Dedos acusadores contra el horror
LIBROS E INFORMES DE DENUNCIA SOBRE EL RÉGIMEN DE LEOPOLDO EN EL CONGO
ba de varones. Un tipo de látigo, el chicotte, era el terror de los habitantes de la selva. La cantidad de víctimas de este abominable régimen se elevó a la dramática cifra de entre cinco y diez millones de personas asesinadas durante el dominio del soberano belga.
Primeras denuncias
La máscara filantrópica que cubría el rostro de Leopoldo se sostuvo durante un tiempo, pero el debate sobre lo que sucedía realmente en el Congo terminó despertando el interés de la prensa. Leo- poldo no pisó en toda su vida suelo congoleño, puede que de ahí derivara su indiferencia hacia los malos tratos. Pero sí que visitaron el país otros europeos y nor teamer icanos provistos de ética. Quedaron horrorizados con lo que vieron y escucharon. El primero en denunciar la situación fue el jurista afroamericano George W. Williams, que esperaba encontrarse un enclave experimental parecido a Libreville o Freetown y se topó con un auténtico infierno. Fue a encontrar un modelo de libertad para los pueblos negros y conoció uno de explo- tación sin igual, un enorme campo tropical de trabajos forzados. Más adelante fueron Roger Casement, cónsul británico en el Congo, y Edmund Morel, empleado de una naviera inglesa que cubría una ruta hasta el país africano, los encargados de hacer llegar al gran público la realidad. No fue sencillo. Leopoldo usó todas sus inf luencias para impedir que los periódicos metieran las narices en su coto privado. A lo largo de su vida había llevado a cabo incontables gestiones e invertido importantes sumas para comprar la voluntad