LAS TUMBAS,
formadas por grandes ánforas, se elaboraron mediante la unión de la parte superior de una ánfora con la parte inferior de otra, recortadas de modo que encajasen entre sí y creasen un espacio lo suficientemente grande para albergar un cuerpo humano. Este tipo de enterramientos era habitual en el mundo romano, sobre todo en el caso de los niños. A partir del siglo II, las inhumaciones se incrementaron y reutilizar ánforas se convirtió para muchos en una manera económica de conseguir un entierro digno.