EL PLANETA MINADO
PESE A LOS GRANDES AVANCES ALCANZADOS EN LOS ÚLTIMOS 15 AÑOS, NUEVOS CONFLICTOS Y OTROS ENDÉMICOS IMPIDEN ERRADICAR LAS MINAS ANTIPERSONA.
AMÉRICA
Hasta mayo de 2012, solo Cuba y Estados Unidos no se habían unido al Tratado de Ottawa. El segundo país, además, encarna la paradoja de ser uno de los principales fabricantes de minas antipersona y, a la vez, el mayor donante para eliminarlas. América Central ha realizado progresos significativos en el último decenio y medio: Costa Rica, El Salvador, Guatemala y Honduras están libres de campos minados desde 2008 y Nicaragua desde 2010. En Sudamérica, la asignatura pendiente es Colombia, donde entre enero y mayo de este año, solo en el departamento de Caquetá, se dio la escalofriante cifra de 761 víctimas de explosivos antipersona.
EUROPA
Croacia y Bosnia-Herzegovina, los países más afectados del continente debido a las guerras balcánicas, han presenciado una drástica reducción de víctimas gracias a los programas de limpieza y prevención. Hay noticias aún mejores en los vecinas Bulgaria, Macedonia, Albania y Grecia, los dos primeros exentos de minas desde 2008 y los otros dos desde el año siguiente. La OTAN afirma que en 2014 habrá destruido tres millones de artilugios antipersona almacenados en Ucrania desde la era soviética. El punto oscuro lo aporta Rusia, un destacado fabricante que aún no ha firmado el Tratado de Ottawa, al que Finlandia, por cierto, se sumó hace unos meses.
ASIA
ÁFRICA
El continente más martirizado por las minas antipersona (en 2010 las padecían 22 países frente a 15 asiáticos, 11 europeos y 8 americanos) ha ganado en el último año para el Tratado de Ottawa a naciones especialmente fustigadas como Somalia y Sudán del Sur. Angola y Mozambique siguen sufriendo la lacra, pero Túnez, Malaui y Suazilandia se la sacudieron en 2008, Zambia en 2009 y Burundi en 2011. Ruanda está en vías de lograrlo, y Argelia había destruido hasta la pasada primavera más de medio millón sepultadas por Francia durante la guerra de la independencia entre 1954 y 1962. Lamentablemente, Libia volvió a llenarse de estos explosivos durante el conflicto que derrocó a Gadafi. Oriente Medio sigue siendo un punto caliente debido a Siria, Israel e Irak. Según Human Rights Watch, el régimen de Bashar Al-Assad ha plagado de minas antipersona sus fronteras con Líbano y Turquía. Israel ha reducido su presencia en el límite con Jordania, pero tiene enterradas unas siete mil entre el mar Muerto y el desierto de Aravá, y aún hoy las despliega. E Irak anunció en mayo que no podrá cumplir su meta de limpiar el país para 2018. Las buenas noticias llegan del sudeste continental. Nepal se convirtió en 2011 en la segunda nación asiática libre de estos explosivos, y Camboya ha reducido los damnificados en un 65%. Pero en Birmania estos dispositivos han aumentado desde el pasado año.
almacenamiento, producción y transferencia de las minas antipersonales”, acordó la destrucción de las existentes y conminó a ayudar a las víctimas. Un total de 122 estados suscribieron de inmediato este paso de gigante en la construcción de un mundo menos cruel.
Progresos palpables
No fue únicamente un logro gubernamental. Detrás del mismo, concertado en tiempo récord, hubo una campaña ciudadana global cuyos organizadores merecieron el premio Nobel de la Paz. Desde personas anónimas hasta celebridades como la malograda Diana de Gales o el ex Beatle Paul McCar tney unieron esfuerzos para presionar a las autoridades a implementar lo que terminó siendo el Tratado de Ottawa. España, primero reticente, no tardó en firmarlo y, consecuente, desmanteló su casi millón de minas antipersona en 1999. Otros países continúan absteniéndose de manera significativa: tres pesos
HOY 12 PAÍSES FABRICAN MINAS ANTIPERSONA, CASI 40 LAS INCLUYEN EN SU ARSENAL Y ENTRE 72 Y 82 LAS SUFREN
pesados del Consejo de Seguridad de la ONU, como Estados Unidos, Rusia y China, que, por cierto, son grandes productores de estos artefactos inhumanos. Con todo, se han conseguido progresos enormes desde Ottawa. El número de naciones comprometidas se ha incrementado a 160, 38 más que hace una década y media. Antes de aprobarse el tratado, sumaban más de 130 las que contaban con estas armas en su arsenal. En la actualidad no llegan a 40. Según el informe de 2011 del Landmine and Cluster Munition Monitor, el más reciente de esta ONG referencial en el control de las minas terrestres, en 2010 hubo 4.191 damnificados por la modalidad antipersona de estos ar tilugios. Siempre demasiados, pero indudablemente menos que los cerca de diez mil registrados en el año 2000.
En remisión
La misma entidad contabilizó en 2009 que los estados adheridos habían destruido en ese período 44 millones de dispositivos. La ONU, por otra parte, estimó en 2005 que había 82 países afectados por minas antipersonales. Hoy, de acuerdo con el Monitor, son diez menos. Doce aún insisten en fabricar esta aberración: los tres citados más Cuba, Irán, las dos Coreas, los sudasiáticos Birmania, Vietnam y Singapur, India y Pakistán. Sin embargo, esta docena impenitente constituye el grupo más reducido al respecto desde el lanzamiento de Ottawa. Por desgracia, los conf lictos mundiales les siguen proporcionando clientes, pese al declive generalizado de un mercado letal que ya debería estar extinto. Es el caso, entre otros, de Libia y Siria desde el año pasado, debido a los enfrentamientos derivados de las Primaveras Árabes.