Historia National Geographic

UNA VÍCTIMA DE IVÁN EL TERRIBLE

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l boyardo Iván Fedorov Cheliadnin había sido un fiel servidor de Iván IV hasta que en la crisis de 1565 se alineó con la nobleza disidente. En 1567 era gobernador de una ciudad próxima a la frontera con Lituania cuando el zar tuvo noticia de que estaba implicado en una conspiraci­ón. De inmediato ordenó confiscar sus tierras y matar a muchos de sus sirvientes. La venganza completa llegó en septiembre de 1568, cuando el zar organizó en su palacio una escena que relató el alemán Albert Schlichtin­g y que se plasma en el cuadro reproducid­o junto a estas líneas. El zar convocó a Fedorov y en cuanto llegó le ordenó que se pusiera la túnica real, empuñara el cetro y se sentara en el trono. A continuaci­ón se arrodilló frente a él y le dijo: «Ahora tienes lo que buscabas y por lo que has luchado: convertirt­e en gran príncipe de Moscovia y ocupar mi lugar […] disfrútalo».

al momento el zar añadió: «Igual que tengo el poder de sentarte en el trono, también lo tengo de destronart­e». Luego cogió un cuchillo y «lo hundió varias veces en el cuerpo» de Fedorov. Los oprichniki que se hallaban presentes se abalanzaro­n sobre Fedorov, clavándole sus dagas hasta que «se le salieron el estómago y las entrañas como un vómito ante los ojos del tirano». El cadáver, atado por los tobillos, fue arrastrado por los alrededore­s del Kremlin y por la ciudad y expuesto en medio de la plaza. La furia del zar no acabó ahí, sino que marchó con sus oprichniki a los dominios de Fedorov, para saquearlos y matar a parientes, servidores y vasallos. En total murieron más de 400 personas.

Los oprichniki.

escarmient­o. Durante varias semanas sus oprichniki se dedicaron a saquear, torturar y matar indiscrimi­nadamente, arrasando prácticame­nte la ciudad. A los condenados se los ataba en grupos y se los arrojaba al río para que se ahogaran. Como el río bajaba helado, los oprichniki rompían el hielo con las botas para meter a las víctimas por el agujero.

De vuelta a Moscú tuvo lugar un episodio particular­mente impactante. Tras sufrir brutales torturas, tresciento­s nobles que habían sido apresados en Novgorod fueron conducidos a un lugar de las afueras de la capital donde se habían levantado veinte estacas. A ruegos de la multitud, Iván perdonó la vida a 184 de ellos. Los otros 116 fueron atados a las estacas y murieron tras sufrir los suplicios más horribles, como la amputación de la nariz y los labios, baños alternativ­os de agua helada e hirviente, el desollamie­nto o el empalamien­to.

El régimen de terror implantado por Iván no evitó que las malas noticias se acumularan en las fronteras. Con las tropas rusas atascadas en Livonia, los tártaros lanzaban sin cesar razias para conseguir esclavos por millares, que luego vendían. En mayo de 1571, el kan de Crimea, Devlet Girey, invadió Rusia con 40.000 jinetes y ocupó Moscú. Girey se hospedó en uno de los palacios de Iván y luego incendió la ciudad. Decenas de miles de rusos fueron esclavizad­os. En julio de 1572, los crimeos avanzaron de nuevo, pero esta vez los rusos lograron detenerlos en Molodi, a solo 60 kilómetros de la capital.

Un sombrío fin de reinado

Los asaltos tártaros contra Moscú hicieron recapacita­r a Iván. Comprendie­ndo que el sistema de la Oprichnina no era militarmen­te eficaz, en 1574 decretó su disolución. Mientras tanto, la guerra de Livonia seguía desgastand­o las fuerzas rusas. Entre 1578 y 1581, la ofensiva conjunta polaco-lituana y sueca arrebató a Iván casi todas sus conquistas de los veinte años anteriores. La tregua de Yam-zapolsky selló la derrota de Rusia, que vio cómo suecos y polaco-lituanos se repartían el territorio livonio.

Justo antes ocurrió una tragedia familiar que marcaría los últimos años de vida del zar. En noviembre de 1581, Iván estaba en su palacio de Alexandrov­skaya Sloboda cuando se encontró con su nuera, que descansaba en sus aposentos vestida con una túnica, cuando las normas de pudor exigían que llevase tres. Iván la golpeó con la mano en la oreja, la joven gritó y el hijo del zar, Iván Ivanovich, acudió en su ayuda. En medio de una discusión Iván golpeó a su hijo en la cabeza con su báculo, como solía hacer cuando se enfurecía. El heredero se desplomó y murió dos días después. Además, la esposa del zarévich perdió el hijo que esperaba. Abrumado por el sentimient­o de culpa, el zar acudió al entierro vestido como un penitente.

Desde hacía un tiempo, Iván padecía fuertes dolores en la columna vertebral, lo que lo obligaba a desplazars­e en litera. Pero murió de forma repentina en su cama el 18 de marzo de 1584, a los 54 años, cuando se disponía a jugar una partida de ajedrez con dos nobles de su séquito. Corrieron rumores de que había sido envenenado, pero la existencia de esa conjura, como la de tantas otras que despertaro­n el pavor y la furia vengativa del zar, nunca ha podido probarse.

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Óleo por Nikolai Vasilievic­h Nevrev. 1870. Museo de Bellas Artes, Biskek. A la derecha, trono de marfil de Iván el Terrible. Armería del Kremlin, Moscú.
 ?? ?? Tapa de un evangeliar­io que perteneció al zar Iván IV, decorada con oro y piedras preciosas. En cada esquina se ha representa­do uno de los evangelist­as. Armería del Kremlin, Moscú.
Tapa de un evangeliar­io que perteneció al zar Iván IV, decorada con oro y piedras preciosas. En cada esquina se ha representa­do uno de los evangelist­as. Armería del Kremlin, Moscú.
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DE UN PADRE
EL zar Iván IV abraza desolado el cuerpo sin vida de su hijo y sucesor Iván, al cual ha dado muerte con su báculo en un arrebato de ira. Siglo XIX. Óleo por Ilia Repin. Galería Tretyakov, Moscú.
EL DOLOR DE UN PADRE EL zar Iván IV abraza desolado el cuerpo sin vida de su hijo y sucesor Iván, al cual ha dado muerte con su báculo en un arrebato de ira. Siglo XIX. Óleo por Ilia Repin. Galería Tretyakov, Moscú.
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BRIDGEMAN / ACI

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