BOLÍVAR, LA ESTRELLA
Su papel en la emancipación de la Gran Colombia le ha elevado a mito pese a su autoritarismo posterior.
Se le conoce como “el Libertador”, y se le ha mitificado mucho más que a los demás líderes independentistas, sobre todo en su patria, Venezuela. Sin embargo, un estudio crítico de su figura nos descubre también a un hombre altivo, ambicioso y autoritario. Sus orígenes se encuentran entre los más elitistas de Caracas. Nacido en 1783 en una familia acaudalada criolla con antepasados vascos, Simón Bolívar marcha a España con 15 años para completar su formación. En el Madrid del cambio de siglo se ilustra y contrae matrimonio con la que sería su única esposa, María Teresa, que moriría al poco tiempo, tras lo cual él jura que no volverá a casarse. Es durante un periplo por Francia e Italia cuando se inclina hacia la causa de la emancipación americana. En 1808, de nuevo en Venezuela, comienza a frecuentar círculos independentistas. Tras la invasión napoleónica de la metrópoli, la Junta de la Capital, creada a imagen de las que proliferan en la península, le envía a Londres. Aunque en teoría representa los intereses de Fernando VII, desoye las instrucciones y se relaciona con Francisco de Miranda, quien le deslumbra con sus conocimientos y sus aires mundanos. Ambos, de vuelta en su patria, pelearán contra los españoles, pero su relación se romperá con la pérdida de la plaza de Puerto Cabello, bajo el mando de Bolívar. La derrota, un golpe mortal para los independentistas, fuerza la rendición de Miranda. Su antiguo amigo no se lo perdona y, como otros no le permiten fusilarlo, participa en su entrega a los españoles. En su exilio en Cartagena de Indias (Colombia), Bolívar se dedica a ref lexionar sobre las razones del fracaso de los patriotas. Éstos, a su juicio, han caído víctimas de la falta de autoridad, consecuencia de un sistema político en exceso liberal. Según sus propias palabras, “el más consecuente error que cometió Venezuela [...] fue la fatal adopción que hizo del sistema tolerante; sistema improbado como débil e ineficaz”. De ahí que, en adelante, Bolívar promueva medidas tan drásticas como su famoso decreto de guerra a muerte, en que promete la eje-
ACHACÓ EL FRACASO DE LOS PATRIOTAS A LA FALTA DE AUTORIDAD A CAUSA DE UN SISTEMA EN EXCESO LIBERAL
cución de todos aquellos españoles que no cooperen activamente con la causa de la libertad. En cambio, garantiza la vida de los nacidos en América aunque se hubieran opuesto a la emancipación. Durante su victoriosa “Campaña Admirable” recibe el título de Libertador, pero ha de enfrentarse a la falta de unidad en las filas criollas, donde muchos desconfían de él. Flota en el ambiente el miedo a que la lucha independentista abra la puerta a la revuelta de los esclavos y los mestizos más pobres, partidarios de la igualdad racial. Un capitán español, José Tomás Boves, encabeza su descontento e inf lige a Bolívar una derrota decisiva en La Puerta. Forzado a escapar a Jamaica, redacta allí una célebre carta destinada a buscar el apoyo de los británicos a cambio de beneficios comerciales. En 1816 vuelve a la carga con unos mil hombres. Suaviza entonces el decreto de guerra a muerte: solo ejecutará a los españoles que se le resistan. Mientras tanto, ha de lidiar con la rivalidad de otros jefes rebeldes que pugnan por arrebatarle la dirección suprema. Es por eso que ordena el fusilamiento de Manuel Piar, un general de extracción humilde, mulato, más avanzado en lo social, acusándole falsamente de traición. De esta forma se consolida en el poder.
“Rey sin corona”
Tras dominar prácticamente toda Venezuela, pronuncia el Discurso de Angostura, en el que aboga por el centralismo, un poder ejecutivo fuerte y una Cámara Alta hereditaria que mantenga el espíritu de los padres de la patria. La excusa para alejar la democracia del pueblo es que España ha limitado la capacidad intelectual de éste, por lo que ha de ser la minoría ilustrada quien lleve las riendas del país. Por otra parte, desarrolla una visión unitaria de América, expresada en la creación de la Gran Colombia a partir de Nueva Granada, Venezuela y Ecuador. Convertido ya en el presidente de esta república, conocerá al amor de su vida, la ecuatoriana Manuela Sáenz, quien abandonará a su marido por él y pasará a ser su consejera política. En 1824, con la definitiva derrota de España, resurgirán con más fuerza las rivalidades sociales en los nuevos estados. El Libertador, mientras tanto, redacta la Constitución de Bolivia, de clara orientación conservadora, que establece un sufragio censitario muy restrictivo. En la práctica, las elecciones se suprimen, porque Bolívar piensa que conducen a la anarquía y las considera por ello “el grande azote de las repúblicas”. Al extender esta pauta a la Gran Colombia y a Perú, pronto será acusado de comportarse como un rey sin corona. Ello genera un ambiente cada vez más autonomista entre los criollos de distintos países, así como entre la población indígena y mulata, que, tras la liberación de España, vuelve a verse marginada de las instituciones. Se suceden entonces las revueltas. Bolívar, amargado, constata la ruptura de su sueño de unidad política en una América que le parece ingobernable. Ante la reciente oposición, renuncia a sus cargos y muere en Colombia, a los 47 años, víctima de la tuberculosis. La Gran Colombia que él había soñado no tardará en ser oficialmente disuelta.