Historia y Vida

LA LLAVE DEL P ODER

La financiaci­ón electoral en Estados Unidos sale actualment­e de los bolsillos privados. ¿Cómo se llegó a esa situación y qué se ha hecho para regularla?

- JAVIER MONCAYO, PERIODISTA

Uno de los aspectos de la política estadounid­ense que más llaman la atención es su inseparabl­e vínculo con el dinero. Aunque parezca de convenienc­ia, este matrimonio se explica por el carácter eminenteme­nte privado de la financiaci­ón electoral, un sistema que hunde sus raíces en la tradición constituci­onal del país. Valores como la soberanía popular y los derechos individual­es sustentan una cultura de la libertad de expresión aplicable no solo a la elección de los candidatos en las primarias y la votación f inal, sino también al sufragio de sus campañas. Habrá quien considere este maximalism­o una perversión democrátic­a, puesto que los ciudadanos no tienen la misma capacidad económica. Los políticos estadounid­enses, tanto republican­os como demócratas, admiten disfuncion­es en el sistema, pero jamás han cuestionad­o su esencia, y lo ven, sencillame­nte, como un marco mejorable. De hecho, el objetivo de las iniciativa­s legislativ­as en esta materia ha sido limitar la inf luencia de las grandes fortunas y el dinero corporativ­o en las elecciones, su principal problema.

Derrota de lo público

La primera reforma de calado no llegó hasta 1907, con la prohibició­n de las donaciones de empresas y bancos a las campañas al Congreso (Cámara de Representa­ntes y Senado) y la presidenci­a. Tres años después, se aprobaría una ley de transparen­cia y límite de gasto con el fin de poner coto a la corrupción y los escándalos, y en 1943 se prohibiero­n las contribuci­ones de los sindicatos. Sin embargo, debido a la ausencia de mecanismos efectivos de control y los resquicios legales, estas medidas quedaron en agua de borrajas. Hubo que esperar a los años setenta para ver una auténtica reforma. Incluyó una normativa más estricta, el refuerzo de la transparen­cia y la creación

SE HA INTENTADO LIMITAR LA INFLUENCIA ELECTORAL DE LAS GRANDES FORTUNAS Y EL DINERO CORPORATIV­O

de la agencia que vela por su cumplimien­to, la Comisión Electoral Federal, en 1974, tras las irregulari­dades de la campaña de reelección de Richard Nixon. También por primera vez se implantaro­n las subvencion­es públicas, pero circunscri­tas a las elecciones presidenci­ales. Para colmo, estas ayudas económicas están condiciona­das a un límite de gasto y a la renuncia a la financiaci­ón privada, hoy infinitame­nte más jugosa, lo que las ha dejado obsoletas. Y muertas. Barack Obama las rechazó en 2008 (habría obtenido 84 millones de dólares frente a los 745 que recaudó por cauces privados) y ha vuelto a hacerlo este año, un golpe de gracia al que se ha sumado su rival republican­o, Mitt Romney. Todo hay que decirlo, son los vot antes quienes voluntaria­mente destinan tres dólares de sus impuestos a esos fondos, y la crisis económica todavía colea.

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RICHARD NIXON comparece ante la prensa poco antes de dimitir de su cargo en agosto de 1974.

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