EN BUSCA DE UN CULPABLE
Se estrecha el cerco en torno a los principales sospechosos
¿IMPLICADOS CON CAUSA?
Desde que, en 1953, se hiciera público el fraude, cualquiera que tuviera algo que ver con Piltdown se convertía en sospechoso. Hubo quien acusó a los anatomistas Arthur Keith y Grafton Elliot Smith de falsificadores, pues habían examinado el cráneo y realizado varias reconstrucciones. También recayeron acusaciones sobre el religioso Teilhard de Chardin, acompañante habitual de Charles Dawson en sus exploraciones. Incluso se señaló a Arthur Conan Doyle, el famoso creador de Sherlock Holmes, como posible autor de la farsa, al haber vivido en los alrededores de Piltdown y haber visitado en varias ocasiones el yacimiento.
EL SOSPECHOSO NÚMERO 1
No obstante, casi todas las sospechas apuntaron a Charles Dawson. Gracias a sus hallazgos en Piltdown, su prestigio académico y social creció como la espuma. Tanto que no es descabellado pensar que hubiese podido obtener el título de Sir de no haber muerto prematuramente, en 1916. Este arqueólogo aficionado se había ganado el respeto de los científicos presentándoles numerosos objetos como auténticas reliquias. Pero, tras el escándalo, se comprobó la falsedad de la mayoría. Debido a la astucia con que se efectuaron los engaños, muchos investigadores creen que Dawson contó con la ayuda de algún científico profesional.
EL POSIBLE CEREBRO
La posible identidad del supuesto ayudante de Dawson o tal vez del instigador del fraude empezó a perfilarse en 1975, cuando apareció un baúl olvidado en un desván del Museo de Historia Natural. Contenía un sinfín de papeles, centenares de disecciones de roedores y una colección de dientes y huesos. Diez años después, el conservador Andrew Currant procedió a estudiar ese material. Los huesos se habían teñido con los mismos productos químicos empleados en Piltdown y también habían sido tallados. El baúl tenía marcadas las iniciales de Martin Alister Campbell Hinton, un conservador del museo durante los años del fraude. Hinton conocía bien el proceso de alteración de los huesos y tenía medios para perpetrar el timo. Era un hombre inteligente, complejo y dado a gastar bromas. Pero, según parece, habría actuado por venganza. En 1910 había pedido a su superior, el mismísimo Smith Woodward, unas vacaciones y una remuneración por adelantado. Pero éste no solo se negó a pagarle hasta que no terminara su trabajo, sino que, además, lo trasladó del departamento de Paleontología al de Zoología. Según Chris Stringer, actual paleoantropólogo del museo, resulta muy convincente imaginar que Hinton fuera el responsable. “Aunque yo aún tengo mis sospechas de que Dawson también tuvo algo que ver.”