TECNOLOGÍA CONTRA LA BARBARIE
Desde bacterias hasta satélites para eliminar las minas ocultas.
Fabricar una mina antipersona es 400 veces más barato que eliminarla. Un artefacto ronda los dos euros, mientras que su detección y destrucción supera los 700. A ello hay que sumar un mínimo de 800 €, lo que cuesta la recuperación hospitalaria de una víctima en los países en desarrollo.
CUATRO FRENTES
Desde Ottawa, la lucha contra ellas abarca cuatro frentes. Por un lado, programas educativos para que los habitantes de zonas afectadas aprendan a reconocer y evitar los campos minados. Por otro, planes quirúrgicos, ortopédicos, fisioterapéuticos, psicológicos y de asistencia social para rehabilitar a las víctimas. La prospección, identificación, aislamiento y cartografiado de áreas minadas constituye el tercer aspecto. El cuarto pasa por la remoción, desactivación o explosión controlada de los dispositivos encontrados.
PERROS, PLANTAS Y ÁTOMOS
La localización de artefactos se ha realizado tradicionalmente de modo manual, con detectores de metales, ratas y perros entrenados (arriba) para oler compuestos químicos o vehículos blindados que rastrillan las zonas potencialmente peligrosas. A estos métodos se han unido otros en desarrollo que van desde el uso de radares de penetración, ondas sonoras y detectores nucleares –que captan los rayos gamma emitidos por las minas– hasta el empleo de abejas adiestradas o de plantas y bacterias que cambian de color en contacto con los óxidos de las armas.
EL CIELO PROTECTOR
Lo último en tecnología está en los sensores remotos. Ensayados con éxito desde 2009 en Oriente Medio, Angola y la ex Yugoslavia, han permitido ubicar con una mayor precisión las áreas afectadas, reduciendo 141 veces el coste de métodos convencionales. También han hecho posible analizar estas zonas en detalle y sin riesgos, gracias a imágenes hiperespectrales aéreas y satelitales obtenidas con la colaboración de la Agencia Espacial Europea, entre otros organismos.