El bautismo del samurái
AL LLEGAR A MADRID, viendo que Felipe III no mostraba ningún interés en atender a las peticiones de la embajada japonesa, fray Luis Sotelo intentó una maniobra. Hizo que Hasekura solicitara bautizarse en presencia del rey, algo a lo que la corte acabó accediendo. La ceremonia se celebró con gran solemnidad en el monasterio de las Descalzas Reales. El samurái tomó el nombre de Felipe Francisco, honrando así tanto a Felipe III como a la orden de los franciscanos. Sin embargo, este gesto no tendría ninguna incidencia en la actitud del rey, la corte o el Consejo de Indias. gado a marchar a México, se enroló allí clandestinamente en un barco chino con el que llegó a Japón, donde sería descubierto y capturado, dentro de la campaña de represión contra los cristianos de las autoridades Tokugawa. Pese a sus peticiones de auxilio a Date Masamune, en 1624 fue quemado vivo.
El resto de la expedición había llegado al territorio del daimyo en septiembre de 1620, casi siete años después de haber empezado su viaje. No quedan documentos que nos expliquen qué fue de Hasekura Tsunenaga: sabemos únicamente que murió en 1622, pero no queda constancia de si murió como mártir cristiano o por alguna otra causa. Ni siquiera hay certeza de dónde está su tumba.
El Japón que Hasekura había dejado en 1613 era muy distinto al de 1620. Date Masamune no quiso ahora saber nada de la embajada, un asunto que en esos momentos podría importunar al gobierno central. Poco después, Japón expulsó a todos los europeos y promulgó una serie de leyes aislacionistas que estuvieron en vigor durante más de dos siglos, manteniendo al país casi completamente cerrado al resto del mundo.
La huella de los «japones»
Durante todo este tiempo, el viaje de Sotelo y Hasekura cayó en el olvido. No fue hasta finales del siglo XIX –cuando Japón volvió a abrir sus fronteras y envió delegaciones diplomáticas a los países occidentales– cuando los propios japoneses se interesaron por este peculiar episodio de su historia, principalmente en la tierra controlada por los Date.
Más recientemente aún ha resurgido otro recuerdo de la embajada Keicho. En 1617, tras más de un año de retrasar su partida desde Sevilla, algunos miembros de la embajada –unos seis o siete, se cree– decidieron no regresar a Japón, pues estaban atemorizados por la situación que vivían los cristianos allí. Por ello, decidieron quedarse a vivir en Coria del Río, cerca de Sevilla. Se cree que ese es el origen de un curioso apellido relativamente común en la zona, Japón (en la lengua de entonces «japón» significaba «japonés»). El primer caso conocido del uso de este apellido en esta localidad data de principios del siglo XVII, en el registro bautismal de la Iglesia de Santa María de la Estrella, y actualmente se cuentan más de 650 corianos apellidados así.
Para saber más
ENSAYO
De Sendai a Coria del Río
Juan Manuel Suárez Japón. Universidad de Sevilla, Sevilla, 2014.