Tánatos estuvo aquí
LA AUTODESTRUCCIÓN DE UNA ÉPOCA
Alrededor de las doce del mediodía del 16 de septiembre de 1920, una bomba estalló ante la sede neoyorquina del banco JP Morgan, en plena Wall Street (arriba). Fallecieron 38 personas y 400 resultaron heridas, el más sangriento atentado cometido en suelo estadounidense hasta entonces. Ningún grupo reclamó la autoría y hasta hoy se trata de un caso sin resolver. La pulsión de muerte es una novela cargada hasta los topes de ideas y hechos de aquella época, incluida una bastante plausible explicación de la masacre. La novela se abre con sus dos protagonistas como testigos presenciales del atentado: el doctor Stratham Younger y el detective de la policía de Nueva York Jim Littlemore, a los que conocimos en la anterior novela de Rubenfeld, La interpretación del asesinato. Ambos están acompañados por Colette Rousseau, una ayudante de Marie Curie que Younger conoció durante la Gran Guerra. A partir de la magnífica (y sangrienta) secuencia de apertura, el autor estadouni-
dense nos hace viajar hacia atrás y hacia delante en el tiempo, desde Nueva York hasta París, Viena, Praga o Washington. La imaginativa e intrincada trama tiene paradas en las trincheras francesas de la Primera Guerra Mundial, la casa de Sigmund Freud, el laboratorio de madame Curie, los pasillos del Capitolio durante la crisis que casi acaba en guerra con México o la lucha policial contra los grupos anarquistas italianos. La pulsión de muerte es un atmosférico thriller y, sobre todo, una estupenda y original panorámica de los años inmediatamente posteriores a la Gran Guerra, con la radiactividad y el psicoanálisis como leitmotivs, y la muerte como nexo entre ambos. La ciencia empezaba a tomar conciencia de que el radio –que hacía furor... ¡como cosmético!– podía ser un potente asesino. Freud, por su parte, enunciaba que no solo el deseo sexual marcaba el subconsciente humano, también una pulsión autodestructiva, de muerte. Texto: Rafael Bladé