Historia y Vida

LA FIGURA DE JEZABEL SE REDUJO A LO QUE SUS RIVALES RELIGIOSOS

ESCRIBIERO­N DE ELLA: MALDAD Y LASCIVIA

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tas divinidade­s y ritos como la prostituci­ón sagrada. A ojos de los líderes religiosos tradiciona­les, Jezabel se convirtió en la viva imagen de la perversión. La Reina destinó 450 sacerdotes al servicio de Baal y 400 al de Ashera, toda una provocació­n que dio paso a un levantamie­nto popular en Israel. Jezabel, educada en las for mas despóticas de gobierno, inmediatam­ente mandó matar a sus opositores. Pero un centenar de ellos logró salvarse. Liderados por el profeta Elías, siguieron conspirand­o contra ella, hasta que la muerte de Ajab les permitió pasar a la acción. Yehú, uno de los generales del rey caído, se alió con Elías y se levantó en armas contra la Reina. Tras asesinar a sus dos hijos y herederos, Ocozías y Joram, se dirigió a la ciudad de Jezrael. Los textos sagrados dan cuenta de que Jezabel se pintó los ojos con kohl, adornó sus cabellos y esperó a Yehú desde la ventana de su palacio con el propósito de seducirlo. Aunque tiene más sentido pensar que, segura de su inminente muerte, se preparó para morir bella y con dignidad. Yehú, al verla, ordenó a sus soldados lanzarla por la ventana. Una vez en el suelo, los caballos la pisotearon y, tal como había profetizad­o Elías, los perros la devoraron. Tan solo dejaron a salvo parte de su cabeza, sus manos y sus pies.

Detective de las letras

Con su estirpe eliminada y sus templos desmantela­dos, la figura de Jezabel se redujo a lo que sus rivales religiosos escribiero­n de ella: pura maldad y lascivia. Siglos después, la arqueologí­a descubrió los restos de su refinado palacio de marfil en Samaria... y, quizá también, el sello que utilizó en sus tareas de gobierno. Al menos, ésta es la tesis que Korpel defendió en un ar tículo publicado en la revista académica Journal of Semitics en 2006, a partir de un estudio en detalle de la simbología del sello. Diversos factores la llevaron a pensar que el ópalo en cuestión, hoy expuesto en el Museo de Israel, perteneció a una reina. Para empezar, el material con el que está hecho es extremadam­ente frágil, por lo que solo pudo ser tallado por los artesanos más hábiles. Además, la talla es extraordin­aria: 31 mm de altura por 22 de ancho y 10 de grosor. Según Korpel, estas medidas sugieren que la propietari­a del sello no lo debió de utilizar como un anillo, sino como colgante. La investigad­ora considera muy poco probable que en época de Jezabel hubiera en el pueblo israelí, tremendame­nte patriarcal, otra mujer con tanto poder como para ser dueña de semejante sello y que, además, se llamara Jezabel, un nombre fenicio que prácticame­nte pasó a ser una ofensa. “¿Quién más en Israel querría adoptar el nombre de esta odiada dama?”, se pregunta Korpel. Y ofreció una respuesta lógica a por qué el nombre tallado en el sello no viene precedido por un álef, tal como aparece en la Biblia hebrea. Korpel piensa que la letra estaba en un pequeño trozo perdido de la parte superior de la pieza. A partir del tipo de símbolos contenidos en ésta, la profesora cree que Jezabel pudo necesitar un sello propio en la última etapa de su vida, cuando las circunstan­cias la obligaron a ejercer como gobernante de facto. Es decir, tras la muerte de su marido y su sucesor, Ahaziah, que solo pudo estar en el trono durante dos años.

Un sello único

Algunos expertos se apresuraro­n a criticar la teoría de Korpel incluso antes de publicarse un estudio definitivo. Uno de los opositores, el prestigios­o paleógrafo Ryan Byrne, señaló que es imposible asegurar que la letra ausente de YZBL figurara en el espacio roto del sello. Otros, como el arqueólogo Amihai Mazar o el también paleógrafo Christophe­r Rollston, recordaron que no se han encontrado otros sellos de la misma época en todo el territorio de Israel que lleven nombres g rabados. Quizás el tiempo ofrezca datos concluyent­es.

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RUINAS DE SAMARIA, en Israel, donde salieron a la luz el palacio de Ajab y Jezabel y varios templos.

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