Qaryat al-faw, la Ciudad del Paraíso en Arabia
Hace ochenta años se hallaron en Arabia Saudí los restos de una ciudad cosmopolita que floreció en el período preislámico
Al pensar en la Arabia de tiempos pasados solemos evocar una imagen orientalista repleta de caravanas de camellos, tribus nómadas y vastos desiertos. La realidad, sin embargo, desvela un panorama muy distinto. Antiguamente, la península arábiga contó con una exuberante vegetación, extensos oasis y prósperos asentamientos urbanos. De las muchas ciudades que florecieron en el período preislámico, la más celebrada fue indiscutiblemente Qaryat al-faw.
Las ruinas de este antiguo asentamiento, ubicado en el corazón de la península arábiga, fueron identificadas por los trabajadores de la compañía petrolera Aramco en la década de 1940. Mientras llevaban a cabo estudios topográficos, observaron formaciones peculiares, restos de inscripciones y túmulos funerarios. Este descubrimiento impulsó diversas campañas de exploración en las décadas siguientes.
En 1972, la Universidad Rey Saúd de Riad asumió la dirección de las excavaciones del yacimiento bajo la supervisión del profesor Abdulrahman al-ansary. Pocos imaginaban entonces que Qaryat al-faw proporcionaría claves importantes para entender la rica actividad cultural de Arabia antes de la aparición del islam.
Aunque la documentación arqueológica de Qaryat al-faw es todavía escasa, todo parece indicar que fue fundada por colonos o comerciantes del reino de Ma’in, un Estado ubicado en las fértiles tierras del actual Yemen, en el sur de la península arábiga.
La Ciudad del Paraíso
Los mineos (las gentes de Ma’in) amasaron grandes fortunas con el comercio del olíbano y la mirra, inciensos que se cultivaban allí. Parece ser que un clan en particular, quizás el de al-sabi, fundó Qaryat entre los siglos IV y III a.c. en un valle a las puertas del gran desierto de Rub al-jali.
A pesar del actual aspecto seco y árido del lugar, en esa época la ciudad contó con una gran extensión de tierra agrícola y más de una decena de pozos, constituyendo un verdadero oasis que ofrecería al visitante una visión auténticamente paradisíaca. Por esta razón, los mineos la apodaron «la Ciudad del Paraíso»
La gran ventaja del asentamiento radicaba en su ubicación estratégica como parada obligatoria para las caravanas del sur que transportaban grandes cantidades de incienso para abastecer los templos del Mediterráneo. Qaryat también conectaba los puertos del mar Rojo con el golfo Pérsico y Mesopotamia.
Gracias a todo ello la ciudad prosperó y alcanzó su apogeo en el siglo I d.c. Los hallazgos indican que fue de las más opulentas de Arabia. Tanto es así que el arqueólogo al-ansary, a partir de ciertas analogías entre sus nombres, llegó a pensar que Qaryat formó parte o fue la capital del Estado de Gerrha (Arabia oriental), cuyos habitantes describió Estrabón en el siglo I como «los más ricos de todos los árabes».
El nombre más común que aparece en las inscripciones para designar la ciudad fue Qaryat dhat Kahl,
lo que se traduce como «la ciudad de [el dios] Kahl». Este nombre evidencia que Qaryat no solo era un centro económico, sino también religioso. Entre las ruinas se han descubierto numerosas inscripciones que aluden a dioses de la península arábiga, como al-lat o el propio Allah, pero también a los egipcios Horus e Isis, lo que indica que el enclave fue una auténtica encrucijada cultural.
Griegos y egipcios
Una de las revelaciones más fascinantes de Qaryat alfaw es la profunda huella que dejó allí el mundo clásico, y en particular el helenismo egipcio. Por ejemplo, al-ansary sacó a la luz una serie de estatuas de bronce helenísticas, entre ellas una de Harpócrates (la forma helenística del Horus niño egipcio) y otras de Heracles y Ártemis. ¿Qué hacían tales piezas en Qaryat? Seguramente fueron importadas por comerciantes egipcios que llegaron en barcos con lujosos cargamentos desde los puertos del sur de Arabia, o por los
Durante sus excavaciones, al-ansary sacó a la luz una serie de estatuas de bronce de Harpócrates, Hércules y Ártemis
Amuleto en forma del dios egipcio Bes. Siglo II a.c.
nabateos de Petra y Hegra, quienes traían bienes de Egipto desde el norte.
Otro gran hallazgo fue un templo del siglo I a.c. dedicado al dios Shams, deidad solar de los mineos. En el interior del recinto había dos estructuras rectangulares con bancos de piedra dispuestos a lo largo de las cuatro paredes. Estos habitáculos han sido identificados como marzeah, espacios rituales para banquetes funerarios, muy comunes en el Levante, ejemplo de la influencia mediterránea en Arabia y del ambiente cosmopolita de Qaryat al-faw.