LAS CAPAS DE UNA PIRÁMIDE
TEMPLOS ENCAJADOS
Cuando, a finales del siglo XX, los arqueólogos comenzaron a realizar túneles para investigar en el interior de las estructuras piramidales mayas hicieron descubrimientos inesperados. Lo que desde el exterior parecían pirámides compactas eran en realidad edificios con una estructura interna muy compleja, fruto de numerosas transformaciones a lo largo del tiempo.
los soberanos mayas, en efecto, construían sus grandes templos encima de los de sus predecesores, con construcciones que encajan sobre las anteriores al modo de las muñecas rusas. Como consecuencia de ello, el nuevo edificio adquiría casi naturalmente una forma piramidal. Más sorprendente aún es que las estructuras anteriores no se destruían; al contrario, se las protegía con mucho cuidado, dejándolas enterradas y en ocasiones habilitando pasadizos para acceder a ellas. Esta práctica se daba sobre todo con las construcciones que contenían las tumbas de los fundadores de la dinastía, cuya memoria se quería mantener viva y a los que incluso se entregaban ofrendas.
este procedimiento de construcción ha sido documentado en muchos yacimientos del mundo maya. Por ejemplo, en Chichén Itzá, donde, bajo la pirámide de El Castillo –de 24 metros de altura sin contar el templo superior– se ha descubierto otra pirámide de estructura idéntica pero más pequeña, de 16 metros. Recientemente se ha detectado una tercera pirámide, más antigua, de diez metros de altura. Se sabe asimismo que la pirámide del Adivino de Uxmal, también en Yucatán, fue el resultado de cinco fases constructivas, cada una de las cuales englobó la anterior. Lo mismo sucedió en el Templo 16-L de Copán, en Honduras, como se muestra en la reconstrucción junto a estas líneas.