EL OJO TRAS EL OBJETIVO
El fotógrafo que no estaba destinado a serlo.
EL AZAR EN EL CAMINO
Nació para ser carnicero. Así, al menos, comenzaría un escritor determinista la biografía de Cecilio Sánchez del Pando (1888-1950, en la imagen). Al fin y al cabo, todo parecía encaminarle a heredar el negocio familiar, una carnicería en el popular mercado sevillano de la Encarnación. Pero ese destino impuesto solo venció hasta que el fotógrafo Carlos Olmedo se cruzó en su camino, gracias a los chicharrones que vendía su familia. En 1910 Sánchez del Pando cambió el cuchillo de carnicero por la cámara y, guiado por Olmedo, comenzó una larga carrera que le convirtió en uno de los más importantes fotógrafos sevillanos.
UN FONDO DIEZMADO
Durante cuatro décadas retrató el día a día de la ciudad, pero también la guerra de Marruecos o los terribles sucesos de Casas Viejas, localidad gaditana en que la República reprimió cruelmente una rebelión en 1933. Fiel a los sublevados, Sánchez del Pando aportó fotografías al Estado Mayor de Queipo de Llano, pero la mayor parte de las imágenes que tomó durante la Guerra Civil fueron destruidas. De ahí el valor de algunas de las fotografías que ilustran este artículo.