Historia National Geographic

COLADA Y TIZONA

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La espada es el atributo del caballero; uno de los epítetos del Cid en el Cantar es «el que en buena hora ciñó espada», es decir, que fue armado caballero bajo el influjo positivo de las estrellas. Y es justamente el Cid del poema, no el de la historia, el poseedor de las famosas espadas Colada y Tizona, que en el Cantar se llama Tizón. La primera pertenece al conde de Barcelona, y Rodrigo la toma como botín de guerra tras derrotarlo en Tévar («Ha vencido esta batalla el que nació con buen hado, / al conde don Ramón preso lo ha tomado. / Allí ganó a Colada, que vale más de mil marcos de plata»). Tizón pertenece al imaginario rey Búcar de Marruecos (nombre que alude a algún príncipe almorávide), a quien Rodrigo casi parte en dos de un tajo: «Arriba alzó a Colada, un gran golpe le fue a dar, / los rubíes del yelmo se los ha arrancado ya, / le cortó el yelmo y, pasando por lo demás, / hasta la cintura la espada le hizo llegar». Así «ganó a Tizón, que mil marcos de oro vale». El Cid regala ambas espadas a los condes de Carrión cuando se convierten en sus yernos, pero tras la afrenta de Corpes exige su devolución ante el rey: «Los pomos y los gavilanes todos de oro son, / se maravillan de ellas los hombres buenos de la corte». Entonces entrega Tizón a su sobrino Pedro Bermúdez, y Colada, a su leal vasallo Martín Antolínez.

Esta placa de marfil de la arqueta de San Millán de la Cogolla ilustra la toma de Cantabria por el rey visigodo Leovigildo, en el siglo VI, pero los guerreros son del siglo XI, la época en que se talló la placa.

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