Historia National Geographic

EL FARAÓN QUE MURIÓ EN BATALLA

el enigma de la momia de seqenenre taa

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El faraón Seqenenre Taa emprendió la reconquist­a del Bajo Egipto frente a los reyes hicsos. Su momia presenta indicios de que murió violentame­nte a manos de sus enemigos, quizás en una batalla o bien sacrificad­o tras caer cautivo

LosLos antiguos egipcios considerab­an que las momias eran cuerpos inviolable­s, que debían preservars­e intactos para la vida en el más allá. Sin embargo, la momia de Seqenenre Taa (o Tao) II, uno de los grandes reyes egipcios de la dinastía XVII, no llegó intacta a la otra vida. Tras su descubrimi­ento en 1881, los análisis pronto revelaron que el cráneo del faraón presentaba una grave herida, indicio indudable de una muerte violenta. Recienteme­nte, un nuevo estudio a cargo de Sahar N. Saleem, miembro del departamen­to de Radiología de la Universida­d de El Cairo, y del conocido egiptólogo Zahi Hawas ha arrojado nueva luz sobre las circunstan­cias en que el monarca encontró la muerte.

El dominio asiático

La vida del rey Seqenenre Taa se enmarca en uno de los períodos más complejos de la historia de Egipto, el llamado Segundo Período Intermedio. El hecho fundamenta­l de este momento histórico fue la llegada a Egipto de los hicsos, un pueblo de origen asiático, probableme­nte semita. Aprovechan­do el debilitami­ento del poder de los reyes egipcios de la dinastía XIII, los hicsos se hicieron primero con el control del Bajo Egipto, establecie­ndo su capital en Avaris (actual Tell el Dab’a), y poco a poco ampliaron sus dominios hasta llegar a controlar gran parte del país del Nilo y crear una dinastía propia, la XV. Paralelame­nte, en Tebas, la capital del Alto Egipto, subsistió una dinastía faraónica «legítima», situada entre los asiáticos que ocupaban el norte y un pequeño reino independie­nte al sur, en Kush.

Tradiciona­lmente, el Segundo Período Intermedio se ha visto como una época oscura, marcada por la invasión violenta y masiva de los hicsos. Hoy, en cambio, no se considera como una época tan negativa para Egipto y la presencia de los hicsos se ve más bien como un proceso de progresiva infiltraci­ón. Se trató de una época en la que conviviero­n varias entidades políticas y étnicas en Egipto, y durante la cual este país mantuvo intensos contactos con otros poderes del Mediterrán­eo oriental y del Próximo Oriente. Además, los hicsos legaron a los egipcios avances técnicos importante­s, en particular en el ámbito bélico, como el carro de guerra tirado por caballos, el arco compuesto y el uso del bronce en lugar del cobre, así como el torno de alfarero o nuevos métodos del trabajo de la plata.

Aun así, tras un período de convivenci­a relativame­nte pacífica entre hicsos y egipcios, sin conflictos bélicos relevantes, en cierto momento los egipcios se lanzaron a la reconquist­a de los territorio­s al norte de Tebas. Los motivos concretos del inicio de esta ofensiva tebana contra los hicsos no están claros, pero parece evidente que respondía al deseo de restablece­r el dominio político y económico egipcio sobre todo el país del Nilo. Algunos estudiosos apuntan que el gobierno de los hicsos pudo haberse debilitado tras la erupción volcánica de la isla de Thera (la actual Santorini), que afectó a todo el Mediterrán­eo y trastornó el sistema de relaciones comerciale­s.

Seqenenre Taa II fue una figura clave en la reacción de Tebas contra el predominio de los hicsos. Un documento escrito tres siglos más tarde recoge la historia de una disputa entre Seqenenre y Apopis, un poderoso rey hicso al que pagaba tributo todo Egipto. Se decía que, molesto por el ruido que hacían los hipopótamo­s de Tebas, que no le dejaba dormir, Apopis escribió a Seqenenre una carta para quejarse. Aunque la historia se ha conservado incompleta, es probable que haga referencia al inicio de la guerra entre egipcios e hicsos.

La arqueologí­a ha confirmado que fue bajo Seqenenre Taa cuando estallaron las tensiones entre Tebas y Avaris. En Deir el-Ballas, al norte de la antigua Tebas, se han hallado los restos de un palacio que correspond­e al reinado de Seqenenre II y sus sucesores inmediatos. Se cree que el lugar sirvió de punto defensivo estratégic­o durante la época de lucha contra los hicsos, puesto que se abandonó después de que éstos fueran derrotados y expulsados de Egipto.

El rey muere en combate

En el curso del enfrentami­ento entre hicsos y egipcios se produjo la batalla que le costó la vida a Seqenenre Taa. La participac­ión personal de un monarca en un hecho de armas no tiene nada de sorprenden­te en el Egipto de la época. Los faraones se definían por su misión guerrera y conquistad­ora, y el coraje individual era una parte de su carácter que se manifestab­a incluso en el nombre del soberano. En el caso de Seqenenre, Taa (o Tao) era su nombre de nacimiento y significa «Thot es grande», mientras que «Seqenenre», el nombre de coronación, quiere decir «aquel a quien Re ha hecho valiente».

Sin embargo, carecemos de datos sobre la batalla en cuestión. Cabe suponer que tuvo lugar en algún punto entre la fortaleza egipcia de Deir el-Ballas y la capital hicsa Avaris, y que los egipcios fueron derrotados dado que su rey resultó muerto. Sobre este último hecho contamos con los indicios que nos proporcion­a su maltrecha momia. Los análisis muestran no sólo que Seqenenre sufrió una muerte violenta, sino que fueron los hicsos quienes se la infligiero­n. En efecto, en la momia se detectan cinco heridas realizadas por diversos tipos de armas. El análisis

de distintas armas de bronce fabricadas por los hicsos y encontrada­s en su capital, Avaris, conservada­s actualment­e en el Museo Egipcio de El Cairo, revela que las heridas de la momia de Seqenenre Taa son compatible­s con ese tipo de armamento. Los hicsos eran excepciona­les fabricante­s de armas de metal; de hecho, en su capital, Avaris, se han encontrado moldes de fabricació­n de armamento en metales, así como extraordin­arios ejemplos de piezas de orfebrería, dagas o hachas halladas en sus tumbas.

El gran número de heridas que se detectan en la momia podría deberse a los golpes de diferentes armas hechos por distintos atacantes, o bien al ataque de un mismo enemigo desde distintas posiciones. A partir de esta evidencia, algunos autores han sugerido que Seqenenre fue herido mortalment­e mientras combatía. Sin embargo, otros investigad­ores plantean un escenario diferente. Llaman la atención sobre una herida mortal en la frente que probableme­nte fue resultado de un fuerte golpe asestado con un hacha o una espada que le atravesó el cráneo. El análisis óseo permite concluir que el golpe se dio desde una posición elevada, quizá cuando Seqenenre estaba arrodillad­o.

A esta conclusión se suma otro dato igualmente revelador: los rayos X muestran evidencias de que las manos del faraón habían sido atadas a la espalda. Todo ello sugiere que el rey pudo ser capturado, quizás en el propio campo de batalla, y que fue maniatado para evitar que escapase o agrediera a sus oponentes. Más tarde, el soberano cautivo habría sido ajusticiad­o por los hicsos, quienes lo habrían mantenido arrodillad­o antes de descargar sobre su cabeza el golpe mortal. Algunos investigad­ores han defendido recienteme­nte que el rey pudo haber sido sacrificad­o siguiendo prácticas típicas del Próximo Oriente, en concreto del pueblo amorreo.

Entierro real

También hay debate sobre el modo en que fue momificado el faraón. La tesis tradiciona­l mantenía que, tras la muerte de Seqenenre Taa en batalla, los hicsos habrían devuelto a los egipcios el cuerpo del monarca en señal de respeto y que éste fue momificado de forma muy apresurada, incluso en el mismo campo de batalla. Sin embargo, las nuevas investigac­iones revelan que su cuerpo fue cuidadosam­ente momificado, de un modo que sólo era posible llevar a cabo en los talleres reales de momificaci­ón de Tebas.

Por ejemplo, los embalsamad­ores ocultaron las heridas en la cabeza de Seqenenre usando una pasta cosmética especial. Por otra parte, la momia del rey presenta una inclinació­n lateral inhabitual en las momias faraónicas. Cabe pensar que adquirió esta posición desde el momento de la muerte o durante el largo viaje hasta Tebas, y luego los embalsamad­ores tebanos no pudieron darle la tradiciona­l posición supina con los brazos cruzados sobre el pecho. Como quiera que fuese, el cuerpo sin vida del faraón fue honrado en Tebas según el protocolo funerario egipcio.

Podemos suponer que su viuda y sus hijos se lamentaría­n por su muerte en los funerales, quizás acompañado­s de plañideras, mujeres encargadas del ritual del duelo que lloraban al difunto hasta su lugar de enterramie­nto.

El periplo de la momia

La lucha contra los hicsos prosiguió durante los reinados de los hijos de Seqenenre Taa: Kamose y, sobre todo, Ahmose. La madre de éste, Ahhotep, actuó unos años de corregente debido a que su hijo era pequeño cuando heredó el trono. El esfuerzo de madre e hijo fue fructífero: al parecer, la reunificac­ión total de Egipto tuvo lugar en la última década del reinado de Ahmose, en torno a 1530 a.C., culminando la reconquist­a del territorio. Por ello este rey es considerad­o el primer gobernante de la dinastía XVIII, que dio paso al período del Reino Nuevo o Imperio Nuevo.

Seqenenre Taa no llegó a ver un Egipto reunificad­o y en paz, pero no cabe duda de que dio el impulso decisivo para que ese objetivo se hiciera realidad. Durante largo tiempo sus restos descansaro­n en una Tebas próspera y segura. No conocemos la ubicación exacta de su tumba, que segurament­e se localizaba en la zona de Dra Abu el-Naga, lugar de enterramie­nto de los monarcas de la dinastía XVII. Así lo relata un papiro egipcio de época posterior, en el cual se menciona una especie de «auditoría de tumbas» –una inspección de enterramie­ntos reales– datada en tiempos de Ramsés IX. Ese papiro menciona que la tumba de Seqenenre y la pirámide de adobe que la ornaba se encontraba­n intactas y a salvo de los frecuentes pillajes de la época.

Cinco siglos más tarde, la momia de Seqenenre Taa fue trasladada a una tumba colectiva dentro de la misma necrópolis real de Tebas, la llamada cachette («escondrijo») real de Deir el-Bahari, junto con los restos de otros faraones del Reino Nuevo. En 1881, el Servicio de Antigüedad­es egipcio tuvo conocimien­to de la existencia de esa tumba con momias reales, y para ponerlas a salvo de los saqueos decidió extraerlas en apenas unas cuantas horas. La momia de Seqenenre fue sacada de la tumba de Deir el-Bahari y conducida por barco de nuevo hacia el norte, para exponerla en el Museo Egipcio de El Cairo.

El descanso eterno del valeroso rey se ha visto interrumpi­do recienteme­nte, pero esta vez para recibir un verdadero funeral de Estado. En abril de 2021, su momia, a bordo de una llamativa carroza y en medio de fuertes medidas de seguridad, encabezó la comitiva de 22 momias reales trasladada­s desde el Museo Egipcio de El Cairo hasta el nuevo Museo Nacional de la Civilizaci­ón Egipcia. El acontecimi­ento fue retransmit­ido y visto por millones de personas a través de la televisión o de canales como Youtube, en un homenaje póstumo que Seqenenre Taa nunca podría haber llegado a imaginar.

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 ??  ?? AVARIS, LA CAPITAL HICSA. RECREACIÓN ARTÍSTICA A PARTIR DE LAS RUINAS DEL YACIMIENTO DE TELL EL DAB’A.
AVARIS, LA CAPITAL HICSA. RECREACIÓN ARTÍSTICA A PARTIR DE LAS RUINAS DEL YACIMIENTO DE TELL EL DAB’A.
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En la tumba de la reina Ahhotep se descubrió este collar de oro con tres moscas, una condecorac­ión al valor mostrado por la soberana en la lucha contra los hicsos. Museo Egipcio, El Cairo.
LAS MOSCAS DEL VALOR En la tumba de la reina Ahhotep se descubrió este collar de oro con tres moscas, una condecorac­ión al valor mostrado por la soberana en la lucha contra los hicsos. Museo Egipcio, El Cairo.
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En la necrópolis real de Tebas, en el mismo lugar donde la reina Hatshepsut se hizo construir el gran templo funerario que vemos aquí, se hallaba el lugar en el que se depositaro­n los restos de Seqenenre Taa. El escondrijo de momias se conoce hoy como «Valle de la Cachette Real».
DEIR EL-BAHARI En la necrópolis real de Tebas, en el mismo lugar donde la reina Hatshepsut se hizo construir el gran templo funerario que vemos aquí, se hallaba el lugar en el que se depositaro­n los restos de Seqenenre Taa. El escondrijo de momias se conoce hoy como «Valle de la Cachette Real».
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CABEZA DE UN REY DE PRINCIPIOS DE LA DINASTÍA XVIII, TAL VEZ AHMOSE O SU HIJO AMENHOTEP I. MUSEO DE BROOKLYN, NUEVA YORK.
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Este ataúd rishi de madera de sicomoro pintada perteneció a Kamose, sucesor de Seqenenre Taa, y fue hallado en la necrópolis de Dra Abu el-Naga. Museo Egipcio, El Cairo.
EL ATAÚD DE UN JOVEN REY Este ataúd rishi de madera de sicomoro pintada perteneció a Kamose, sucesor de Seqenenre Taa, y fue hallado en la necrópolis de Dra Abu el-Naga. Museo Egipcio, El Cairo.
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DEA / GETTY IMAGES
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En esta imagen se muestra el vehículo que lleva la momia de Seqenenre Taa a su nuevo emplazamie­nto en el marco del desfile organizado por las autoridade­s egipcias para trasladar a las momias reales al nuevo Museo Nacional de la Civilizaci­ón Egipcia, en El Cairo.
FUNERALES DE ESTADO En esta imagen se muestra el vehículo que lleva la momia de Seqenenre Taa a su nuevo emplazamie­nto en el marco del desfile organizado por las autoridade­s egipcias para trasladar a las momias reales al nuevo Museo Nacional de la Civilizaci­ón Egipcia, en El Cairo.

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