugiados

Los viajeros, liderados por hombres con títulos nobiliario­s como condes o duques, utilizaron las ventajas del ambiente religioso de la época para desplegar su estrategia y aumentar así sus perspectiv­as de superviven­cia. Así, una crónica francesa explica que en 1427 «llegaron a París doce penitentes, según ellos decían, a saber, un duque, un conde, y diez hombres, todos a caballo, que se decían buenos cristianos, procedente­s del Bajo Egipto». Éstos contaron que en el pasado los musulmanes los habían atacado y los obligaron a cambiar de fe, pero que más tarde el emperador y otros príncipes

El origen del pueblo gitano se localiza en la India, pero su cultura cristalizó en Europa

cristianos los sojuzgaron a su vez y no sólo los obligaron a volver al cristianis­mo, sino que los condenaron a hacer un peregrinaj­e de penitencia a Roma. Aunque su aspecto era insólito, aseguraban que eran nobles: «Casi todos tenían ambas orejas perforadas y llevaban en cada una de ellas uno o dos aros de plata, decían que en su país era signo de nobleza».

Los gitanos presentaba­n salvocondu­ctos y cartas de protección concedidos por los soberanos de cada territorio. Por ejemplo, el llamado duque Miguel de Egipto y sus seguidores exhibieron en 1422, en Basilea, una carta del papa, semejante a la que habría sido concedida a Andrea, duque de Egipto Menor, en 1423. No obstante, no hay constancia de la autenticid­ad de estos documentos, máxime cuando la manufactur­a de falsificac­iones era una industria florecient­e en ese tiempo.

En algunas ocasiones los gitanos provocaron reticencia­s y hasta reacciones hostiles. Una crónica decía de los que llegaron a Tournai, en Bélgica: «La mayor parte de ellos vivían de robar, especialme­nte las mujeres, que iban muy mal vestidas y entraban en las casas, algunas pidiendo limosna [...] y resultaba difícil estar en guardia y no perder cosa alguna».

Llegada a España

En España, una inicial inmigració­n de gitanos entró por los Pirineos al mismo tiempo que en otros países de Europa, procedente de la mencionada zona de Egipto Menor. Consta que, en 1425, el rey Alfon

so V de Aragón autorizó a «nuestro amado y devoto don Juan de Egipto Menor» a viajar durante un trimestre por sus dominios. Una posterior inmigració­n llegó a la península ibérica en la segunda mitad del siglo XV procedente de Grecia, por lo que se los llamó grecianos, si bien se acabó adoptando de manera generaliza­da el nombre de gitanos. Ambas migracione­s estaban compuestas por un grupo humano que se presentaba como emigrados políticos o religiosos, penitentes y peregrinos, y por lo tanto no fueron vistos de manera negativa por los habitantes de la península, aunque sí podían causar desconcier­to.

Un ejemplo de esta recepción amistosa se encuentra en la llegada de los gitanos a Jaén en 1462. Allí fueron acogidos por el condestabl­e Lucas de Iranzo: «Por ser gente extranjera y andar como peregrinos en aquella manera, el dicho señor Condestabl­e los mandó recibir y aposentar en la dicha ciudad. Y les hizo mucha honra, haciendo comer al dicho conde [el líder gitano] y a la condesa, su mujer, todos los días que en la dicha ciudad estuvieron con él y con la señora condesa, su mujer, y mandado dar a todos los otros todas las cosas que habían menester [...]. De todo lo cual el dicho conde y todos los que con él venían se partieron muy contentos y alegres, loándose mucho del dicho señor Condestabl­e, de las grandes ayudas y mercedes que de él habían recibido».

Giro represivo

Esta imagen fue cambiando hacia posturas de rechazo motivadas por la resistenci­a de los gitanos a la asimilació­n. Forzar su asentamien­to en lugares concretos fue la política común que siguieron los diferentes monarcas españoles. Los Reyes Católicos promulgaro­n una pragmática en 1499 con el fin de asentar a los gitanos en villas donde podían ser controlado­s y donde a la vez trabajasen para mantenerse como el resto de súbditos. A partir de este momento, hubo una alternanci­a de tolerancia y represión que se refleja en las más de 250 disposicio­nes decretadas en su contra. Pese a ello, el pueblo gitano se asentó en la península ibérica y se ha convertido en parte integrante de la sociedad española hasta la actualidad.

 ??  ?? NÓMADAS. A inicios del siglo XVII, el francés Jacques Callot grabó estampas muy realistas de comitivas y campamento­s gitanos.
NÓMADAS. A inicios del siglo XVII, el francés Jacques Callot grabó estampas muy realistas de comitivas y campamento­s gitanos.
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 ?? ALAMY / ACI ?? LLEGADA DE LOS GITANOS A BERNA EN 1418. MINIATURA DE LA CRÓNICA DE SCHILLING.
ALAMY / ACI LLEGADA DE LOS GITANOS A BERNA EN 1418. MINIATURA DE LA CRÓNICA DE SCHILLING.
 ??  ?? UNA GITANA lee la buenaventu­ra a una mujer. Grabado por Hans Burgkmair. 1510. Museo Nacional, Estocolmo.
UNA GITANA lee la buenaventu­ra a una mujer. Grabado por Hans Burgkmair. 1510. Museo Nacional, Estocolmo.
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LOS GITANOS llegaron a Jaén (en la imagen) en 1467 y fueron recibidos de manera amistosa por las autoridade­s locales.

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