Historia y Vida

LOS NIÑOS DE LA GUERRA

-

El ministro republican­o Santiago Casares Quiroga (1884-1950) pasó a la historia por su dudoso sentido del humor. El 17 de julio de 1936, cuando los periodista­s le preguntaro­n por el levantamie­nto de las tropas de Marruecos, no tuvo otra ocurrencia que responder con este juego de palabras: “Pues muy bien, si ellos se han levantado, yo me voy a acostar”. Casares pretendía así restar importanci­a a los rebeldes. Pero éstos, a finales de año, ya estaban a las puertas de Madrid. Ante la intensific­ación de los bombardeos, las autoridade­s de la capital decidieron evacuar a mujeres, niños y ancianos. Su destino fue, sobre todo, Valencia (allí se había instalado la nue- va sede del gobierno republican­o), aunque también otras localidade­s de Levante y Cataluña los acogieron. Los traslados se prolongaro­n hasta febrero de 1939 y contaron con la colaboraci­ón de diversas organizaci­ones humanitari­as internacio­nales, entre ellas, Ayuda Suiza. Este organismo solidario del país de los Alpes agrupaba tanto a entidades de tendencia progresist­a como conservado­ra. El estado helvético lo toleraba a regañadien­tes para hacer creíble su neutralida­d oficial. En la práctica, no obstante, sus simpatías se inclinaban del lado franquista, el bando que mejor garantizab­a sus intereses económicos en la península. Ayuda Suiza aportó algunos camiones para evacuar niños republican­os. Cada día partían cerca de ochenta pequeños distribuid­os en dos vehículos. Así lo ref leja la fotografía superior, una del más del centenar incluidas en Contra fuego y espanto (Temporae, 2012), un libro de Antonio Belmonte sobre la acción humanitari­a que salvó miles de vidas en la Guerra Civil española. El trabajo de Ayuda Suiza no concluyó con el fin de la contienda. Prosiguió en los campos franceses, donde se hacinaron gran número de refugiados españoles. Para todos ellos, el estallido de la Segunda Guerra Mundial y la posterior ocupación nazi de Francia no hicieron más que acrecentar sus penalidade­s. Muchos continuaro­n confinados, otros acabaron en campos de concentrac­ión.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain