FUERTE, AUSTERO Y POLÍGLOTA
Desde 1428 se produjeron conatos de rebelión en los que participó el padre de Skanderbeg, pero pocos años más tarde el movimiento había sido aplastado. Algo después, el nuevo sultán Murad II concedió a Skanderbeg, en recompensa por sus servicios, unas tierras en el antiguo territorio paterno, maniobra que buscaba apaciguar el avispero albanés. Pero Skanderbeg, que estaba al cargo de algunas fortalezas turcas, empezó a conversar en secreto con venecianos, napolitanos y húngaros para que apoyaran una nueva rebelión albanesa.
La oportunidad se presentó en noviembre de 1443, gracias a la victoria del húngaro Juan Hunyadi ante los turcos en Nis. Aprovechando la desbandada otomana tras el choque, Skanderbeg desertó con 300 leales albaneses y se apoderó de la estratégica fortaleza de Krujë o Croya. Abjuró de la religión musulmana ante sus hombres y proclamó que iba a recuperar todo el país de manos enemigas en nombre de Dios. Sin perder tiempo, ese mismo invierno tomó otras posiciones claves en su tierra natal. En una asamblea celebrada en el puerto de Alessio, en
SEGÚN SUS CONTEMPORÁNEOS, Skanderbeg era un hombre de gran nobleza, además de juicioso, prudente y, por supuesto, diestro con las armas y entendido en asuntos militares. De gran estatura, espalda ancha y con un cuello robusto, podía hablar en turco, árabe, griego e italiano. En sus prolongadas campañas, casi siempre a la defensiva, solía vestir sin excesivos adornos y comía como un soldado más, actitud que le ganó el respeto de sus hombres. Le gustaba cuidar todos los detalles que tenían que ver con las operaciones bélicas y él mismo solía inspeccionar sus guarniciones. marzo de 1444, se le nombró comandante en jefe de todos los rebeldes. La elección fue aprobada por los principales aliados de los albaneses, los venecianos, interesados en defender frente a los turcos sus bases portuarias diseminadas por todo el Adriático.
Las montañas albanesas proporcionaron el escondite perfecto para Skanderbeg y sus hombres, pues los pasos para internarse en el país eran muy escasos y fácilmente defendibles con guarniciones escogidas. La Liga de Lezhë (la coalición de señores albaneses rebeldes), que contaba