Cherchez la femme!
UN INGLÉS Y UNA MALEANTE EN EL PARÍS DE 1815
Daniel Connor es un joven anatomista británico de 21 años que, una noche de julio de 1815, mientras Napoleón navega hacia su exilio en la isla de Santa Elena, se aproxima a París, la capital del conocimiento por aquel entonces. A la diligencia sube una mujer que traba conversación con nuestro protagonista y narrador. Sin que éste se percate, le roba tres porciones de coral y un hueso de mamut, las cartas de presentación del joven para trabajar en el Jardin des Plantes (en la imagen superior) bajo la tutela del celebérrimo zoólogo Georges Cuvier. Cherchez la femme!, como diría Hércules Poirot. El joven buscará, encontrará y quedará prendado de la ladrona de coral, una misteriosa e ilustrada mujer que, para escapar de los espías de la policía, pasea por París vestida de hombre. Daniel se encuentra, en muchísimos sentidos, entre el fuego y las brasas. Entre una femme fatale y un inspector de policía que le da caza. Entre un inframundo de convenci- dos bonapartistas y los que enarbolan la bandera de la Restauración borbónica. Entre los naturalistas evolucionistas, liderados por Jean-Baptiste Lamarck, y los que creen en el bíblico Génesis y se limitan a categorizar las especies. A través de su mujer fatal, Daniel paseará por la ciudad que han tomado los victoriosos soldados británicos o prusianos, por cenáculos de científicos que añoran el suculento mecenazgo de Napoleón (que incluso se los llevó a Egipto) o por un Louvre del que se descuelgan las obras de arte para retornarlas a los países de los que fueron expoliadas. En La ladrona de coral, la británica Rebecca Stott pinta con brío y erudición el París en que se desmontaban los sueños del pequeño Gran Corso. Un perfecto escenario para una erudita e inteligente novela de intriga, de aprendizaje (joven criado entre envarados almidones ingleses sucumbe a las sedas de París) y, sobre todo, de ideas. Texto: Rafael Bladé