TESOROS DEL PRÍNCIPE DE LOS BALLETS RUSOS
Subastados en Suiza fotos y pinturas propiedad de Serge Lifar, una de las estrellas de Diaghilev.
Levantó el telón durante solo veinte años, de 1909 a 1929, pero le bastó para convertirse en la compañía de danza más inf luyente del siglo xx. Los Ballets Rusos, entre otras revoluciones, acabaron de un plumazo con cien años de hegemonía femenina. Sergei Diaghilev, fundador de la empresa parisina nutrida con talento ruso, no solo volvió a poner hombres sobre el escenario, sino que los convirtió en absolutos protagonistas de algunas producciones (y, cuando pudo, de su cama). Fue la cantera de los danceurs nobles de la centuria: Vaslav Nijinsky, Michel Fokine, Léonide Massine, George Balanchine o Serge Lifar. Los Ballets Rusos fueron la obra de arte total. Además de con los más arriesgados co-
reógrafos, Diaghilev contó con primerísimas figuras de las Vanguardias para crear vestuarios, escenografías o carteles (a ello le dedica una exposición Caixaforum Madrid hasta el 3 de junio).
SERGE LIFAR, que a partir de 1930 estuvo al frente del ballet de la Ópera de París, fue el príncipe heredero de esta tradición, y contó con colaboraciones de Chagall, Cocteau, Ernst, Juan Gris, Léger, Maillol, Picabia o Picasso. Más de trescientos esbozos y óleos firmados por los anteriores salieron a subasta este pasado mes de marzo en la casa ginebrina Hôtel des Ventes, junto con tres mil fotografías plagadas de famosos, tanto detrás (Man Ray, Doisneau) como delante de la cá-
mara (Coco Chanel, Charlie Chaplin, Ingrid Bergman...). El legado de Lifar (Kiev, 1904/5-Lausana, 1986) había estado bajo la custodia de la condesa sueca Lillian Ahlefeldt-laur vig, su compañera sentimental durante tres décadas, fallecida en 2008. Texto: Rafael Bladé