Historia y Vida

En el camerino

UN CUADRO DE ZULOAGA, AUDAZ GUIÑO AL BARROCO, SE QUEDA SIN COMPRADOR.

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Es mucho menos conocido que las Majas de Goya, pero en atrevimien­to quizá las supera. En 1936, Ignacio Zuloaga pintaba uno de los grandes retratos del arte español del siglo xx: La Oterito. Se llamaba Eulalia Franco, y ella misma enterró bajo la leyenda su lugar y año de nacimiento. Triunfó en París como bailarina y la declararon digna sucesora de La Bella Otero. Su nombre de guerra fue, justamente, La Bella Oterito. Zuloaga la pintó en su camerino, cubierta con una chaquetill­a de torero.

LA OBRA ES un homenaje al Barroco español. De hecho, el reflejo de la Oterito en el espejo es un eco de La Venus del espejo de Velázquez. El casado pintor y la modelo habían vivido un ilícito romance, al cual aluden el clavel de ella y el retrato del torero (el propio Zuloaga, que había llegado a saltar al coso en su juventud). El cuadro, que formó parte de la colección del artista, pertenece a sus herederos. A finales de 2012 salió a subasta en la sede londinense de Sotheby’s. El precio estimado oscilaba entre los 600.000 y los 900.000 euros, pero no halló comprador. Texto: R. B.

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