LA INQUISICIÓN INVESTIGA UN AQUELARRE
En 1609, la Inquisición ordenó interrogar a los implicados en el episodio de las brujas de Zugarramurdi para verificar la credibilidad de sus testimonios
l conocerse las primeras redadas de supuestas brujas en el valle del Baztán en 1609, los dirigentes de la Inquisición en Madrid ordenaron el examen de los testimonios sobre las reuniones nocturnas de hechiceros y los maleficios que éstos llevaban a cabo. Con este fin remitieron un meticuloso cuestionario a la Inquisición de Logroño, del que a continuación ofrecemos un extracto.
Preguntas que se han de hacer a los reos y testigos en materia de brujas
- ¿En qué días tenían las juntas? - ¿Cuánto tiempo estaban en ellas? - ¿A qué hora iban y volvían? - Estando allá o yendo o viniendo, ¿oían reloj, campanas o perros o gallos del lugar más cercano? - ¿Iban vestidas o desnudas? ¿Dónde dejaban los vestidos? ¿Los hallaban en la misma parte o en otra?
- ¿Cuánto tiempo tardaban en ir desde sus casas al lugar de las juntas?
- ¿Se untan para ir a las dichas juntas? ¿En qué parte? - ¿Tienen por cierto que van corporalmente a las dichas juntas, o con el ungüento se duermen y se les imprimen las dichas cosas en la imaginación o fantasía?
El enviado de la Inquisición, Alonso de Salazar Frías, recorrió durante ocho meses un amplio territorio entre Navarra, Guipúzcoa y Álava, interrogando a más de 1.800 personas a las que planteó las preguntas ordenadas por la Suprema.
Los resultados confirmaron sus sospechas sobre la falta total de base de los relatos sobre aquelarres y reuniones con el demonio. Su conclusión fue: «No he hallado certidumbre ni aun indicios de que colegir algún acto de brujería que real y corporalmente haya pasado en cuanto a las idas de aquelarres, asistencia de ellos, daños ni los demás efectos que se refieren».