ROMA SIGUE EL EJEMPLO ESPAÑOL
EnEn Italia, al ocuparse de la brujería como una herejía, la Inquisición romana mostró la misma moderación que la Inquisición española. En su Historia de la Inquisición española, Henry Charles Lea destaca las instrucciones que el órgano supremo de la Inquisición romana dio a sus jueces, en las que prescribía un procedimiento «globalmente basado en las instrucciones de
la Inquisición española de 1614», según el historiador norteamericano. Así, se limitaba el uso de la tortura y se prohibía dar valor al testimonio de quienes aseguraban haber estado en un sabbat o aquelarre por considerarlo fruto de una ilusión. Curiosamente, los papas se mostraban más convencidos de la realidad de la brujería y de la necesidad de castigarla con
la máxima severidad. En 1623, por ejemplo, Gregorio XV publicó un decreto que agravaba los castigos contra brujos y brujas: si sus actos habían causado una muerte (por ejemplo, de un niño), serían entregados a la justicia secular para que los ejecutase, mientras que los que provocaran daños personales o en las cosechas y ganado sufrirían cadena perpetua.