EL DEDO EN LA LLAGA
En busca de las raíces del antisemitismo alemán
Solemos considerar al pueblo alemán como un grupo étnico bastante homogéneo, y nos parece que siempre ha sido así. En absoluto. Como señala el historiador Götz Aly, “los alemanes han sido la nación europea más profundamente entremezclada, más variada en sus orígenes y más indefinida en sus fronteras”. En efecto. Si pudiéramos echar una mirada a la composición étnica de los distintos territorios europeos a mitad del siglo xix, hallaríamos muy pocos que no contaran con una minoría germana. Fue precisamente entonces, según Aly, cuando se gestaron dos factores llamados a tener una honda repercusión en el siglo posterior. Primero, la definición de lo puramente alemán. Y, en segundo lugar, la radical manera en que los alemanes concibieron un antisemitismo moderno, que nada tenía que ver con el de carácter religioso heredado de la Edad Media. Ambos conceptos iban a desarrollarse de forma paralela. Los intentos de la intelectualidad germana de establecer lo puramente alemán mediante criterios objetivos fracasaron a causa de la disparidad étnica a que aludíamos antes. En esa tesitura, sus mentores dieron forma a la identidad alemana en contraposición a algo que les era extraño: lo judío. Pero, ¿por qué lo judío?
Un progreso muy rápido
Durante los primeros decenios del xix, y al amparo del Decreto de Emancipación de 1812, miles de familias judías del Este europeo se asentaron en Prusia, no solo en busca de la seguridad jurídica de la que carecían en sus países de origen, sino por las posibilidades de que sus hijos estudiaran y avanzaran en la escala social. Ello convertiría a Prusia, y después a Alemania, en el país de Europa occidental con mayor cantidad de población semita. Durante las generaciones inmediatas, “los judíos ascendieron de forma inusitadamente rápida en la escala social”, lo que despertó el temor y la envidia de la mayoría de los alemanes cristianos. La incorporación de los conceptos de eugenesia racial al antisemitismo social existente radicalizó la cuestión y sentó las bases del desarrollo de la Solución Final. Ésta es la tesis principal que Aly expone en su obra, un volumen apasionante que no solo profundiza en las raíces del antisemitismo, sino que se posiciona de forma tajante en el papel desempeñado por el alemán de a pie en el Holocausto. Para Aly, “se necesitaba el consentimiento tácito de la mayoría de los alemanes”, y éste se dio, en especial “por los beneficios materiales obtenidos [...] directa o indirectamente de las expropiaciones practicadas a los judíos”. Texto: Sergi Vich Sáez